Intervención del secretario general de CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, durante el Plenario de delegados y delegadas de CTA Chubut en Esquel, con la presencia del secretario de Organización, Gustavo Rollandi.

“Gracias por la calidez, por los aplausos, por el recibimiento, por estar acá un día sábado a esta hora. Y gracias también porque acá hay una concurrencia que excede en mucho lo que nosotros podemos representar como CTA. Es muy valioso que estén compañeras y compañeros de la CGT, es muy valioso que estén representantes de organizaciones sociales, de los estudiantes, del movimiento político. Miriam (Roldán) y Tomás (Montenegro), representan de alguna manera a las compañeras y compañeros de la CTA que también están acá, de distintas partes de la provincia. Y para mí es un orgullo poder estar con ustedes, poder llegar hasta esta ciudad, Esquel, y hasta esta región que siempre parece tan lejana a los ojos de los que vivimos en la Capital Federal, pero mucho más lejana todavía de los ojos de los que gobiernan, pensando que el país termina en la General Paz, que es ese territorio que de alguna manera intentan mostrar como un territorio de privilegio y que da la medida un poco de la desigualdad en la que nosotros vivimos. El ingreso per cápita de los habitantes de la Capital Federal es comparable al de algunos países de Europa, y el ingreso per cápita de los habitantes de las provincias pobres del país, está más cercano del de muchos países de África que del de los países de Europa. Eso es una parte de la tremenda historia y del tremendo presente de desigualdad que vivimos en la Argentina pero yo creo que sin lugar a dudas a los trabajadores que tenemos una concepción solidaria de la vida, porque ya ni siquiera es de la política, alguien que es trabajador ya piensa la realidad en términos colectivos. Nadie que esté en un lugar de trabajo puede pensar simplemente como un individuo, sea un empleado, sea un maestro, sea un obrero, esté en un pozo petrolero, o tenga la ocupación que tenga. Y esa es la gran diferencia que tenemos con los que piensan el país en términos de individuo.

El otro día alguien decía que no hay sociedad, lo que hay son individuos y hay familias, y la sociedad que hoy nos quieren vender es una sociedad en la que hay consumidores y no ciudadanos que tienen que tener derechos garantizados. El individualismo y la sociedad de consumidores es lo que caracteriza a los que quieren convencernos de que la desigualdad no es mala, de que la desigualdad es un hecho natural.

Recuerdo que en un diario de acá de la región, Río Negro, en la década del 90, su director había sacado un editorial donde para tratar de explicar que lo que representaba en ese momento el neoliberalismo en la versión del gobierno menemista estaba en consonancia con el orden natural de la esencia del ser humano y de la vida, daba como ejemplo -nosotros lo usamos mucho en Ctera para la formación de los delegados y delegadas- lo que ocurría en la selva cuando el león perseguía a la gacela y se abalanzaba sobre ella para alimentarse. Y entonces, el editorialista decía: ’¿A quién se le ocurriría poner un árbitro en la selva?’. A quién se le ocurriría poner alguien que toque pito para evitar que el león que es más fuerte y está mejor dotado, que tiene la necesidad, no se abalance sobre la gacela para satisfacer tanto sus instintos como sus necesidades. Y entonces la siguiente conclusión era: ’¿Por qué vamos a esperar que entre los seres humanos la cosa sea distinta?’ ¿Por qué imaginarnos que tiene que haber un Estado que intervenga para tratar de cambiar y de obstaculizar lo que en el orden de la vida y de la naturaleza se acepta como válido y como normal. Ese tipo de razonamiento, el de sociedades que se estructuran sobre la base de desigualdades, sobre la base de poderes asimétricos -porque hay una asimetría constitutiva entre el patrón y el obrero, entre el empleador y el trabajador-. Esa asimetría que se fue tratando de emparejar siempre en base a las conquistas sociales, los sindicatos, los derechos laborales, la justicia laboral, los convenios colectivos de trabajo. Esas conquistas que costaron tanto como por ejemplo el aguinaldo, las vacaciones, la jornada laboral, el pago de horas extras. Todas esas conquistas que parecían ya formar parte de manera indiscutible de la cultura de nuestro pueblo, que parecían formar parte de conquistas que no se podían volver a discutir, todo eso hoy, quienes gobiernan la Argentina, pretenden ponerlo nuevamente en discusión. Por eso quienes hoy gobiernan plantean que la Argentina es un país que tiene un costo laboral muy alto. La mitad de los trabajadores de Argentina gana menos de 8300 pesos. Es decir, la mitad de los asalariados está por debajo de los 8300 pesos. Sin embargo, el gobierno sigue insistiendo con que, medido en dólares, el costo laboral de la Argentina es alto. ¿Con quién nos comparan? Correspondería hacerse la pregunta, porque cuando uno dice: ’el costo laboral de la Argentina es alto’, ¿en relación con quién? Por supuesto, en relación con los compañeros, con los trabajadores de países como Perú, como Colombia, México, donde el arrasamiento de las conquistas del sector obrero ha sido durante años la constante.

Es decir, quienes hoy gobiernan la Argentina están convencidos de que para que este país sea competitivo, no es que tiene que ofrecer una naturaleza como la tiene la Argentina, privilegiada, con diversidad de climas. No es que tendríamos que ofrecer, como lo teníamos antes, energía a bajo costo. Lo que tiene que ofrecer la Argentina para ser competitivos es mano de obra muy barata. Si queremos competir en el mundo y tener un lugar en el mundo tenemos que tener mano de obra muy barata. Por eso estaban convencidos de que cuando ellos llegaran al gobierno, los capitalistas del mundo iban a quedar asombrados de que un hombre proveniente de una familia de empresarios, con un gabinete de empresarios al frente de un país díscolo como el nuestro, al frente de un país con un movimiento obrero que siempre dio lucha y con una historia de luchas sociales muy grande, cuando un presidente así llegara a la Casa Rosada los inversores se iban a abalanzar sobre la Argentina, para poner y apostar a ganador e invertir y generar fuentes de trabajo. Íbamos a estar viviendo en un país donde las inversiones externas iban a llover sobre la cabeza una atrás de la otra, y toda esa mentira quedó demostrada en el simple hecho de que hoy no hubo una sola inversión externa en la Argentina. Y que éstos que despreciaban los acuerdos con China tuvieron que ir ahora, a último momento a poner la escupidera a los chinos para recuperar esos compromisos que se habían asumido, porque en definitiva, la única inversión externa, real y concreta que hay para la Argentina es esa que se había pactado con China antes de que este gobierno llegara a la Casa Rosada. Esto lo digo porque nosotros tenemos primero que desmitificar las mentiras que se dicen todos los días en los medios de comunicación.

La Argentina no puede tener inversiones productivas, por el simple hecho de que da mucha más ganancia la apuesta a la especulación financiera, que es la que ofrece el propio gobierno. El negocio con las Lebacs (Letras del Banco Central), el cambio en dólares, esa rápida bicicleta financiera y la fuga de capitales da mucha más ganancia que tomar el riesgo de venir a invertir en un país como éste, aún con las ventajas que se pueden tener. Y este es el problema y el drama que hoy tenemos. Hoy tenemos un sistema que funciona otra vez en base a y para la especulación financiera;
por eso estamos perdiendo fuentes de trabajo, por eso estamos perdiendo industria, por eso una industria como YPF empieza por primera vez en muchos años a dar pérdida, por eso tenemos languideciendo a los pequeños y medianos empresarios. Y algunos dirían: ’pequeños y medianos empresarios, es una antigüedad’. Muchos de estos miembros de multinacionales -porque ahora vamos a hablar un poco de cómo está compuesto el gabinete, ustedes lo saben, la mayoría son gerentes de multinacionales- desprecian a la mediana y pequeña empresa. Cuando nosotros decimos que nos vamos a reunir con las pymes para elaborar un programa conjunto de recuperación de la pequeña empresa nos miran como si fuéramos decadentes. ’Éstos tipos a dónde quieren ir con la pequeña y mediana empresa’. Ahora, la realidad es que en la Argentina, y eso no lo pueden desmentir ellos, 8 de cada 10 empleos los genera la pequeña y mediana empresa. Esta es la realidad. Los grandes inversores que ellos iban a traer no vinieron y los que están acá en la Argentina desde hace mucho tiempo, esos generan apenas el 20% del total del empleo en Argentina. Este es un gobierno compuesto por representantes de grandes grupos multinacionales, por representantes de empresas multinacionales. A diferencia del menemismo, a diferencia del gobierno de la Alianza, que fueron gobiernos que venían de alguna tradición popular, el justicialismo, una alianza con el radicalismo y un sector del progresismo, a diferencia de esos gobiernos, este es un gobierno por primera vez representativo de los intereses del núcleo duro de la clase dominante.

Muchos de nosotros pensábamos que no era posible que en Argentina, ese grupo de poder llegara al gobierno a través del voto popular. La realidad lamentablemente nos demostró otra cosa. Creo que cometimos el error de subestimar eso. Muchas veces nosotros decíamos: ’Pero cómo Macri va a ser presidente de un país si apenas gobernó en la Ciudad de Buenos Aires’. Dónde está el arraigo popular, el arraigo en los sectores populares en un presidente como Macri, si no tiene gobernadores, no tiene intendentes, no tiene ninguna fuerza territorial en el resto del país, de dónde van a salir los votos. Hoy, la luz de la experiencia nos demuestra que no tenía eso pero tenía los grandes medios de comunicación como parte de una alianza de la clase dominante, tenía a un sector muy importante, y tiene a un sector muy importante del poder judicial y tiene a los grupos económicos poderosos de este país. Y eso le permitió construir una mayoría, por supuesto ayudaron los errores cometidos del lado del campo popular, porque así como hubo extraordinarias conquistas y avances, cometimos errores, como le sucede a cualquier construcción además del ser humano, yo no creo que haya nadie que no cometa errores. Nosotros no supimos ver los nuestros, no supimos corregirlo a tiempo y eso los ayudó también.

Lo cierto es que hoy tenemos frente a nosotros, como decía Tomás, un gobierno que tiene una agenda que claramente va en contra de los intereses de la inmensa mayoría de los argentinos. Porque los sectores que se están beneficiando con la política de este gobierno, ya casi transcurrido un año y medio, está claro que son los grandes exportadores cerealeros, los especuladores financieros y los que están vinculados al negocio a través de multinacionales en el manejo de la cuestión energética. Esos son los tres grandes sectores que hoy se benefician con las políticas del gobierno de Mauricio Macri. Cuando dicen que los argentinos estamos viviendo una crisis no es verdad, no todos los argentinos estamos viviendo una crisis. Hay un puñadito de argentinos que está usufructuando y sacando el jugo de la crisis porque los trabajadores perdimos en un año y tres meses tres puntos en el reparto de la renta general del país. Cuando asumió el gobierno de Néstor Kirchner, los asalariados nos llevábamos un 33% y un poquito del reparto de la renta del país. Cuando terminó el gobierno de Cristina Kirchner, cuando termina ese ciclo, estábamos arriba del 37%. Hoy, en apenas 15 meses del gobierno de Mauricio Macri, retrocedimos tres puntos. Son 16 mil millones de dólares que salieron del bolsillo de todos nosotros, y que fueron a parar a las manos de la concentración económica. Es el equivalente de los que nos costó pagarles a los fondos buitres. En un año y tres meses, del primer al último peso salió de nuestro bolsillo. Esa es la cuenta que ellos hacen. Por eso la alianza de los que sostienen al macrismo se mantiene intacta. Es verdad que hay peleas de bandas dentro del gobierno. Porque eso lo vemos todos los días, una pintura de época que hacía la compañera Cristina Fernández de Kirchner. Y es verdad, pero esas peleas de bandas, esa disputas se dan en la superficie. En las cuestiones de fondo están de acuerdo. Por eso tienen esa fortaleza. La cuestiones de fondo para ellos son bajar el costo laboral aún más, terminar con las conquistas del movimiento sindical. La Argentina tiene conquistas que no existen en otras partes del mundo. Eso tiene que ver con la historia de lucha del movimiento obrero argentino que empezó organizándose y con los primeros inmigrantes que traían las ideas del socialismo, del comunismo, del anarcosindicalismo, y se fortaleció muchísimo más cuando a partir del 17 de octubre del 45 el movimiento obrero se constituye como un sujeto social protagónico de la vida en la Argentina. Eso no pasó en otros países de América Latina. Brasil tuvo un Getúlio Vargas que tuvo también políticas benefactoras, el Estado de Bienestar, pero no tuvo un movimiento obrero y sindical que se constituyera en una fuerza protagonista como fue en la Argentina a partir del 17 de octubre. Fue una rebelión de los obreros, de las trabajadoras que le arrebatan a la oligarquía a un Perón que estaba capturado, cautivo, que iba a ser liquidado. Y eso marca nuestra historia. Pero estos sectores dominantes no soportan tener que vivir en un país donde esas conquistas siguen vigentes. Argentina es el único país del mundo, o uno de los muy pocos que todavía tienen a las comisiones internas y a los cuerpos de delegados, es decir, al sindicato metido dentro de la empresa. En Brasil, por ejemplo, el sindicato puede pautar convenios pero no puede tener delegados ni tener presencia dentro de la empresa. Eso los vuelve locos a estos tipos porque ellos consideran que la empresa es su territorio, es su propiedad privada. Por ejemplo, no querían aceptar cuando discutíamos la ley de seguridad laboral que tuviéramos veedores dentro de la empresa para definir políticas acerca de las condiciones de salud y de seguridad. Ellos quieren volver a una Argentina preperonista, en su afán de revanchismo de clase y en su afán de llevar las cosas a un punto en el que no pueda haber gobierno popular. Esta gente logró retroceder. Por lo menos en el plano de las medidas económicas o macroeconómicas, volvimos a la deuda externa, volvimos a la Argentina de la especulación financiera, volvimos a la Argentina de los aprietes, volvimos a la Argentina de los despidos, eso lo pudieron hacer. Hay otras cosas que no pudieron hacer, después vamos a hablar de eso.

Ellos están imaginando que es necesario, a partir de este poder que hoy tienen y profundizando el saqueo del país, generar las condiciones que le permitan llevar a nuestro país a una situación parecida a la que teníamos antes de que existiera el peronismo en nuestro país. Es decir, remover los derechos conquistados por el movimiento sindical; terminar con la estabilidad en el trabajo, tanto en el sector privado como en el sector estatal; volver para atrás esas conquistas que tienen que ver con la educación pública, con la salud pública. Están pensando en que otra vez hay que proponer la reprivatización del sistema jubilatorio. Están pensando que quizás haya que hacerlo sin tener que decir que lo van a entregar a las AFJP el manejo de los fondos, pero instalando un sistema de capitalización individual, como el que existía con las AFJP, pero manejado desde el sector público. Esto les permitiría dos cosas, por un lado la libre disponibilidad del fondo de sustentabilidad del Anses que es el fondo más grande que existe en la Argentina y que ha sido prenda de la deuda externa. Es decir, los acreedores externos están con la lupa puesta sobre cómo se mantiene ese fondo porque ese fondo es el que le permitió a la Argentina endeudarse como se endeudó en estos 15 meses. Y, por otro lado, quieren terminar con la movilidad jubilatoria. Ellos están buscando las condiciones como para que el pueblo argentino sea puesto dentro de una especie de licuadora. Al presidente, ustedes lo habrán escuchado hablar, de la revolución cultural que necesitaríamos los argentinos. La revolución cultural que necesitamos los argentinos es ésta, dejar de pensar como pueblo, dejar de pensar como colectivo social, dejar de pensar como clase trabajadora la realidad y empezar a pensarla como individuos, que en el palo enjabonado del mercado se agarren como puedan para trepar y tratar de que el que está arriba no nos impida el paso para seguir subiendo. Esto es lo que ellos quieren. Una sociedad de gente que compita entre sí, despiadadamente. Que se olvide de que hay gente pobre, que se olvide de que hay gente que perdió el trabajo. Una sociedad que acepte como algo normal que a un pibe joven por ser joven y por ser pobre la policía lo pueda poner boca abajo en cualquier calle y pisarle la cabeza y si lo deciden ellos, que termine preso o que termine peor. Y que lo aceptemos como algo natural porque es la única manera de vivir seguros. Que aceptemos como algo natural las codicias de los que nos gobiernan. Que veamos el espectáculo de cómo se disputan el botín del Estado y permanezcamos impasibles. Fíjense lo que pasó con los fondos del Correo. Se quisieron manotear para la familia del presidente los recursos que nos pertenecen a todos y en vez de hablar de corrupción inventaron el término incompatibilidad de intereses. Había incompatibilidad de intereses, no había el intento de robarnos a todos los argentinos. No había el intento delante de nuestras narices de hacer un abominable acto de corrupción, era una incompatibilidad de intereses que se arreglaba rápido. Ahora viene lo de la Odebrecht y entonces mandaron un emisario para pactar qué cosas se podían decir y que cosas no. Lo publicaban los diarios como algo normal, como si hubiesen mandado un emisario a México para discutir no sé qué acuerdo. No, con una empresa para ver cómo a cambio de la continuidad de los negocios de la empresa se aseguraban de qué se hablaba y de qué no se hablaba. Y esto sucede delante de nosotros y los medios de comunicación tienen la tarea de naturalizar todo esto, para que los argentinos atiborrados de noticias malas terminemos por no reaccionar ante nada.

Fíjense, acto del 25 de Mayo. Una gran cantidad de escuelas y alumnos de primaria y secundaria, en el museo que está pegadito a la Casa Rosada. En ese acto el presidente, en lugar de hablar de algo que tuviera que ver con esa fecha, la emprende contra los sindicalistas, los jueces: “A mí ningún juez, ningún sindicalista, ningún empresario me va a decir lo que tengo que hacer”. Eso dice el 25 de Mayo. Imagínense si delante de una audiencia infantil Cristina Kirchner hubiese dicho “A mí ningún juez me va a decir lo que tengo que hacer”, hubiese sido un escándalo, que se hubiesen escuchado los alaridos del dolor republicano, hasta Canadá, más o menos, hubiésemos estado nadando entre lágrimas republicanas.

Sin embargo, eso aparece como algo absolutamente natural. Entonces creo que tenemos que lograr primero saber hacia dónde van quienes nos gobiernan, porque no es un gobierno más, es un gobierno distinto a todos los que nosotros conocimos. Es un gobierno que, además, forma parte de una oleada de gobiernos autoritarios que en América Latina han venido a despojar a los pueblos.

Estos gobiernos que nosotros teníamos en América Latina, tenían mucha diferencia entre sí, pero una agenda social, una idea de convocar a construir determinado tipo de consenso con los sectores populares. Hoy eso se perdió. Ellos proclaman que van a ser los dueños y señores de las decisiones que se tomen. Y esas decisiones tienen que ver con aplicar de manera impiadosa, políticas de ajustes que nosotros venimos sufriendo desde hace quince meses, porque para los sectores populares, todo lo que sucede es en contra de los intereses de quienes menos tienen. Desde el tarifazo, hasta el pago de la deuda externa; desde el pago a los fondos buitre hasta la eliminación de las retenciones. Desde la entrega del canon a las mineras, hasta este horroroso acto que significó lo que ellos llamaron, además, ley de reparación histórica para los jubilados, que es un nuevo intento de quedarse con los recursos de los jubilados.

Creo que frente a esto fue correcta la decisión que tomamos de distintos sectores de la sociedad de intentar de expresar en las calles una resistencia a estas políticas, porque lo único que puede ponerle freno al avance y a la profundización de esta política de ajuste es la resistencia de los sectores populares, es la lucha de nuestro pueblo; del movimiento sindical en defensa de sus convenios, de sus conquistas; es la lucha de los movimientos sociales, de los cooperativistas, de las multisectoriales contra el tarifazo y hay que buscar vínculos y puntos de unidad en la acción de esos sectores. Esta gente no va a retroceder, al contrario, van a querer avanzar porque ellos saben que si algo les permite seguir donde están es la división del campo popular. Están pensando la elección no en términos de lograr el 50% de los votos para consolidarse como mayoría y seguir. No, saben que van a sacar el 30, 32%, pero necesitan que la oposición se divida en otros dos 30%. Con eso se dan por satisfechos. Porque con eso, con la división del campo popular, siguen gobernando ellos.

Lo mismo hacen con el movimiento sindical. Hacen todo lo que pueden para dividir. Dentro de la CGT se han llevado a un personaje nefasto como el Momo Venegas. No hace falta que digamos nada más, con lo que se vio en ese acto del 1º de Mayo. Era como una especie de celebración del síndrome de Estocolmo. Besarle las manos al presidente empresario. Pero aun no conforme con eso, con tener su propio muñequito, para mostrar como si fuera una mamushka del sindicalismo oficialista, disfrazado con frack, como lo vimos nosotros en España, van por la división de la CGT y por la división entre la CGT y la CTA, y si pudieran la división de las dos CTA y si pudieran la división de los movimientos sociales. Hay movimientos sociales con los que sí se hablan y otros con quienes no se hablan. Y así con todo. La división es el secreto para que ellos puedan seguir gobernando, la división nuestra. Arriba están unidos y ellos saben que el límite que tienen somos nosotros, si nos damos la forma de poder demostrar en la calle, con la presencia movilizada que estamos dispuestos a decirles hasta acá. Y hay un ejemplo muy concreto, el 2x1. Si el pueblo argentino no hubiese salido a la calle, como salió en todo el país, si no hubiésemos poblado las calles de todo el país, con gente que unida, salió a decirle que no, hoy tendríamos una fila de genocidas saliendo alegremente de las cárceles celebrando el 2x1. Y no fue posible, lo intentaron, porque fíjense, vean cómo los medios los blindan. El ministro del área salió a decir que estaba de acuerdo con el 2x1, cuando la Corte emitió su primer fallo. Avruj salió a hablar y lo hizo como vocero oficial del gobierno. A la semana después de la marcha le mandaban a decir que el gobierno nunca había estado de acuerdo y ningún diario dijo qué pasó, ¿por qué hace una semana sí y ahora después de la marcha no? Lo concreto y real es que si tuvieron un límite es el que le puso el pueblo argentino en la calle. Y así como le pusimos el límite en ese tema concreto, entiendo que tenemos que estar dispuestos para ponerles el límite en ese tema concreto, entiendo que tenemos que estar dispuestos a salir a la calle por la expoliación con los jubilados; con el avance contra los convenios colectivos de trabajo, para ponerle límite en cuanto no solamente a la flexibilización, a la caída del poder adquisitivo de los salarios.

Hace poquito a nosotros nos tocó muy de cerca porque vivimos un conflicto todavía abierto en la provincia de Buenos Aires con los docentes, en la que el gobierno no solamente quería mostrar como caso testigo partirle el espinazo a los docentes de la provincia de Buenos Aires, sino que quería llevarse puesta a la conducción del sindicato de la provincia de Buenos Aires, Suteba, lo intentaron, para eso empezaron amenazando al nieto de Baradel, a los hijos de Baradel, después siguieron con la política de ensuciarlo en programas, en los cuales paseaban a la candidata opositora de un programa para el otro, y después intentaron incluso, construir una serie de mentiras para convertir a Baradel en una especie de burócrata que viajaba a 60 países del mundo y estaba de vacaciones, todo el tiempo, mientras los pobres docentes pasaban penurias, todas esas mentiras.

Y lo real y concreto es que los compañeros docentes cuando fueron a votar le pusieron un límite al gobierno. Le dijeron a la conducción del sindicato la elegimos nosotros. Ustedes no nos van a decir a través de algunos mercenarios que manejan en televisión, o por la publicidad, o a través de los trolls que trabajan en la Rosada, cuál es el dirigente para nuestro sindicato.

Esos límites fortalecen la democracia, porque además nos quieren convencer de que cuando salimos a pelear a la calle, cuando nos movilizamos, o cuando hacemos un paro general, como fue el del 6 de abril, que fue contundente, inapelable, que todos esos son actos teñidos de golpismo, incluso han usado la palabra, han dicho que son acciones golpistas, que están destinados a poner en vilo la continuidad del gobierno de Mauricio Macri. Y eso es una gran mentira. Porque los sindicatos, la oposición, el Congreso, el Poder Judicial si es independiente, cada institución que existe en la democracia cumple una función, que es equilibrar el poder del Ejecutivo, que es mostrar otros caminos, que es señalar la posibilidad de correcciones, como sucedió con la Ley Antidespidos, que después el presidente la vetó.

Creo que debemos estar convencidos, de que el fortalecimiento de la democracia, es hacer exactamente lo contrario de lo que pretende el gobierno que hagamos. Bajar la cabeza, resignarnos, mirar como si no viéramos que ocurre delante de nuestros ojos, los actos en los que de manera casi diría vergonzosa, están esquilmando el patrimonio nacional, nos están endeudando, nos están empobreciendo, nos están entregando al mejor postor, como lo están haciendo hasta ahora. Creo que el camino para nosotros es buscar la unidad, construir la unidad que nos permita defender lo que tenemos. Quienes pensaban que darle tiempo al gobierno, que callar, que ayudar a la gobernabilidad era levantar la manito en el Congreso para convalidar cualquier cosa; quienes pensaban que si al gobierno éste le iba bien a todos los argentinos nos iba a ir bien, la realidad demostró que si tenían buenas intenciones, estaban equivocados. Digo, si lo dijeron con buenas intenciones, la realidad demostró que no es así. Y la realidad demostró que el único camino que tenemos es el que vimos cuando salimos a la calle con el 2x1, en el paro general Si no hubiese habido todas estas luchas estaríamos peor. Algunos pueden preguntar qué se logró con todas esas luchas. Se logró ponerle un límite, que no avancen todavía más, que no se lleven puestos los convenios colectivos, que no despidan más estatales. ¿Es poco lo que se logró? Quizá sí, en comparación con lo que haría falta, pero es mucho si lo pensamos en función de lo que podríamos haber perdido. Porque son dos maneras de mirar la realidad. No digo esto para que nos sintamos conformes y nos vayamos a casa tranquilos, y nos quedemos contentos con nosotros mismos. Al contrario. Creo que debemos valorar lo que significaron las movilizaciones, la Marcha Federal del año pasado, las luchas que tuvimos, las luchas de los docentes, de los estatales, de los organismos de DDHH, las luchas para tratar de denunciar el encarcelamiento oprobioso de una líder social por su condición de integrante de una organización que cooperativizó el trabajo y que le molestó a los dueños de la obra pública de Jujuy porque no podían competir a precio de mercado.

Todas esas luchas, ahora tenemos que volver a unirlas. Debemos pensar que se acerca una elección, en la cual se juega algo importante. Si el gobierno se sintiera fortalecido, si el gobierno pudiera lograr un resultado que le permita, aunque sea forzando una realidad instalada a través de los medios decir que tuvo el aval de la ciudadanía, seguramente las medidas que van a tomar van a ser todavía más duras y van a ir más a fondo con el ajuste. Es lo que le están pidiendo los grupos empresarios que los respaldan. Se lo están diciendo con todas las letras. Le han dado tiempo hasta después de octubre. Le han dicho bueno, el déficit fiscal que hay que reducir; la jubilación que hay que congelar, los salarios que hay que congelar, damos tiempo hasta después de octubre, pero luego queremos la respuesta concreta. Necesitamos que en esta coyuntura electoral, el gobierno no pueda ni aun forzando la realidad, demostrar que se constituyó con la mayoría que avale sus medidas. Para esto hace falta: construir la unidad de un frente opositor, que claramente se referencie en lo que fue la experiencia de mayor avance en términos de transformación que tuvimos desde que existe la democracia en la Argentina nuevamente y ése es el gobierno de Cristina Kirchner, y esos fueron los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.

Y esto no quiere decir que no haya habido errores, que no haya quedado mucha de las políticas a mitad de camino. No podemos decir que tocamos el cielo con las manos. Pero si que hubo grandes avances, hubo políticas que permitieron terminar con la impunidad, que permitieron generar empleo, que permitieron devolverle a una gran parte de nuestro pueblo la posibilidad de estar en una universidad, en una escuela pública. Eso en un país que todavía tiene enorme cantidad de compañeros pobres, enorme cantidad de trabajadores no registrados, pero lo que está claro es que por el camino de este gobierno, todos esos problemas se profundizan y hasta se vuelven irreversibles. Retomar aquel camino tratando de hacerlo mejor que lo hicimos antes, de no cometer los errores que le permitieron a ellos denostar a estos gobiernos como populistas, como nidos de corruptos, etcétera.

Y para ello es clave el triunfo electoral en la provincia de Buenos Aires, es clave que tenga centralidad la figura de Cristina Kirchner. Pero no podemos dejar todo cifrado ahí, nosotros como parte del movimiento social tenemos una tarea indelegable y es convocar a la lucha de manera incesante en todos los escenarios que tengamos que salir a replicar con la presencia en las calles, la voluntad de ponerle límite al ajuste y la voluntad de ponerle límite a los que se quieren llevar todo por delante.

Ahí tenemos que estar todos, por eso la idea es convocar a una marcha nacional, una marcha que nos ponga de nuevo en el camino de las grandes movilizaciones como lo hicimos en marzo. Hacerla con los compañeros, de un sector de la CGT; hacerlo en los territorios con todos los compañeros del movimiento sindical. Que el que quede afuera quede afuera porque lo decidió, no porque no lo convocamos, no porque no lo llamamos. Hacerlo con los movimientos sociales, de mujeres, barriales, hacerlo con la juventud, los estudiantes, las organizaciones políticas que quieran volcar su militancia a la calle, no para poner rumbo sino para ser parte de una épica popular. Con los maestros, con los compañeros estatales, con las dos CTA, con los productores agrarios, con los pequeños y medianos empresarios.

La idea es una convocatoria para definir un programa del campo popular de salida a la crisis para que ese programa sirva como bandera de lucha pero sirva también como para decirle a quienes asuman la tarea de ser nuestros representantes, por esto ustedes llegan a la banca, por esto ustedes llegan a los lugares donde les damos el voto, que haya rendición de cuentas.

Estoy seguro que es el mejor aporte que vamos a hacer para que el día de mañana, cuando miremos a los ojos a nuestros hijos, a nuestros compañeros, cuando leamos en los diarios que cerró una fábrica, cuando sepamos que en un barrio a un chico pobre, joven, a una mujer la avasallaron, la única manera de saber que nuestra conciencia está tranquila, es saber que cuando tuvimos que estar en la calle estuvimos; es saber que cuando tuvimos que decir la verdad no nos tembló la voz, es saber que cuando tuvimos que decirle a nuestro pueblo éste es el momento de salir, lo hicimos porque nosotros estábamos convencidos que íbamos a poner la cara a cada momento.
Ésta es la convocatoria que hacemos.
Otra vez a la Marcha Federal, otra vez unidad del campo popular, otra vez a ganar las calles.
Gracias, compañeras, compañeros”.

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