Aquel que en vísperas de las elecciones de 2009 convocaba a los patrones de estancias a subir a la peonada en tractores y camionetas para votar en contra de Cristina y Néstor; el mismo que en 2008 no movió un dedo para impedir que hectolitros de leche fueron derramados en las banquinas so pretexto de los piquetes que él lideraba; en fin, el ahora presidente de la Federación Agraria de Entre Ríos, Alfredo De Angeli, pretende que él era un demócrata porque se oponía a la Resolución 125 –“que era un acto de autoritarismo”- mientras que Luis D’Elía es “un charlatán” porque alega que el 25 de marzo de 2008 salió a la calle para defender al gobierno democrático.

Después de la estrepitosa debacle del Grupo A, los dichos de De Angeli no merecerían la mínima atención si no fuera porque anteceden al dictado de sentencia que hoy escuchará Luis D’Elía. Acusado de agresión física por el provocador Alejandro Gahan –un ruralista que aquella noche de marzo de 2008 no cesó de insultarlo en la calle- el dirigente de la Federación de Tierra y Vivienda-FTV mantuvo en los tres años que duró la sustanciación del juicio la misma defensa. Bastaría con su alegato para refutar a De Angeli y asunto terminado. Pero De Angeli aparece justo ahora, cuando arrecia la campaña orquestada por los grandes grupos de poder para hacer del mercado cambiario un frente desestabilizador de las políticas emprendidas por el gobierno nacional.

Sobre el particular, fue contundente la presidenta del Banco Central en su disertación en el Espacio Carta Abierta y, en los días posteriores, nadie se atrevió a polemizar con los datos que ofreció el sábado pasado. Es que unos pocos gráficos (www.cartaabierta.org.ar) le bastaron a Mercedes Marcó del Pont para demostrar que, entre enero y septiembre de este año, sólo 11 de cada 100 personas mayores de edad habían accedido al mercado de cambios. La proporción incluye a las personas que apenas compraron una única vez divisas y, desde luego, a todas las operaciones que se hicieron con pequeños montos. De hecho, considerando el total de personas físicas y jurídicas que, entre julio y septiembre, accedieron al mercado de monedas extranjeras, sólo el 7% realizó compras por montos menores a U$S 1.000 en promedio por mes. Los grandes compradores, con montos promedios superiores a los U$S 100.00 mensuales, cubrieron el 37%. Pero las usinas del catastrofismo no han cesado en su campaña y la cuestión del control sobre la adquisición del dólar es agitada como un atentado a la democracia y a los derechos ciudadanos.

En efecto, no importa que cualquiera pueda comprar divisas o, mejor dicho, no importa que no exista ninguna prohibición para hacerlo e, incluso, no importa que nadie se vea obligado a detallar el destino de su adquisición. Las usinas del catastrofismo presentan al mecanismo de control como si fuera un avasallamiento de derechos cuando, en realidad, el mecanismo procura transparentar el origen de los fondos con los que se comprarán las divisas y, por supuesto, frenar la corrida cambiaria y la presión devaluacionista sobre el peso. No hace falta ser un especialista en el tema para comprender que tanto interés por los derechos ciudadanos oculta la maniobra especulativa de los grandes compradores de dólares quienes, a la sazón, son acérrimos defensores de una política devaluacionista y, por ende, del ajuste neoliberal. Pero si se necesitara de un especialista, si todavía no quedase claro que esta campaña viene a enfrentar también las recientes medidas oficiales que imponen “la liquidación total de divisas de los sectores petrolero y minero en el país, la repatriación de las inversiones en el exterior de las aseguradoras, la liquidación en el país de los dólares físicos por las operaciones por compra de inmuebles”, entonces habría que darle una ojeada a la detallada argumentación del director del Cefid-Ar e integrante de Carta Abierta, Guillermo Wierzba(tiempo.elargentino.com/autores/guillermo-wierzba )

Que Alfredo De Angeli, uno de los principales alfiles de la movida destituyente de 2008, se reivindique ahora como un demócrata, obliga a pensar que su intervención también está en franca sintonía con esta otra operación destituyente, montada a propósito del manejo y control de las divisas y que, a su turno, se presenta también como un dechado de virtudes democráticas.

Así las cosas, no debería quedar en el olvido la actitud adoptada por Luis D’Elía, aquella noche de marzo de 2008, cuando el lock out patronal ya llevaba casi dos semanas de despliegue en las rutas y los grandes medios convocaban a la Plaza de Mayo “para apoyar al campo”. Apenas rodeado por un pequeño grupo de sus compañeros de la FTV, pero llevando consigo la enorme experiencia histórica de los piquetes en La Matanza, Luis D’Elía comprendió rápidamente que allí se estaba jugando la suerte del gobierno democrático y, sin dudar, fue uno de los primeros en acudir a la plaza para defenderlo.

Es preciso reivindicar ese gesto ciudadano y nadie debería hacerse el distraído. Después se podrá discutir tal o cual definición política de D’Elía como, de hecho, se puede discutir con cualquiera que desde la buena leche entienda que si este gobierno es atacado hay que defenderlo. Pero lo políticamente correcto no es esperar el fallo del tribunal que hoy dictará sentencia; lo que corresponde es reconocerle al dirigente de la FTV que su celeridad para llegar a las inmediaciones de la Casa Rosada abrió camino para que muchos otros, después, hicieran lo propio, incluso los que no acudieron porque no sabían bien por qué hacerlo y luego, con el correr del tiempo, se reclamaron kirchneristas de la primera hora.

Está claro que las poderosas usinas destituyentes, conforme entiendan que el gobierno no cejará en su empeño por controlar el mercado de cambios, persistirán en sus objetivos primordiales y apelarán a otros frentes de desestabilización con tal de recuperar las perdidas riendas de la política. Esa perspectiva es una razón más que suficiente para reivindicar –y poner en acto todas las veces que sea necesario- la determinación ciudadana que llevó a Luis D’Elía a llegarse hasta la Plaza de Mayo aquella noche de marzo. Será, incluso, una manera de hacer que la justicia no quede reñida con la Historia.-

Carlo Girotti es Sociólogo del Conicet y dirigente de la Mesa Nacional de la CTA

Artículo publicado en BAE

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