En medio de la guerra de Malvinas (1982) hubo insistentes referencias a un tratado que poca gente conocía pero que constituyó después de la Segunda Guerra Mundial, una de las piezas basales del panamericanismo motorizado por los Estados Unidos para diseñar su hegemonía sobre América Latina. Se trataba del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) o Tratado de Río (1947). En aquel tiempo, la dictadura militar apelaba a la Organización de Estados Americanos (OEA), el organismo ejecutor de ese acuerdo internacional que comprometía, presuntamente, al conjunto de los países americanos a su mutua defensa ante una agresión externa.