El Nono Frondizi hablaba con una voz que parecía surgir de una mochila de remotas luchas escondidas en el interior de la garganta.
Fuente: Pagina/12
La irresponsabilidad de un gobierno obtuso, incompetente y desesperado puede ser resumida en esa foto de Hiroshima, acompañada de un texto de Macri, salido seguramente de su falansterio de “asesores filosóficos”. Deberían saber que interpretar una foto no es fácil, menos las que muestran una catástrofe o una hecatombe. ¿Qué tal poner maestros enseñando en medio de la espesa nube de silencio mortuorio luego de la caída de las Torres Gemelas o en un bote que se aleja de un gran transatlántico que muestra su gran silueta a la distancia, hundiéndose en el mar?
Ya fue mencionada la coincidencia del nombre de la empresa offshore de los Macri con el nombre de una de las mayores películas de Kurosawa. Coinciden las fechas de fundación de estas empresas en la sombra con el film japonés, de principios de los 80, sobre el “guerrero en la sombra”.
Estamos acostumbrados al debate en torno del periodismo. Una vez que se tuvo la certeza absoluta del modo en que las hojas de noticias diarias influían en la vida social aconteció un inevitable rasgón filosófico: Nietzsche, ya en la década del ’70 del siglo XIX, protestaba contra los periodistas y su estilo de escritura dejaba claro que optaba por una experiencia de escucha profunda: la voz del mito. Algo a lo que el periodismo, lo decía expresamente, nunca podría llegar. No obstante, una de las críticas que en su época recibiera su libro fundamental –el Nacimiento de la tragedia–, reclamaba tanto por la ausencia de análisis científico como por su inesperada semejanza con el proceder periodístico. Formidable paradoja.
Podemos, estos días, asistir a un momento dramático pero privilegiado de la historia contemporánea brasileña. En cierto sentido, se encarna en dos hombres: Lula y Fernando Henrique Cardoso. El primero se expresa en Dilma Rousseff, el segundo ya tuvo diversos vicarios: José Serra, el gobernador del Estado de San Pablo Alkmin, ahora Aécio Neves, el “señorito”, el filhinho de papai.
¿Se podría esperar que los más diversos medios de comunicación, que los partidos de oposición, que las personas con voz pública en general, no condenaran los diversos casos de linchamiento y “ajusticiamiento” por mano propia que han acontecido? Por supuesto que no, hechos de esta índole rebajan el horizonte asociativo de cualquier comunidad de una forma notoriamente impúdica.