Compañeras, compañeros: primero quiero decirles que, al igual que ustedes, comparto este momento con mucha felicidad.

Cuando discutimos en la Mesa de la CTA si estábamos en condiciones, en plena campaña electoral, de dedicar energía y esfuerzo a esta convocatoria, llegamos a la conclusión por unanimidad, que teníamos que venir a Mar del Plata. Que teníamos que levantar la bandera del rechazo al ALCA; que teníamos que venir acá, a rendir homenaje a Néstor, a Chávez, a todos los presidentes y a los pueblos de América Latina, pero que teníamos que venir no con el espíritu de los que recuerdan con nostalgia algo que está lejos, y en el museo de los recuerdos. Que teníamos que venir con una actitud militante, a reafirmar el compromiso antiimperialista, latinoamericano vinculado a la Patria Grande, de una central de trabajadores que sabe que el proyecto nacional, popular y democrático es el único camino para los que dependemos del salario, para los que somos parte del campo popular.

Debemos agradecer de manera muy especial la distinción -para nosotros de un valor altísimo- de los compañeros de la CTC de Cuba. Cuando se constituyó en el año 1992 el embrión de lo que fue esta Central, fuimos la primer expresión sindical de la Argentina que condenó el bloqueo, que en ese momento se iniciaba contra los compañeros de Cuba y tuve el inmenso orgullo, de llevar a Cuba, a La Habana, a un congreso que se hacía allá, esa declaración que para sorpresa mía -porque en ese momento creo que no me podía sostener porque me temblaban las piernas- apareció en ese plenario el Comandante Fidel Castro y me dijeron: le va a entregar esa declaración al Comandante Castro.

Y nosotros estamos agradecidos a los hermanos de América Latina, porque somos una Central que difícilmente hubiese crecido sin el apoyo de los compañeros de Uruguay, de los compañeros de Bolivia, de la CUT, de los compañeros de Paraguay. Tenemos una profunda gratitud. Queremos expresar que como Central de trabajadores vamos a ir a la embajada de México a llevar esta declaración que se ha leído por primera vez en este plenario reclamando por los 43 estudiantes víctimas de la sociedad de los narcos con los gobiernos corruptos y represores.

Queremos decirles que como el gremio docente forma parte de esta Central, en el día de ayer, sabiendo que Evo iba a volver a su escuelita de Salta, en una pequeña ciudad que se llama Güemes, el gremio de los docentes de Salta y la CTERA, han decidido ir a la escuelita de Güemes, y junto con la maestra que estuvo con Evo entregarle el reconocimiento a ese gran maestro de la vida, a ese gran maestro de la política, de la lucha que es Evo Morales, como uno más de nuestro gremio, el gremio de los maestros.

Esto que hoy vivimos acá, en Mar del Plata, empezó muy temprano, en Buenos Aires, en la terminal de Constitución, a la salida de este tren, que quiso rememorar aquel otro tren, en el que se iniciaba la movilización y en el que jugaron, un papel importantísimo, los compañeros de Cuba y de Venezuela. Y era un momento difícil, era un momento de lucha. No sabíamos en la mañana del día 9, cómo podía terminar esa cumbre. Y tampoco sabíamos que estábamos escribiendo una de las páginas que van a pasar a la historia de América Latina. El 5 de noviembre de 2005, va a ser parte de la historia de los pueblos de América Latina.

Es verdad que ganamos una importante batalla. No habría un gobierno popular y democrático si en ese momento no hubiésemos rechazado el Alca. La fotografía de América Latina sería México, que sí entró al Alca con otro nombre. Seríamos Estados corroídos por la corrupción, dominados por la oligarquía que sembraba el hambre y se entregaba a los narcos y a la fuerza más oscura del imperialismo yankI que es la que vincula al aparato militar con los narcotraficantes. Porque esta realidad hay que denunciarla, porque existe en América Latina y en el origen de las desapariciones en México está esta sociedad.

Decía el general San Martín: “el enemigo parece más fuerte cuando se lo mira de rodillas”. Los gobernantes de nuestras clases dominantes, miraron siempre, al imperialismo y a Estados Unidos, puestos de rodillas, y quisieron enseñarnos a nosotros que lo lógico, lo pragmático, lo sensato, era aceptar que esa poderosa nación, tenía que ejercer, inevitablemente, el influjo de dominación sobre nuestros pueblos. En las escuelas, nos educaron con esa concepción. Deformando la historia, ocultando nuestros verdaderos héroes, acallando las voces de los que quisieron alzarse contra esa dominación. Y hoy las clases dominantes de nuestros respectivos países, aun siendo despojadas en el voto popular, del poder administrativo, pero reteniendo el poder económico, el de los medios, el de su relación profunda, carnal, con los Estados Unidos de Norteamérica, amenazante, nos están diciendo que estos gobiernos populares van a empezar su fin de ciclo. Quisieron que el fin de ciclo comenzara en Brasil, quisieron que comenzara en Venezuela, en Uruguay, y los pueblos de América Latina, de pie, mirando al enemigo de pie, no de rodillas, supieron elegir la continuidad de los gobiernos populares y democráticos.

Pero son batallas que ganamos, no es la guerra. Bien lo decían el compañero Liborio y el compañero de Venezuela, hay que hacerse fuerte en la convicción, porque los días que vienen van a ser días difíciles, donde la derecha, el poder económico, los grandes medios, las oligarquías que no se resignan a no tener en las casas de gobierno, títeres como los que tenían hasta hace diez años, van a intentar recuperar los espacios de poder.

Hace una semana un editorial de La Nación, que es un diario de la derecha de este país, tradicional, decía que Cristina Kirchner gobierna, refiriéndose a sus iniciativas, como si no supiera que tiene los días contados. Para la clase dominante de nuestro país, nuestro gobierno tiene los días contados. Y esto es un inmenso desafío. Porque ellos saben que tienen que destruir la unidad de América Latina. Todos los candidatos opositores, los de Uruguay, los de Chile, en Brasil, Aecio Neves, lo primero que decían, en los debates públicos, en la última semana, que es cuando se empiezan a decir algunas verdades, decían: nuestra primer decisión va a ser zambullirnos en brazos de Washington y Estados Unidos de Norteamérica y llevar como un trofeo de guerra la ruptura de la unidad de los países de la región, de América del Sur, de América Latina. Y ese es el objetivo que tienen los Capriles y los Aecio Neves de nuestro país. Y lo confiesan públicamente. Así lo ha dicho Mauricio Macri, Sergio Massa; han dicho con todas las letras que hay que ir a sentarse, o mejor dicho -porque sentarse sería demasiado digno- hay que ir y ponerse de rodillas frente al juez Griessa y decirle: ¿cuánto hay que pagar? Y cuánto hay que pagar significa cuánta hambre, desocupación, destrucción social, hay que tributarle al imperialismo yankee para que nos deje seguir existiendo como una nación y deje de intervenir en nuestra economía, desestabilizándola, a través de los esbirros que tienen en nuestro país, llámense sojeros, Sociedad Rural, grupo Clarín, grupo La Nación.

Y este es el desafío enorme que tenemos por delante. Hay que garantizar que en el año que se cumpla el décimo aniversario de la derrota del Alca, podamos volver a Mar del Plata, sabiendo que en la Argentina la derrota del Alca no es parte del pasado, sino que es parte del presente, hay que garantizar el triunfo del movimiento nacional, popular y democrático con candidatos que sean capaces de ponerse al hombro, conscientemente y con compromiso, la tarea de seguir profundizando el proceso de transformación, tal cual lo decía acá nuestro compañero.

Y en esto nuestros gobiernos no se tienen que equivocar. No es haciendo la plancha, no es de la estática, no es quedándose quietos, haciendo pocas olas. No es desde el conformismo, pensando que llegamos al techo de lo posible y que más no se puede. No es desde esa actitud que se va a garantizar la continuidad de estos procesos. Aquí se lo dijo muy claro. Lo decía Taiana: o avanzamos con la profundización de modificación de las políticas de las estructuras de justicia, con la nacionalización de los resortes primordiales de nuestro Estado, con mejor distribución de la riqueza, con reforma tributaria para que paguen más los que más tienen; o inevitablemente nos van a hacer retroceder. Porque la única manera de conservar el poder de los sectores populares, es profundizando el avance y profundizando los cambios.

Y para ir terminando. Yo veía acá a los compañeros de Paraguay. Y seguro que hay unos cuantos compañeros y compañeras paraguayas, entre todos los que estamos acá, uruguayos, bolivianos, y tenemos que decirlo con todas las letras. Hay que luchar contra la política del “divide y reinarás”. Como dijo el compañero Mujica, un día que nos dio una gran lección, y creo que citaba a Martí, “tenemos naciones porque no supimos tener patria”. Esa Patria Grande que tenemos que volver a rescatar, porque está en el legado de nuestra historia. Estuvo en los sueños de Martí, Bolívar, San Martín, de cada luchador por la independencia. Está ahí, hay que rescatarla.

Pero para rescatar eso no tenemos que caer en las políticas de las clases dominantes, que sueñan con que alguna vez la capital de América sea Miami. No hay que caer en la política de las clases dominantes que solamente ven el color del dólar. No ven el color de las banderas de América Latina. La política de las clases dominantes que solamente quisieran ver una América Latina de rubios y de gente de piel blanca. Sin historia, sin compromiso. Y el discurso de la xenofobia, que algunos empiezan a meter en nuestro país cuando queremos estigmatizar en la discusión de un código civil a los extranjeros. Cuando queremos convencer a los sectores de la clase media que hay que mirar de soslayo y sospechosamente al hermano boliviano, o peruano, o colombiano, o uruguayo, cuando ese discurso se intenta meter en los sectores populares, guarda, porque hay que tener claro que la unidad de los trabajadores está por encima de cualquier consigna reaccionaria de lo que nos quieren convencer, que es sospechar de nuestros hermanos.
No a la xenofobia. No a la estigmatización de los pobres.

Y por último. Nosotros sabemos que no podemos cometer el error de dejar pasar esta oportunidad histórica. No podemos cometer el error de pensar que ya todo está dado. Ni mucho menos cometer el error que cometen algunos compañeros del campo popular que pierden el rumbo, que se convierten en patrullas perdidas y se estacionan al costado de la ruta para mirar pasar la historia y después hacer la crítica correspondiente. No tenemos esa posibilidad. Nosotros tenemos que poner el cuerpo aquí y ahora. Debemos organizarnos. Por eso, en el día de hoy, quiero saludar el hecho de que un nuevo sindicato se constituyó en la CTA de Mar del Plata: el Sindicato de los compañeros del pescado.

Entonces, cómo vamos a elegir la posición cómoda de los que se ponen en la banquina, para mirar pasar la vida y luego escribir un documento. Cómo vamos a estudiar, cómo vamos a debatir, cómo vamos a aprender, sino es para ponerlo en práctica. No para tener un diploma. Para ir a la calle a luchar. Para defender las fuentes de trabajo. Para defender el salario. Para defender la paritaria libre. Para defender las conquistas, porque hay que defender las conquistas. Hay que ir por más, pero si no defendemos lo conquistado no vamos a ir a ninguna parte.

Como ése es el compromiso tenemos que decir:
Sí a la Unidad latinoamericana. Sí a la unidad de la clase trabajadora de América Latina y de todo el mundo.

No al imperialismo. No a las clases dominantes.

Sí a la verdad de los pueblos de pie para enfrentar el camino que nos negaron las clases dominantes.

Gracias compañeros de América Latina, gracias trabajadores y trabajadoras, por esta hermosa movilización que demuestra que la flecha todavía en el aire.
¡Fuerza, compañeros!

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