Me veo hace 42 años entrando al congreso constitutivo de Ctera en una escuela de Capital.
Me veo escuchando a Mary que, con la voz quebrada, hacia una moción de repudio al golpe militar del genocida Pinochet.
Me veo llorando junto a todos los compañeros, entre los que estaban el maestro Arancibia, Marina, Requena, Pertierra, Bravo.

Me veo aplaudiendo, con un nudo en la garganta, la propuesta de Hugo de una declaración de solidaridad con el pueblo chileno.
Y pienso: de ahí venimos, ése es nuestro ADN, ésa es la partida de nacimiento de Ctera. Por eso el enemigo no nos perdonó. Por eso nos persiguieron, nos cesantearon, nos exiliaron, nos encarcelaron, nos desaparecieron. Por eso nos arrebataron a los mejores. Porque no es cierto que entregaron la vida (quienes estaban enamorados de ella). Se las arrancaron.
Pero no ganaron. Como cantamos una y mil veces; "no nos han vencido".
Y me veo, nos veo, cobijándonos unos a otros cuando llegaron los tiempos de milicos asesinos. Y en esos tiempos seguir apostando a la vida pariendo hijos.
Me veo, nos veo resistiendo, gastando suelas, enarbolando banderas en flacas movilizaciones, gritando consignas cuando fuimos miles, haciendo de cada escuela una trinchera, reconociéndonos en el "seño" de los pibes, en el patio y en el pizarrón.
Y nos veo ahora, dando batalla, defendiendo y defendiéndonos "de los brujos que quieren volver".
Y nos veo multiplicarnos porque la “Patria es el Otro”.
Y nos veo alegres, obstinados, convencidos, guerreros, dueños de estos tiempos que, como dice Stella, ayudamos a parir.
Pero cumpas, recordar siempre de dónde venimos.
La memoria es la mejor brújula.

Cecilia Martínez, Mesa Nacional CTA Nacional

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