La convicción en la fuerza necesaria para la lucha y la portación de conciencia de clase se lleva en la sangre. Mi abuela Clementina nos enseñó eso.

Mi vieja fue delegada de la comisión interna de Bagley (STIA, alimentación), en los ’80.

Estuvo todo el tiempo junto a sus compañeras y compañeros durante 6 meses en huelga con olla popular, casi no iba a casa. El partido en el que militaba en ese momento, a mi entender no estuvo a la altura. El sindicato las/los traicionó.

Rodolfo Daer era el nombre del secretario general del sindicato en ese momento, (¿les suena?), seguro que sí, porque lo sigue siendo; es Daer, el hermano de Daer el triunviro.

Un tiempo antes: la recuperación de la democracia, 30 de octubre de 1983; yo tenía 13 años, con mi mamá y sus compañeros del partido habíamos ido a la Plaza. Recuerdo ese día de mi primera participación en una marcha yendo a la Plaza en un micro escolar alquilado por el partido.

A los lados del micro, los patrulleros de la federal. Los compañeros cantaban: “policía federal la vergüenza nacional”. No voy a mentir, tuve miedo entonces.

Así empezó en mi vida un ejemplo de dignidad y lucha de una mujer trabajadora. Mi mamá, que fuera delegada de la comisión interna de la fábrica Bagley de la alimentación. La que estaba en Constitución y empleaba a miles de trabajadoras y trabajadores.

Viví todo el conflicto desde adentro. Comí en la olla popular, escuche a mi mamá cuando agarraba el megáfono y le hablaba a sus compañeras y compañeros. Siempre a la altura, siempre en su discurso resaltaba su condición de clase, como hoy. Vi como subían en los colectivos a pedir ayuda a los pasajeros para el fondo de huelga.

Uno de esos días, clave en la lucha, estábamos ahí en el acampe y olla popular, donde hoy pasa la autopista. Veíamos como la policía y los servicios filmaban desde las terrazas de la fábrica. Ese día abrieron la fábrica y como siempre muchas obreras y obreros que no podían pensar y menos aún imaginar que perderían su trabajo, se resignaban, agachando la cabeza y avanzaban para trabajar y reafirmar el quiebre de la huelga que ya había quebrado y traicionado la conducción del sindicato de la Alimentación.

Al grito de “¡Carneros!” muchos de los huelguistas intentaban detenerlos. La policía cazaba, como podía a los que podía. Una compañera de mamá que había sido atrapada se les escapó por la ventanilla del patrullero. Fue hermoso ese momento.

Cuando debieron tomarse las decisiones la lucha se perdió. Pero nunca se abandonó. Muchas trabajadoras y trabajadores quedaron afuera. Entre ellos, aparte de toda la comisión interna, quedó cesante mi amada tía Graciela, hermana de mi mamá, mujer luchadora como ella. Graciela jugó su resto para defender los principios.

Mi mamá fue/es el ejemplo más sublime y hermoso que tengo de una mujer trabajadora y luchadora y llevaré con un inmenso orgullo toda mi vida.

MI MAMÁ, Stella Maris, Obrera, Delegada de la Comisión Interna de la Fábrica Bagley.

TE AMO MA, GRACIAS POR TU EJEMPLO
LAS MUJERES TRABAJADORAS SEGUIMOS LUCHANDO

A la izquierda Stella Maris Aguirre en la fábrica.

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