El tratamiento mediático de la candidatura a legislador de un payaso vestido, pintado y con nariz de payaso no pudo salir del lugar común con el que habitualmente relacionamos a los políticos y las políticas con los payasos y payasas. Cuando se quiere criticar a una persona que trabaja en política, se dice que es un payaso o una payasa, de manera peyorativa. Al hacerlo, se desliza la idea de que los payasos y las payasas son algo negativo para la política y que esos universos debieran mantenerse separados y distantes.