El espacio integrado por docentes e investigadores advierte sobre el impacto social del ajuste y la devaluación, así como sus efectos en el sistema educativo y científico. “Macri representa un retroceso en derechos y conquistas”, dicen sus integrantes, en diálogo con Página/12.

“Queremos romper los muros de la universidad, saltar ese espacio físico para mostrar a la gente de a pie que todos sufrimos los mismos problemas”, dice Rocco Carbone, investigador del Conicet y uno de los referentes de Científicos y Universitarios Autoconvocados, un espacio conformado por docentes e investigadores de diversas áreas que promueve la defensa de la universidad pública y el rechazo a las políticas de ajuste. “A los científicos no nos da lo mismo que hoy gobierne Mauricio Macri, y lo dejamos en claro; hoy los resultados están a la vista”, opina Nuria Giniger, investigadora del CEIL-Conicet.
La iniciativa de crear el colectivo de Científicos y Universitarios Autoconvocados surgió después de la primera vuelta de las elecciones del año pasado, antes del ballottage entre Mauricio Macri y Daniel Scioli. “Fue un comienzo caótico que nos interpeló de emergencia, porque vimos la posibilidad concreta de que Cambiemos accediera al gobierno. Por eso empezamos a mandarnos mails y llamados. ¿Qué hacemos?, nos preguntábamos”, recuerda Hernán Palermo, también investigador del CEIL-Conicet. Así fue que decenas de científicos e investigadores se pusieron a militar por el Frente para la Victoria, en las estaciones de trenes de Retiro y Constitución, en barrios de la Capital, pero también en Bariloche y Córdoba, entre otros lugares. “Fue una movida nacional.”
El objetivo, explican ahora, fue sacar a la ciencia de las facultades y los laboratorios, mostrar que quienes llevan adelante la producción de conocimiento también son trabajadores que vuelven a sus casas tras sus respectivas jornadas, usan el transporte público... La premisa era clara: “Macri representa un retroceso en derechos y conquistas”. Hoy evalúan que tenían razón, aunque admiten que nunca pensaron que el nuevo gobierno fuera a cometer “un ajuste tan virulento”.
Cinthia Wanschelbaum, investigadora del IICE-UBA-Conicet, explicó a Página/12 que Científicos y Universitarios Autoconvocados sintetiza un “nosotros” que se construye todos los días, que busca ser “un colectivo en la acción”. “Salimos a la calle a hacer política –remarcó Wanschelbaum–, obviamente tenemos reclamos sectoriales, que son más presupuesto para ciencia y educación. Somos concientes de que un modelo de país define en parte lo que pasa en nuestro campo, y Macri está en las antípodas de querer desarrollar nuestra ciencia y tecnología”.
En ese sentido, el encuentro nacional que se llevó adelante el primer fin de semana de julio en la Universidad Nacional de Avellaneda fue un paso adelante. Allí confluyeron más de mil científicos e investigadores de todas las provincias del país: había médicos, físicos, abogados, sociólogos, agrónomos, arquitectos, diseñadores, psicólogos e ingenieros, entre otras disciplinas.
Los integrantes del espacio buscan mostrar que son un sector con intenciones de decidir sobre lo que pasa en su campo y en el país, y dejan en claro que no les da lo mismo “un gobierno neoliberal que uno que democratizó el desarrollo, el crecimiento de derechos y creó muchísimas universidades”. Carbone lo define así: “El kirchnerismo fue un gobierno que tomó subjetividades que estaban caídas del mapa y las puso dentro del ámbito ciudadano”.
Destacan que en 2003 el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) tenía unos 3 mil científicos (la misma cantidad que en 1989), mientras que hoy cuenta con más de 10 mil investigadores.
Aseguran tener muy claras sus experiencias, que la década de 1990 y la crisis de 2001 los marcó a fuego. Insisten en que esas vivencias les brindan “la ventaja de saber qué es lo que hace la derecha: persigue, reprime, privatiza, estigmatiza, criminaliza, mata, coloniza, entrega, se pierde soberanía”.
En lo concreto, señalan que los efectos del cambio de gobierno ya son visibles. Guadalupe Suárez, becaria doctoral de Inbirs-UBA-Conicet, detalló a este diario que “luego de la devaluación, los insumos para las áreas ‘más duras’, que en gran parte son importados, se volvieron insuficientes, hubo una reducción del financiamiento real; y la verdad es que no hay ningún tipo de respuesta oficial en la mira”.
Hernán Palermo también es antropólogo y docente en la Universidad Arturo Jauretche. Cuenta que allí uno de los cursos que tenía a su cargo se redujo “a la mitad”, producto de que muchos estudiantes perdieron su trabajo; otros no podían afrontar los costos del pasaje o materiales de estudio.
Científicos y Universitarios Autoconvocados está convocando a participar de la marcha federal organizada por la CTA de los Trabajadores para el mes que viene.

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