Saludo del secretario general de CTA de los Trabajadores, compañero Hugo Yasky, en el marco del Bicentenario de la Independencia argentina y publicación en la Revista Independencias - "Seamos libres, lo demás no importa nada" del Instituto Patria.

En este momento, pensando que al cumplirse 200 años de aquella fecha en la que nuestro pueblo inició el camino de la independencia es bueno recordar todas esas historias de luchas populares que con avances y retrocesos nos permitieron ser una nación, constituirnos como pueblo y fundamentalmente seguir sosteniendo la idea de que la independencia tiene que ver con asegurarle a nuestro pueblo las condiciones de vida digna, la defensa de su historia, de su cultura; eso que es como un mandato que viene a lo largo de los tiempos. Creo que la Argentina ha sido capaz de construir unidad de América Latina, ha sido capaz de abrazar a los pueblos del continente recuperando su identidad y eso tiene que ver también con la independencia. La independencia es el pueblo, es la cultura, es la identidad, es el color, es el perfume que nos hace diferentes a otros pueblos y que nos hace hermanos también de otros pueblos. Así que, sabiendo que estamos en momentos difíciles, sabiendo que estamos otra vez en un momento en el que algunos se plantean la desindependencia, volver para atrás con esa soberanía que conquistamos, volver para atrás con la soberanía significa por ejemplo entregar nuestras riquezas, volver a ponernos atrás del peso de la deuda externa, volver a endeudar al país, volver a arrodillar al país frente por ejemplo a los fondos buitre, eso también es retroceder en la independencia. Y sé que en esa pelea vamos a estar juntos reafirmando el mandato que el 9 de Julio de 1816 suscribimos quienes querían ser argentinos, y que nos legaron la tarea de seguir sosteniendo ese desafío. Así que un abrazo enorme a los trabajadores, a las trabajadoras, a nuestro pueblo en los 200 años con el orgullo de ser argentino, con la convicción de que no nos tenemos que arrepentir, de que no tenemos que pedir perdón de haberlo echado a Cisneros, ni de haber librado las guerras que libramos, ni de haber alzado la cabeza y habernos puesto de pie cuando hubo que hacerlo. No hay que vivir de rodillas y ese es el legado también de ese segundo centenario.

Publicación en la Revista Independencias - "Seamos libres, lo demás no importa nada" del Instituto Patria.:

Las desindependencias en la Argentina

por Hugo Yasky

La Declaración de la Independencia, celebrada en Tucumán el 9 de julio de 1816, constituye un hito histórico por la valiente decisión de iniciar el camino para salir de la dominación española que amenazaba con recuperar la posesión de sus colonias. Desde entonces, dos proyectos antagónicos de país se han venido enfrentando y, a lo largo de doscientos años, es posible reconocer las marcas de esa disputa, los flujos y los reflujos de una determinación que a lo largo de nuestra historia estuvo en avance o retroceso de acuerdo al bloque de poder que gobierna nuestro país.

El proyecto del unitario Bernardino Rivadavia, quien toma los resortes del poder en el año 1820, y cuenta con el triste antecedente de ser el fundador de la deuda externa argentina, exhibe la representación más cabal de los intereses británicos en las Provincias Unidas. El endeudamiento con la Banca Baring Brothers, de Londres, es un antecedente desgraciado para la soberanía nacional y sella el vínculo de dependencia entre la clase oligárquica porteña y el capital británico. Este fue un estigma, la pulsión por el endeudamiento como forma de consolidar la dependencia de nuestra nación, que a lo largo del transcurrir de nuestra historia volverá a aparecer una y otra vez.

El proyecto que se contraponía al rivadaviano, precursor del mitrista, fue el de las montoneras federales y de los denominados “caudillos del interior” (Facundo Quiroga, El Chacho Peñaloza y Felipe Varela, entre otros) quienes impulsaban un proyecto integrador y luchaban contra la prepotencia centralista. Esa visión de país es retomada desde otra perspectiva, bajo el gobierno de Juan Manuel de Rosas, una vez más confrontado por la oligarquía y sus aliados externos.

Podemos identificar 1918 como un año bisagra en cuanto a la reacción de los sectores medios y populares por recuperar tanto terreno perdido, y hacer valer sus derechos y conquistas tan postergadas por parte de la clase dominante. La lucha por la reforma universitaria es un chispazo que permite romper con el tradicional control de la Educación Superior que ejercían los sectores socialmente más acomodados.

En 1945, con el nacimiento del peronismo y la constitución del sujeto histórico representado por la clase trabajadora, esa disputa entre dos sujetos de clase, dos núcleos, dos polos en tensión, entre una clase dominante y los sectores populares llegan a su punto de tensión. Por eso Braden fue la expresión de esos sectores oligárquicos, aliados al nuevo imperio, Estados Unidos, que había surgido con una potencia arrolladora a comienzos del siglo XX.

El derrocamiento de Juan Domingo Perón en 1955 y la recuperación del poder por parte de los sectores liberales, reducen los márgenes de autonomía nacional y se reincide en el endeudamiento externo. Estas mismas políticas de destrucción de la industria local, pérdida del poder adquisitivo de la clase trabajadora y aumento exorbitante del desempleo, alcanzarán su punto máximo con las políticas de la última dictadura cívicomilitar a partir de 1976 y del surgimiento del menemismo, ya en democracia, a partir de 1989.

El intento de reasumir la condición de nación independiente y de devolver a los sectores populares las conquistas arrebatadas se produce a partir del 2003; un hito, el rechazo del ALCA en el 2005; la conformación del MERCOSUR, la CELAC, la UNASUR. La búsqueda de la unidad latinoamericana con una mística y una épica, que se impregnó del espíritu de un bicentenario independentista con Chávez, Lula, Evo, Correa, Néstor y Cristina Kirchner.

Hoy, el gobierno de Macri trata de someternos nuevamente a los designios de los Estados Unidos, resucitando el frustrado ALCA, a través del tratado del pacífico. Mientras que el Estado ha sido copado por empresarios de las grandes multinacionales. Otra vez endeudamiento externo y pago a los fondos buitres, van de la mano con la persecución a luchadores populares, como Milagro Sala y Pitu Salvatierra; 200.000 despedidos; tarifazos; inflación; caída del salario, estrangulamiento de las pymes; entrega de la soberanía nacional, son algunos de los principales trazos de esta ofensiva restauradora.

En esta etapa histórica una vez más vuelve a ser fundamental el papel de los trabajadores y de los sectores populares, para recuperar la agenda de los pueblos y el camino de la independencia nacional y la unidad latinoamericana.

Artículo en la Revista Independencias - "Seamos libres, lo demás no importa nada" del Instituto Patria.: http://www.independencias.com.ar/web/las-desindependencias-en-la-argentina/

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