La morbosa demostración del goce por la muerte del adversario político exhibida por parte de los militantes y simpatizantes de Juntos por el Cambio en la Plaza de Mayo en el día de hoy, sábado 27 de febrero de 2021, merece el total y firme rechazo de toda la sociedad argentina.

Hace algunos años atrás los asesinos, con quienes se identifican estos grupos políticos, secuestraban a quiénes consideraban sus enemigos, los torturaban, les robaban sus bebés y luego los arrojaban vivos al mar desde aviones militares o directamente los asesinaban y enterraban en fosas comunes o los dinamitaban para esparcir sus restos.

Son los mismos genocidas de antaño corporizados en otras personas.

Estas manifestaciones de odio en nada se diferencian del fascismo o el nazismo. Aunque hablen de “república” o “libertad” tienen que rendirle cuentas al pueblo argentino. Y no sólo lo deben hacer los viejos socios y colaboradores de la dictadura enquistados en esas estructuras partidarias sino también todos aquellos que apoyan por acción u omisión el pasado terrorismo de estado.

Es imprescindible que los sectores populares no dejemos pasar por alto este episodio. No se trata de un hecho aislado. Es el “huevo de la serpiente”.

La historia nos enseña a tomar debida nota y a no olvidar. 

Sabemos que la violencia simbólica es la que abre las puerta a todas las violencias. No vamos a permitir que lo siniestro ni lo perverso se instale entre nosotros. Ni que se haga apología del delito en nombre de la libertad.

Las y los responsables de este ataque a la dignidad de nuestro pueblo tendrán que rendir cuentas.

Nos guía el ejemplo de las y los 30.000

H.I.J.O.S. Regional La Plata

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