Fuente: Página/12 - Carta Abierta Número 23 *
1. Vivimos en una escena contemporánea donde suele ponerse en duda la objetividad de los hechos sociales y se nos llama a un festejo irresponsable de la "creación de realidades", de la "construcción de la noticia" y en último extremo, de la "apología de la falsedad", en vistas del éxito que tienen las campañas que buscan capturar aspectos pulsionales de las corrientes de creencias colectivas, muchas veces tan oscuras como volátiles. No desconocemos este vasto terreno donde se ejercen coacciones con materiales simbólicos extraídos de operaciones que redefinen el mismo sujeto de conocimiento. Sobre esto mucho se ha dicho, en términos de cómo el neoliberalismo implica en última instancia reformular la idea misma de ciudadanía, conocimiento, habitabilidad y autoimagen de los sujetos para generar sus hipótesis de adhesión, transformadas en formas involuntarias de servidumbre, las únicas que el retrógrado partido gubernamental desea y sobre las que específicamente trabajan en sus gabinetes, que fabrican nuevos consumidores para la mercancía del miedo. El nuevo ciudadano que desean, nacería expulsado de toda historia; sería una arcilla rasa en la que se imprimiría un documento con un número para el olvido y otro para la subordinación.