Un sonido continuo de viaje por el espacio, sin ruidos y sin luz.

Una eternidad de pocas horas hasta el amanecer. Las celdas vecinas, el patio, los árboles silbantes, un portazo a lo lejos, un trueno, la lluvia, una frenada, la voz de una niña interior desprotegida y rebelde que la abraza por dentro.

La imagino quieta, rebelde la noche boca arriba, respirando el ácido olor de ese aire de encierro. Los brazos al costado del cuerpo como una estatua estoica y milenaria. Hay siglos en sus ojos y gritos en la boca que se aprieta los labios.

Parpadea, Milagro.

La noche está en el mismo lugar desde hace horas.

Es un animal que la mira indolente, la tristeza con sus fauces abiertas.

Sé que si me desvelo en mi cama tibia, puedo mirarla.

Ella está despierta, a toda hora, esperando el sol que le debemos.

Victor Hugo Morales

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