Desde la llegada de Mauricio Macri al gobierno, las y los estatales somos blanco de la ráfaga de odio que disparan día a día los funcionarios del Ejecutivo hacia el pueblo estatal. Esta secuencia de persecución, que incluyó la revisión de los perfiles de nuestras redes sociales, con despidos dirigidos a las y los trabajadores con militancia política, tildados de grasa militante, o definidos como “los ñoquis del Estado”, han causado un ámbito de trabajo que día a día es hostil, angustiante y tóxico.