Entre los gritos revoleados como en un paintball de frases hechas, se hizo lugar en los estudios de televisión la problemática educativa. Y, en particular, el debate entre educación pública y privada. Más allá del genuino derecho de elegir para sus hijos la educación de gestión estatal o privada, según cada quien lo crea conveniente, no está mal aprovechar la ocasión para abordar el tema educativo, la relación de las familias y las escuelas y la diferenciación entre educación pública y privada.

Las afirmaciones grandilocuentes y escandalizadas sobre “lo mal que está la escuela pública” intentan revelársenos como un sinceramiento de algo que muchos piensan, pero no se atreven a decir. Quieren condensar una serie de presupuestos que sostienen al “sentido común” sobre la escuela pública y privada. Dos presupuestos, entre otros, son condiciones para que ese sentido sea presentado como verdadero. Uno es que “las familias que pueden afrontar el gasto eligen la educación privada”. El otro supuesto es que esta decisión se funda en la “decadencia de la escuela pública” y en su déficit de calidad respecto de la privada.

Sobre el primer punto podríamos rápidamente oponer el ejemplo de la ciudad de Buenos Aires donde miles de familias, muchas de ellas con poder adquisitivo suficiente para erogar la cuota de una institución privada, luchan desde hace meses para que sus hijos e hijas ingresen al sistema público de educación frente a las trabas puestas por la gestión de Mauricio Macri debido a la falta de inversión en construcción de escuelas y al rotundo fracaso del sistema de inscripción implementado.

El otro supuesto, el referido a la baja calidad de la gestión estatal, es más importante. No existe ningún estudio que pueda sostener esta afirmación. Las propias evaluaciones consignadas por el Ministerio de Educación porteño en 2013 muestran que no hay diferencias en los resultados entre escuelas estatales o privadas y que, en cambio, sí hay diferencias sociodemográficas: el promedio obtenido en las comunas del norte de la Ciudad es superior al de las del sur, más allá de su condición de gestión, estatal o privada (1). Asimismo, un reciente informe de la Dirección Nacional de Información y Evaluación de la Calidad Educativa indica que “los diferenciales –entre gestión estatal y privada– en los resultados de las pruebas estandarizadas se reducen al mínimo cuando se controla el nivel socioeconómico de los alumnos” (2). Este trabajo basa su afirmación en el Informe PISA 2011 y en la investigación de Rubén Cervini de 2003: “Diferencias de resultados cognitivos y no-cognitivos entre estudiantes de escuelas públicas y privadas en la educación secundaria de Argentina: Un análisis multinivel”.

Otro aspecto, de relieve en los últimos días, atribuye la decisión de optar por la educación privada a la pérdida de días de clases en la escuela pública producto de los paros docentes. Sin embargo, un estudio de la Universidad Torcuato Di Tella demuestra que “no existe evidencia estadística que correlacione los días de huelga con el aumento de la matrícula privada” (3).

Para abordar con seriedad el debate sobre la privatización de los sistemas educativos en el siglo XXI es necesario despejar algunos mitos y lugares comunes. Así puede observarse que el fenómeno del crecimiento de las instituciones educativas privadas tiene muchas causas y en nuestro país se remonta al menos a los últimos 50 años. Pero, además de que es necesario un estricto control sobre los subsidios estatales a la educación de gestión privada, existen otras formas de privatización como la que ejercen las empresas editoriales, generando una currícula de hecho a través de los libros de texto. O, por ejemplo, la que se genera con la tercerización de las áreas de formación docente, capacitación, asesorías, servicios de evaluación por contrataciones de los ministerios del área. Sobre estas dos formas de privatización sólo puede actuarse con más intervención estatal y más inversión educativa.

(1) Indice de Equidad y Calidad de la Educación Porteña (Iecep). Dirección General de Evaluación de la Calidad Educativa (Dgece). Ministerio de Educación. CABA, 2013.

(2) Botinelli, Leandro, “El debate sobre el crecimiento reciente de la educación privada”. Diniece, Ministerio de Educación de la Nación, 2013.

(3) Narodowski, M., Moschetti, M. Alegre, S., “Radiografía de las huelgas docentes en la Argentina. Conflicto laboral y privatización de la educación”. Documento de Trabajo. Universidad Torcuato Di Tella. Junio de 2013.

Eduardo López y Mariano Denegris, Secretario general y secretario de Prensa de UTE, respectivamente.

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