La consigna “No va a haber golpe” unió a militantes negros, ambientalistas, del movimiento LGBT, gremialistas, campesinos sin tierra y partidos de izquierda.

La consigna “No va a haber golpe” dominaba los pasacalles y las camisetas de los miles de jóvenes que ayer se concentraron alrededor de las 18 en el Mercado Público desde donde partió la marcha inaugural del Decimoquinto Foro Social Mundial en Porto Alegre. En un puesto improvisado se ofertaban camisetas de todo tipo: había unas con la foto que los militares tomaron a Dilma al hacerla prisionera en los años 70 y otras con la inscripción “Fuera Cunha”, en repudio al golpista Eduardo Cunha, titular de la Cámara de Diputados.

La movilización, que iba a concluir en el Largo Zumbi dos Palmares, reunió a militantes negros, ambientalistas, del movimiento LGBT, sindicalistas, campesinos sin tierra y simpatizantes de partidos de izquierda. Mezclado entre tantos jóvenes se vio al ministro de Trabajo Miguel Rossetto, quien subrayó la importancia del diálogo y la unidad para hacer frente a una oposición que, a través de Cunha, amenaza con abrir el impeachment antes del otoño. Hombre de confianza de Rousseff, Rossetto tiene la misión de recomponer las relaciones con los movimientos sociales y sindicatos, que ayer se hicieron presentes a través de la Central Unica de los Trabajadores (CUT), ligada al PT, y la Central de los Trabajadores y Trabajadoras de Brasil (CTB), próxima al Partido Comunista.

A principios de la década pasada el Foro Social Mundial cumplió un “papel estratégico contra el neoliberalismo que se presentaba como una ideología única”, dijo Guiomar Vidor. El dirigente de la CTB anticipó que 2016 será un año de movilizaciones contra el intento de derrocar al gobierno y en defensa de los derechos laborales. En la reunión gremial hubo críticas las políticas de austeridad del gobierno y preocupación por el crecimiento del desempleo que trepó al nueve por ciento.

“Naturalmente el tema que va a dominar este Foro será la amenaza de un golpe institucional contra Dilma Rousseff, ese asunto ya fue tratado en las mesas que se realizaron hoy a la mañana y uno lo percibe en lo que la gente habla en el campamento (del Foro) y en la calle”, comentó Luciano Cerqueira, uno de los coordinadores del evento. “Vino un buen número de gente de varios países, muchos participantes son de América Latina. En el primer Foro, de hace quince años, estábamos llenos de esperanzas, ahora estamos siendo amenazados por el intento de retorno conservador en varios países”, contrasta Cerqueira, perteneciente a la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, en diálogo telefónico con Página/12. Cerqueira recuerda especialmente el encuentro “alterglobal” celebrado en enero de 2003, que contó con la presencia del por entonces flamante presidente Luiz Iná- cio Lula da Silva, y su discurso pronunciado ante unas 100 mil personas en Porto Alegre, desde donde partió hacia Davos, para asistir al Foro Económico Global.

Si las primeras cumbres rebeldes convocaban a multitudes y contaban con figuras como Lula o Hugo Chávez, las de ahora son menos numerosas y se focalizan en temas específicos. La de este año se concentrará Paz, Democracia, Derechos de los Pueblos y del Planeta, explica Cerqueira. En las mesas de debate que se realizarán hasta el sábado está prevista la participación de intelectuales como Emir Sader y Boaventura de Souza Santos, el alcalde petista de San Pablo Fernando Haddad, y de siete ministros del gobierno nacional, entre ellos la titular de Desarrollo Social, Tereza Campello.

Gobernada por alcaldes del PT, desde 1989 a 2005 Porto Alegre organizó los primeros foros bajo el lema Otro mundo es posible como un contrapunto a las reuniones de Davos, reservadas para ejecutivos de corporaciones multinacionales, intelectuales orgánicos de éstas y jefes de estado.

Las noticias llegadas desde Porto Alegre seguramente reconfortaron ayer la presidenta Rousseff, quien prefirió permanecer en Brasilia en lugar de viajar a la cumbre que se realiza en los alpes suizos, donde fue representada por el nuevo ministro de Hacienda Nelson Barbosa. Contar con el respaldo, aunque sea crítico, de los militantes brasileños y extranjeros reunidos en Porto Alegre, contribuye a la estabilidad de un gobierno todavía frágil, pero no tanto como lo era meses atrás cuando el frente antidemocrático aparentaba unidad y controlaba la iniciativa política detrás del vicepresidente Michel Temer, autoproclamado como eventual sucesor de Dilma.

Con el respaldo del ex presidente Fernando Henrique Cardoso y el jefe de diputados Cunha, Temer parecía imbatible en su carrera hacia la presidencia. Bien visto por el establishment financiero y parte del industrial el vicepresidente presentó un programa económico radicalmente liberal a ser ejecutado en caso de que Dilma fuera destituida. Pero la ambición de poder lo encegueció y cometió errores que debilitaron sus pactos y a la estrategia destituyente.

Ayer, mientras los militantes del Foro se reunían en Porto Alegre, Fernando Henrique Cardoso admitió, al hablar ante banqueros en San Pablo, que la aventura golpista se ha vuelto “un poco difícil”.

(Imagen: Una marcha durante el Foro Social Mundial en 2010. Ricardo Stricher/PMPA.)

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