En el marco del inacabable hostigamiento de las fuerzas de seguridad contra las pibas y los pibes en los barrios, maestras y maestros villeros convocaron a marchar el viernes 1° de junio a las 8:00 desde Villa 21-24 hasta los Tribunales, para garantizar que la familia de Iván Navarro declare en el juicio contra seis miembros de la Prefectura Naval Argentina que torturaron brutalmente a Iván y a Ezequiel Villanueva Moya el 24 de septiembre de 2016.

En un comunicado que se difundió en las redes sociales, las maestras y maestros villeros aseveraron: “La Prefectura está sentada en el banquillo (con 6 prefectos detenidos y en juicio oral desde el viernes pasado) gracias a la reacción de las organizaciones y la valentía de Iván y Ezequiel (víctimas de tortura el 24 de septiembre de 2016). Este viernes 1ro de junio a las 8:00 hs vamos a acompañar, en una gran caravana, desde la villa 21 hasta los tribunales para garantizar que presten declaración los familiares de Iván. Las y los maestros villeros seremos la fuerza de seguridad porque el único uniforme que puede garantizar en los barrios la seguridad, es el guardapolvo blanco”.

Ignacio Levy, director de la revista La Garganta Poderosa, narró los nuevos hechos de violencia y tortura por parte de la misma fuerza, Prefectura Naval Argentina, acontecidos en el mismo barrio y frente a la casa de Iván, en una clara demostración de la escalada de violencia que el poder político está implementando en los barrios contra las pibas y los pibes.

Transcribimos las palabras textuales de Nacho Levy: “Estamos en la Comisaría 30. Increíblemente, a la sombra de la segunda noche que van a pasar detenidos un fotógrafo y un activista, dos vecinos de la Villa 21, por una imputación que carece de toda prueba testimonial, sin que hubieran recogido ningún elemento secuestrado de los delitos supuestamente cometidos, sin que haya ningún riesgo procesal, por decisión explícita del Juzgado número 29 a cargo de Karina Rodríguez, que es quien ha decidido tomar la versión ridícula de la Prefectura Naval, de hecho, y a partir de eso mantener a nuestros compañeros enjaulados y retenidos hasta que presten indagatoria mañana, en esta clara provocación a que se generara cualquier tipo de disturbio en la comisaría que nosotros decidimos evitar.

Entendemos que todo esto intenta ponernos efervescentes en un conflicto que de alguna manera tergiversaría la atención desde donde para nosotros debe estar la atención, porque el problema que nosotros tenemos no está ahora en la comisaría. Está en el barrio que es donde ellos se desenvuelven con la impunidad que se desenvuelven. Entonces creemos que son tantos los elementos probatorios que vamos a presentar mañana en la Justicia que aún si debiéramos esperar a la indagatoria para reencontrarnos con nuestros compañeros, vamos a hacerlo para que no se discuta otra cosa que qué cosa hizo ayer la Prefectura Naval en la Villa 21-24.

Adujeron primero que había habido una supuesta persecución a un menor y a otro adolescente que dos testigos que viajaban en el mismo colectivo dicen comenzó porque los prefectos los verdugueaban y los subieron al colectivo 70 directamente apaleándolos. Los bajaron curiosamente en la puerta de la casa de Iván Navarro, donde vive la familia que tiene que declarar esta semana en el primer juicio oral que se eleva contra la Prefectura Naval por las torturas a nuestros compañeros Iván y Ezequiel el 24 de septiembre de 2016. Frente a su casa bajan con estos dos menores y provocan una trifulca golpeándolos, hostigándolos, de manera que obviamente iban a reaccionar los vecinos que tampoco reaccionaron de manera violenta. Reaccionaron acercándose, interpelando a los funcionarios que estaban actuando de manera hostil contra los menores para que dejaran de hacerlo. La respuesta fue una represión absolutamente injustificada, con gases lacrimógenos, con balas de goma que terminó, oh casualidad, baleando el frente de la casa de Iván, donde vive el padre de Iván que tiene que declarar este mismo viernes, después de que el último viernes, tras la declaración de Ezequiel, lo persiguieran también hasta su casa diciendo ‘ahí va el buchón, van a ver lo que va a pasar’. Bueno, efectivamente vimos lo que pasó. No sólo balearon la casa de Iván, sino que en la represión cerraron la reja del pasillo lindero donde vive Roque, fotógrafo de la Garganta (Poderosa), y cuando la gente empezó a intentar ponerse a resguardo, rompieron la puerta de su casa a patadas, empujando el palo que la sostiene, que no era un palo para defenderse ni para agredir, por eso ni siquiera lo secuestraron, ni siquiera lo pusieron a disposición de la Justicia, independientemente de lo que digan sus versiones oficiales o paraoficiales. Un palo que sostiene una puerta de una casa que no tiene cerradura, la rompieron y entraron para seguir golpeando a los mismos jóvenes que estaban hostigando.

Pablo, nuestro compañero, cuñado de Roque, vive en la misma casa. Una casa donde conviven tres familias de la misma familia. Y cuando vio que hostigaban pibes adentro de su casa, intenta intervenir para que no los lastimen. Cuando interviene Pablo, lo empiezan a cagar a trompadas a Pablo adentro de su propia casa. Y cuando intenta intervenir su compañera, Jésica, militante de la Poderosa en la Villa 21, habían estado los dos trabajando durante toda la tarde en la Casa de la Mujer, que estamos creando en el barrio, Pablo se había tirado a dormir una siesta, se despierta por el tumulto, interviene, lo cagan a palos, y cuando nuestra compañera quiere intervenir también, la acorralan contra una pared y la empiezan a manosear los prefectos.

Cuando Roque, fotógrafo de la Garganta, ve que a su cuñado lo están cagando a trompadas y a su hermana la están manoseando, atina a agarrar la única arma que nosotros tenemos que es una cámara de fotos. Y cuando la fue a agarrar le metieron una trompada en el medio de la mandíbula y lo tiraron al piso. Roque tiene una operación en el cráneo, le falta un pedazo de hueso, y eso hacía muy riesgoso cualquier golpe que le pudieran dar en esa zona. Lo recagaron a patadas, lo mantuvieron durante horas en una casilla en el barrio junto con Pablo. Los dos detenidos. Los mismos dos detenidos que ahora siguen en la Comisaría 30. Fueron secuestrados adentro de su domicilio privado. No hay persecución, no hay colectivo. Pablo hizo la transferencia de su auto en el 2014. Esa fue la última vez que se tomó un colectivo. No hubo persecución y no hubo robo porque no salieron de su casa. Roque estaba cocinando las tres empanadas que le había comprado la cooperativa gastronómica del barrio que junta la plata para viajar al Foro, las estaba descongelando para comer y Pablo estaba durmiendo. Y de golpe terminaron maniatados y cagados a palos por la Prefectura que todavía los tiene enjaulados acá adentro.

En el mientras tanto, a Mon, la hermana de Roque, la hicieron pasear por toda la villa en patrullero durante 80 minutos. Dijeron que la traían a la Comisaría 30 que queda a 15 cuadras, pueden tardar 8 minutos o 15, no 80. Nunca llegó a la Comisaría 30. En la 30 nos decían que estaba en la 32, que no tiene alojamiento para detenidos, y en la 32 nos decían que la tenían en la 30. Durante 80 minutos no sabíamos dónde estaba la hermana de Roque. Y después nos enteramos de que estuvo dando vueltas en un patrullero.

Hasta ahora nos siguen provocando porque ellos quieren discutir lo que pasa en la Comisaría. Pero nosotros queremos discutir lo que pasa en el barrio.

El próximo viernes, una caravana de vecinos, vecinas, movimientos populares, curas villeros, maestras y maestros villeros vamos a salir a las 8 de la mañana de la puerta de la casa de Iván en Iriarte al 3500 para acompañar a la familia que va a ir a declarar, porque el barrio ya no se calla, y porque en la causa de Iván y Ezequiel se juega la visibilidad de todos estos casos que venimos denunciando esterilmente, todos los días en nuestros barrios. Y si hoy no hay tumultos en la puerta de la comisaría, si no convocamos fervorosamente a venir a agitar acá es porque ya entendimos, es porque algo aprendimos de dónde quieren poner el eje de la discusión. El único eje de la discusión es qué hizo la Prefectura ayer en el barrio. A quienes torturaron a Iván y a Ezequiel el 24 de septiembre de 2016 diciéndoles que griten, que total nadie los iba a escuchar, los sentamos en el banquillo de los acusados y están ahora procesados con prisión preventiva. A los que cometieron ayer toda esta barbarie, toda esta masacre y todo este operativo ilegal, también los vamos a sentar en el banquillo de los acusados. Pero en algún momento nos tenemos que poner a pensar cuándo van a estar en el banquillo de los acusados los responsables políticos de que éstas prácticas sucedan de manera sistemática, adentro de nuestros barrios. Más de mil denuncias a las fuerzas de seguridad en un solo mes, ha denunciado el control popular de las fuerzas de seguridad. Y tan sólo en este mismo barrio, lo denunciamos en televisión en el programa de Marcelo Zlotogwiazda esta misma semana, sólo en la Villa 21-24, entre abril y mayo, seis casos de torturas anteriores a ésta, que repiten prácticas sistemáticas, desde golpizas aberrantes, hasta prácticas humillantes, como obligarlos a cantar una canción con un revolver en la cabeza, o someterlos durante horas arrodillados debajo de la lluvia, hasta el ‘levantamuertos’ que es la nueva técnica. En su momento, un balín con un elástico que le daba en la cara, en el pecho. Después electricidad, antes, durante y después de la discusión de las Táser, y ahora el ‘levantamuertos’: gas pimienta en los ojos de chicos adolescentes maniatados para que se retuerzan en el piso. Esa es la realidad que se está viviendo en los barrios y eso es lo que tenemos que discutir, no la comisaría, que ya tienen que liberar a nuestros compañeros. Es responsabilidad del Juzgado 29, de Karina Rodríguez, que nuestros compañeros recuperen la libertad de manera inmediata, porque no existen pruebas testimoniales, porque no hay riesgo procesal, porque no secuestraron ningún elemento del supuesto delito, porque los médicos legistas no registraron lesiones en sus prefectos y sí las registraron en nuestros compañeros, y porque la única arma que está secuestrada es la arma oficial de la Prefectura Naval Argentina con la que dispararon en la fachada de la casa donde vive Iván Navarro y la familia, que esta semana tiene que declarar por la denuncia de tortura de las mismas fuerzas de seguridad en este barrio”.

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