El titular de la CTA de los Trabajadores dice que la marcha “llenó un vacío de representación del conflicto social” y que “aceleró los tiempos” hacia un paro nacional, aunque advierte que debe ser convocado por todas las centrales sindicales.

El secretario general de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, está seguro. “Al Gobierno no le queda otra que declarar la emergencia social”, remarca tras la Marcha Federal a la que durante tres días se sumaron trabajadores y trabajadoras de todo el país para llegar el viernes a la Plaza de Mayo, donde se concentraron más de 200 mil personas. Yasky sostiene que tras dos meses de “construcción” en asambleas, plenarios, reuniones, encuentros “con el objetivo de sintetizar los reclamos y convertir las incertidumbres y los padecimientos de decenas de miles de compañeros en una iniciativa concreta”, la movilización “llenó un vacío de representación del conflicto social” que “aceleró los tiempos” hacia un paro nacional que debe contar con una “convocatoria unificada”. “Ir a un paro que le permita al Gobierno mostrar que el 40 por ciento de los trabajadores no adhirió, sería generar condiciones favorables para los que aplican el ajuste”, advierte.

–¿Qué balance hace de la Marcha Federal?

–La Plaza nos demostró que colmamos nuestras expectativas, pero también que había una demanda muy fuerte de parte de los trabajadores y las trabajadoras de salir a la calle. La Marcha Federal vino a cumplir un vacío de representación del conflicto social, a dar una respuesta a la orfandad en la que estaban muchos sectores que, más allá de tener o no tener una representación formal, sentían que había que unificar y expresar una demanda de cambio profundo en las políticas que vienen constituyéndose en una permanente agresión a los sectores populares.

–¿Encuentran similitudes con la primera Marcha Federal, en 1994?

–No, encontramos muchas diferencias entre aquella marcha y ésta. La más visible es la masividad de la convocatoria. La del viernes por lo menos cuadruplicó a la de aquel julio de 1994. Y tiene que ver con que a mediados de los 90 el movimiento sindical estaba deflecado, estaba debilitado, se había producido ya la defección de muchos dirigentes sindicales que habían sido parte del festín de las privatizaciones; veníamos de un proceso de destrucción sistemática del empleo y la desocupación que ya entonces tenía niveles muy altos. Hoy venimos de un período de casi 13 años de crecimiento del movimiento sindical porque creció el empleo y de avances en derechos de los trabajadores. En aquella marcha, el movimiento piquetero aparecía como la expresión que iba sustituir al sindicalismo en las luchas sociales; el protagonismo era de los piquetes, no de los sindicatos. Otra diferencia es la participación activa de las regionales de la CGT. Estamos viviendo una etapa en la que la CGT y la CTA en los territorios se entrelazan en las acciones de una manera que en mediados de los 90 no se producía. En muchos actos, como el de Rosario o el de Córdoba, esa participación codo a codo de organizaciones pertenecientes a diferentes centrales no solo le dio masividad sino que expresó que en la base la unidad de acción está instalada y de allí ya no hay retorno, más allá de que a algunos dirigentes les guste más o les guste menos.

–¿Es posible una unidad con sectores de la CGT como los de Luis Barrionuevo o los “Gordos”?

–La unidad en la acción va a depender de cómo se resuelva el conflicto interno que existe en la CGT, en la que hoy persiste un sector que trata de neutralizar el posicionamiento del movimiento obrero y la confrontación contra el ajuste. Pero soy optimista respecto de la señal que significa la presencia de muchos gremios y dirigentes de la CGT en los actos previos de la Marcha Federal y en la propia Plaza de Mayo, como Pablo Moyano o Sergio Palazzo. Hay un contraste entre las bases y lo que sucede en las cúpulas de la CGT. En la cúpula hay resistencias de sectores que no solamente miran con algún grado de recelo la posibilidad de la unidad en la acción, sino que actúan en base a tiempos diferentes que los de sus bases. El reloj político de esa cúpula tiene más que ver con los tiempos que tratan de administrar desde los sectores de oposición política, como el massismo, que trata de hacer una especie de regulación y administrar con dosis homeopáticas las críticas a la gestión oficial, pero a la vez darle tiempo al Gobierno, especular con la pos de que a futuro el desgaste les permita convertirse en la alternativa política al macrismo. Esto no se compadece con las necesidades y las urgencias de los trabajadores.

–¿Y la unidad de las dos CTA es posible?

–Es un proceso que está en marcha y que en el correr de este año va a seguir avanzando. La realidad nos demostró que nuestra historia, que empezó siendo la de lucha contra los gobiernos del ajuste neoliberal, nos pone otra vez en el camino de volver a ser una sola central frente a esta oleada de derecha que en Argentina está expresada en un gobierno que escondió el cuchillo del ajuste debajo del poncho de la pobreza cero.

–El mismo día de la marcha, el ministro de Trabajo, Jorge Triaca se reunió con algunos dirigentes de la CGT y ayer aseguró que recibirá a Pablo Micheli, de la CTA Autónoma.

–Está claro que a Triaca lo zamarrearon y lo despertaron de la siesta. La reunión con dirigentes de la CGT podría haberla realizado antes o después de la marcha, pero eligió hacerla el mismo día en que los trabajadores llegaban a la Plaza para confrontar la foto de un gobierno dialoguista con una dirigencia que apuesta a la conflictividad social. Y creo que en ese sentido, no solo el Gobierno perdió sino que le jugó una mala pasada a la dirigencia de la CGT también.

–Triaca consideró que la marcha tuvo “tintes políticos e ideológicos”.

–Recurre a la muletilla de la derecha y de los sectores empresariales que siempre descalifican las protestas de los trabajadores. Eso es lo mismo que pretender negar la realidad en la que se sustentan las demandas y sobre todo revela la decisión de renunciar al papel que tiene que tener un ministro de Trabajo y convertirse en un vocero empresario, como si fuera un jefe de personal.

–¿La CTA que usted conduce también pidió, como la de Micheli, una reunión con Triaca?

–Estamos esperando desde que asumió el Gobierno a que nos convoque, pero no pedimos reunión. El Gobierno elige a sus interlocutores y pretende que para ser convocado a una reunión hay que adherir a los postulados del plan económico oficial. Como central sindical tenemos un mandato y vamos a llevar ese mandato a cuanta reunión se nos convoque. A la larga la realidad se impone y la masividad de la convocatoria de ayer demuestra que el Gobierno puede terminar discutiendo frente al espejo mientras en la calle la movilización, la demanda y la lucha seguirá creciendo.

–¿Qué debería hacer el Gobierno?

–Declarar al país en emergencia social, reconocer que batir el triste record de generar el pico más alto de desocupación en ocho meses en toda la historia de la Argentina requiere la adopción de medidas urgentes. Recomponer el mercado interno, recuperar a la pequeña y mediana empresa, devolverle el poder de compra a los asalariados, generar una masa protectora a la producción nacional, poner en la discusión la resolución final de los tarifazos. En definitiva, desmontar la maquinaria del ajuste, terminar con la fantasía de la lluvia de dólares. El Gobierno tiene que dejar de mirar al modelo chileno, un país sin industria, de servicios, sin derechos laborales, con 70 por ciento de educación privada, un país de ricos tipo Miami y de pobres tipo África.

–¿Van a avanzar igual con la idea del paro por más que la CGT decida no implementar medidas de fuerza?

–El paro tiene que tener la masividad que solamente le pueden asegurar una convocatoria unificada de todas las centrales. Ir a un paro que le permita al Gobierno mostrar que el 40 por ciento de los trabajadores no adhirió, sería generar condiciones para que quienes aplican el ajuste tengan la posibilidad de decir que no solo los apoya la clase alta y los empresarios, sino también la mitad de los trabajadores. Hay que construir ese paro y lograr que los sectores retardatarios entren en crisis, queden aislados. Para eso, creo que la Marcha Federal es un revulsivo, acelera los tiempos.

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