EVO MORALES ALERTA SOBRE LOS RIESGOS PARA LA REGION DE UN CAMBIO DE RUMBO POLITICO EN LA ARGENTINA

“El reparto imperial ahora vuelve con otras formas”

En diálogo con Página/12, el presidente de Bolivia analiza las nuevas amenazas que enfrentan los procesos de cambio de América latina, destaca su sintonía con el kirchnerismo y manifiesta su confianza en que Scioli se imponga en el ballottage.

Desde París

Siempre se cree que el poder transforma a quienes lo ejercen. Pero Evo Morales es un hombre intacto. El mismo jefe de Estado que, hace casi diez años, recibió a Página/12 inmediatamente después de su primera victoria electoral es el que, ahora, en una otoñal tarde parisina, habla con el mismo tono, la misma lenta y respetuosa dicción, siempre mirando derecho a los ojos, atento al otro, como si cada palabra saliera desde el fondo de la tierra. El presidente boliviano visitó Francia por cuarta vez desde que fue electo en 2005. Poco después de su victoria, el jefe de Estado viajó a Francia donde fue recibido por el ex presidente Jacques Chirac (conservador) en medio del terror de los agitados empresarios multinacionales que veían en Evo Morales un adversario radical, una suerte de “nacionalista económico” que ponía en peligro la constancia de los beneficios que los inversionistas obtenían en Bolivia. Sobre él se dijo entonces de todo y cualquier cosa. Ellos cambiaron de parecer, en parte. Evo Morales es el mismo.

Una década después, el mandatario fue recibido por François Hollande, en otro contexto, con otros desafíos. El primero de ellos, la Cumbre sobre el Cambio Climático (COP 21) que se llevará a cabo en París a finales de noviembre. Lejos de la irascibilidad, la desconfianza y los temores de la primera visita, Evo Morales encontró en Francia otra historia. La Universidad de Pau le entregó el titulo de Doctor Honoris Causa en reconocimiento a su política, que “se inscribe en una óptica continental y equilibrada que defiende la instauración del buen vivir, el equilibrio ecológico y la equidad social”. El título premia los resultados obtenidos por Evo Morales y su gobierno en la lucha contra las desigualdades, el acceso a los servicios básicos (agua, educación, salud) y la protección de la “Madre Tierra”, la Pachamama. Pero el desafío por venir no es sólo climático, sino también político, con el telón de fondo de los cambios que se van diseñando en los países del Mercosur. En esta entrevista de Página/12, Evo Morales expone su visión sobre la temática del clima, recuerda con profundo afecto al desaparecido presidente Néstor Kirchner y casi reza en voz alta para que el peronismo no pierda en la segunda vuelta.

–Pronto se cumplen –en diciembre– diez años de su elección. ¿Después de esa década usted se siente más comprendido por su propia sociedad? ¿Y por sus vecinos y Occidente?

–Sí. Estamos hablando de una nueva Bolivia, de una Bolivia con su propio modelo. En lo político no solamente hay una democracia representativa, sino participativa. No es una democracia que termina el día del sufragio, no, el debate es permanente. Tenemos una economía basada en la idea de que los recursos naturales deben ser de los pueblos bajo la administración del Estado, una economía también basada en la redistribución de la riqueza. Antes, la poca riqueza que había en Bolivia estaba siendo exportada y lo poco que quedaba estaba privatizado. Ahora somos dueños de los recursos naturales y también garantizamos los servicios básicos. Esas políticas sociales, esas políticas económicas, son más escuchadas y conocidas en el mundo y también reconocidas en Bolivia. ¡Imagínese que nosotros ganamos con nuestro movimiento político y gracias a los movimientos sociales unas seis elecciones desde el 2005! De las seis veces, tres ganamos con más del 50 por ciento y otras tres con más del 60. Esto nunca había ocurrido desde la fundación de la República. En otras palabras, los movimientos sociales, sean obreros, originarios, indígenas, transportistas, campesinos, todos esos sectores juntos salvamos a Bolivia. Ahora tenemos una nueva Bolivia.

–Pero ahora hay cambios que, a nivel regional, pueden desestabilizar esa configuración. En Brasil, la presidenta Dilma Rousseff enfrenta una férrea batalla de los sectores más liberales mientras que, en la Argentina, ante la segunda vuelta electoral que se avecina, está presente la posibilidad de que una alternancia política transforme el modelo actual. En suma, el riesgo de que la configuración progresista de la región se resquebraje no es hipotética.

–Lamento mucho que vuelva el reparto imperial de aquellos tiempos con su modelo neoliberal, con su instrumento económico que es el Fondo Monetario Internacional. Vuelven con otras formas del reparto imperial, no como en 1700 o 1800 cuando se repartían el mundo. Deja mucho que desear. Si bien no hay una presencia militar como antes, ahora hay permanentes agresiones de carácter político, oculto, a veces usando algunas ONG, algunas fundaciones, a veces con agresiones políticas o amenazas, usando sus embajadores y hasta agresiones económicas como ocurrió con los fondos buitres contra la Argentina.

–Sería, sin embargo, otro el escenario con una Argentina de diferente corte político. En estos diez años usted compartió con el Frente para la Victoria una fase de continuidad y hermandad política.

–Yo quiero decir que tengo mucho respeto por el kirchnerismo. Yo gané la presidencia cuando Néstor Kirchner era presidente. El me recomendó, me sugirió, me ayudó bastante en temas de gestión. Me acompañó y vino varias veces a Bolivia a respaldarme cuando se dieron agresiones de la derecha. Y con Cristina igual. Hemos resuelto muchos temas juntos. Tengo por ella mucho respeto y mucha admiración.

–¿El resultado de la primera vuelta lo tomó por desprevenido?

–Yo no podía creer que casi perdemos, yo estaba seguro de que iba a ganar por más. Pero ahora tenemos como desquite la segunda vuelta que esperamos que gane Scioli para seguir este proceso de cambios. Durante la discusión sobre el ALCA, Kirchner dijo algo. Recordemos que el ALCA se terminó en la Argentina gracias a Néstor, a Lula, a Chávez y otros presidentes. Pero en esas épocas del ALCA Néstor decía: “América latina no puede seguir siendo el patio trasero de Estados Unidos”. Yo eso me lo aprendí de memoria y lo repito como padrenuestro. Néstor Kirchner viajaba a las provincias y cuando había problemas agarraba el teléfono y los resolvía. Yo trato de imitar eso y ver cómo se puede alcanzar. Tengo mucha admiración por esa ayuda, por ese acompañamiento durante los inicios de mi presidencia en Bolivia. Espero que en esta segunda vuelta nos vaya bien. Tengo mucha esperanza y confianza en los militantes revolucionarios, en los militantes anti imperialistas. Porque antes de Kirchner había como una competencia entre Bolivia, Ecuador y Argentina para ver quién sacaba más presidentes neo liberales. No había ni esta vida social ni política. ¡Imagínese si gana el opositor a Scioli con qué Parlamento va a gobernar! Espero que esto no se sienta como una intromisión mía en la política argentina, pero es la verdad y el pueblo argentino tiene que entender esto porque si no habrá conflictos. Para empezar, entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, es una mala coordinación. Seguramente no van a perder ni el Poder Ejecutivo ni el Poder Legislativo, pero va a perder el pueblo argentino. Así es la política. Pero repito: esas agresiones del imperio están ahí. Por eso tengo mucha esperanza de que ese pueblo anti imperialista de América latina siga enfrentando democráticamente y derrotando a los modelos del capitalismo.

“No seremos guardabosques del imperio”

Una de las particularidades del proceso boliviano es la relación que establece en sus políticas con “la Madre Tierra”. Por eso es tan escuchada la voz de Evo Morales de cara a la Cumbre sobre el Cambio Climático, que se concretará en París a fines de este mes.

A fines de noviembre París será escenario de la Cumbre sobre el Cambio Climático (COP 21) y, en ese contexto, la voz del presidente boliviano es una aliada de peso para la presidencia francesa. En la COP 21 habrá que llegar a un todavía improbable acuerdo para reducir, de aquí a 2030, los gases de efecto invernadero que provocan el destructivo calentamiento global. El problema mayor reside en que Occidente exige un esfuerzo considerable a los países en desarrollo, que no tienen la responsabilidad central en la emisión de gases contaminantes. Y allí está uno de los principales antagonismos de la cita parisina. Los tiempos de unos y otros son incompatibles. Pese a las esperanzas y a los buenos deseos, el clima divide a ricos y menos ricos.

–París estará, en pocas semanas, en el centro del debate para salvar al planeta del calentamiento global. La última gran cumbre sobre el clima, celebrada en Copenhague en 2009, fracasó estruendosamente. ¿Cree usted que en París se dará un salto cualitativo en la protección del medio ambiente?

–En los pueblos y los movimientos sociales del mundo hay mucha conciencia y mucho compromiso, también hay mucho esfuerzo y sacrificio por la madre tierra, por la vida y la humanidad. Esperamos que este sentimiento y pensamiento profundo de los pueblos del mundo sean escuchados por los gobiernos y los representantes de cada Estado. Después de tantos fracasos y gracias al debate sobre el desarrollo sostenible 2030 que tuvo lugar en el seno de las Naciones Unidas conseguimos entender que esta es la única oportunidad. Es el mejor momento para que los gobiernos y los pueblos del mundo coincidamos. Esperamos que los representantes de las naciones tomen decisiones para el bien de la vida y la humanidad.

–De todas formas, hay una pugna muy fuerte dentro del capitalismo entre las industrias que siguen explotando las energías fósiles y las otras, que pugnan por desarrollar energías renovables. Los grandes bancos del mundo invierten más en lo primero que en lo segundo. ¿Estos sectores no pueden acaso doblegar la voluntad política?

–Al margen del enfrentamiento entre las empresas privadas que son expertas en explotar las energías fósiles y otros empresarios que tal vez tienen más conciencia en la energía limpia, es importante que quienes promueven esa energía limpia vayan desarrollándose. Y esto sin las muchas protecciones económicas de otras empresas que están explotando las energías fósiles. Quiero decir que con Alemania y Francia estamos avanzando, como Estados y seguramente con la participación del sector privado, en el campo de la energía eólica y la energía solar. Con Alemania hemos adelantado instalar una ensambladora de sistemas eólicos, y no solamente para Bolivia sino para Sudamérica. Sería muy bueno que Bolivia fuera el corazón de toda Sudamérica. Igualmente, está el tema de la energía solar y todos los demás cambios profundos que se están dando en el uso del combustible: trenes eléctricos, autos hidráulicos, por ejemplo. Si la energía limpia es una solución más barata automáticamente caerán quienes ostentan las energías fósiles. Los Estados deben apoyar esas energías porque la energía deber ser, como el agua, un derecho humano. Nuestra obligación como Estado es atender ese derecho y garantizar la energía y el agua.

–En la cumbre de Copenhague en 2009, el presidente Chávez había dicho: “Cambien el sistema, no el clima”.

–Esto sigue vigente. Es un pedido clamoroso. Estamos en un sistema fracasado, con un modelo fallido, con pueblos amenazados y con una madre tierra insegura en su existencia dentro del sistema. ¿Cómo podemos seguir apoyando este sistema? Sigo convencido de que el peor enemigo de la humanidad es el sistema capitalista.

–¿América latina, en particular el Mercosur, trae alguna propuesta colectiva a esta cumbre de París?

–Hay un solo mensaje por parte de los pueblos del mundo, y no solamente de América latina. Pero hay algunas conclusiones elaboradas en la cumbre de Tiquipaya (departamento de Cochabamba) y hace unos días concluyó en Quito, Ecuador, una reunión de ministros de Medio Ambiente donde hubo que lamentar que algunos países hayan no hayan aportado. No escuchan a sus pueblos. En la cumbre de los movimientos sociales por el cambio climático de Tiquipaya había 400 delegados de Chile, y también su ministra de Medio Ambiente. Pero se opuso a reconocer o resaltar las conclusiones. Denuncio públicamente los hechos pero no se trata de problemas bilaterales, estamos hablando de la vida. Estamos hablando de la madre tierra, estamos hablando de cómo salvar a la madre tierra para salvar a la humanidad. Es un tema profundo y tenemos diferencias profundas. Aquí, el aporte del movimiento indígena, y no solo del continente sino del mundo, consiste en cómo vivir y cómo estar en armonía con la madre tierra. Acá hay una diferencia profunda con el sistema capitalista. Los países del sur no seremos guardabosques del imperio.

–Hace ya algunos años que circula en Occidente esa idea, esa noción que nace en los pueblos indígenas: el buen vivir. Por un lado está el feroz desarrollismo del sistema capitalista y, por el otro, cierta receptividad en la gente ante esa aspiración a una resonancia entre el ser y el mundo natural. El capitalismo está hoy en crisis por todas partes. ¿Qué puede aportarle a esa crisis esa voz de la tierra?

–El mejor aporte son los planteamientos que provienen de la cumbre de Tiquipaya, y también que los Estados escuchen, entiendan e implementen esas conclusiones. Evidentemente cada continente y cada país tiene su propia particularidad, pero esas particularidades deben ser adecuadas a nuestras formas de vivencia, nuestros antepasados, nuestras experiencias armónicas con la Madre Tierra. Esto significa vivir en comunidad, en colectividad, en complementariedad, en solidaridad y no en competitividad. Tal vez en Europa sea importante el aspecto competitivo, pero si en Bolivia avanzamos como lo hicimos es gracias a esas políticas de complementariedad y solidaridad.

–Presidente, el papa Francisco y su encíclica sobre la ecología han dado la vuelta al mundo. ¿Cómo evalúa a este hombre que en Europa es visto con tanta admiración como recelo?

–Ahora siento que tengo un Papa. Ahora siento y creo. Me declaro profundamente de Cristo. Por eso tenemos que rezar para que el Papa siga con vida.

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