Desde el año 2013 en los países de la región comenzó a sentirse el impacto de la crisis global del capitalismo -a través del deterioro en los términos del intercambio comercial mundial que se expresó con la caída de los precios del petróleo, los minerales y los bienes primarios alimenticios- con fuertes efectos en Argentina, Brasil y Venezuela, cuyas exportaciones soyeras, mineras y petroleras representan gran parte de sus ingresos fiscales.