Un grupo de integrantes del Comité por la Libertad de Milagro Sala, diputados/as y referentes de diversos espacios nos hicimos presentes en Jujuy para participar de la histórica marcha de la noche del apagón. Llegamos antes, el día 20, porque los miércoles es día de visita en el penal del Alto Comedero. Ese barrio tan transitado para ver el núcleo central de la impresionante obra de la Tupac Amaru, tantas veces recorrido junto a Milagro. Hoy lo visitamos, pero en una zona más alejada, hacia el lugar en que se encuentra la unidad penal N°3 de mujeres, donde fuera traslada Milagro Sala a los cinco días de su detención.

La mayoría ya habíamos estado de visita en otros viajes, lo que nos permitió en esta oportunidad poder comparar cómo va evolucionando el sistema represivo instalado en Jujuy a partir de la asunción de Gerardo Morales como gobernador de la Provincia. Ya son once los presos y presas políticas de la organización Tupac Amaru. Está todo planificado desde el Ejecutivo Provincial, van sumando causas a medida que se caen otras. Van sumando presas y presos a medida que la organización recompone su conducción para seguir adelante. Pero las represalias y persecución no terminan ahí, siguen amedrentando a dirigentes, persiguiendo judicialmente a los abogados defensores, además de avanzar en el desmantelamiento de las obras de la organización, como la escuela, centros de salud, las piletas de natación y tantas cosas más. Lo cierto es que hoy en Jujuy se vive un clima de revancha política del poder, que puede leerse en las crónicas escritas por voceros oficiosos del poder jujeño, donde destacan lo insoportable de la irreverencia de una organización que se atrevió hasta a construir sus propios “cuntris” -como les gusta decir a los tupaqueros. Algo vedado para los olvidados de la tierra, algo que están pagando con todo la fuerza que puede ejercer el poder dominante, cuando logra reunir, como en este caso, a los tres poderes del Estado, más la complicidad y favores del poder económico principal de la Provincia.

La Mila, la Flaca, la Jefa. A Milagro se la ve muy bien, entera, enérgica, preguntando mucho por las cosas que hacemos desde el Comité, pero también dándonos orientaciones de cómo ella cree, espera, piensa que deben reforzarse las actividades que se están desarrollando para lograr la libertad de todos sus compañeros y compañeras. No se olvida de todos los temas. Le escribe al Tano Catalano un mensaje para la militancia de la verde y blanca de ATE, les dice que peleen, que no bajen los brazos, que luchen contra los despidos, que hay que seguir peleando por el trabajo digno, por el país que queremos.

Ahora está allí acompañada también por Mirta y Gladys, que fueron detenidas la semana anterior. Están con el impacto de la detención reciente. Hace enormes esfuerzos Milagro por contenerlas, las abraza, les pide que nos escuchen, que sepan todo lo que estamos haciendo por su libertad. Enseguida de estar conversando se van, no entendemos bien lo que pasa, Milagro va detrás de ellas. Regresa muy enojada. Las guardias les prohíben participar de la visita juntas. Dicen que cada una tiene su propia visita y no pueden reunirse. La Flaca les discute que son tan presas políticas como ella, que nosotras vamos a verlas a todas. La amenazan con elevar a las autoridades información de su desacatamiento. Empezamos a preguntar sobre la organización en el penal, así nos enteramos que las cuatro compañeras de la Tupac Amaru presas en el Alto Comedero no pueden compartir celdas, ni visitas y es muy escaso el tiempo que pueden estar juntas. Es inevitable pensar y repensar el porqué de tanto sin sentido. Esta situación trae al recuerdo la experiencia que han compartido los presos políticos de otras épocas de nuestra historia y también de la última dictadura. Eran organizados por grupos políticos para compartir celdas y espacios comunes. Hoy parece que en las prisiones de Jujuy ese es un privilegio y una quimera.

Pachila y los pachilitos. Allí está también presa Pachila, desde la misma fecha que Milagro. Una joven mujer, madre de 9 hijos. Como le gusta decir a ella con 6 propios y 3 que se los trajo la vida. Muy pintada, bien arreglada, llora de manera silenciosa, con lágrimas que no le corren la pintura, pero que dejan el rastro de un surco de dolor por las ausencias que están padeciendo los suyos. Nos los señala con la cabeza, allí están los “pachilos”. Una mesa larga de madera, cercana a la de la Milagro, en el patio del penal. Lo que cuenta Pachila es conmovedor por su dignidad y entereza. Cuando se enteró que estaba imputada vio abogados, jueces y fiscales, el consejo que recibió fue unánime: “denunciá a la Milagro y quedás libre en el instante”. Tiene para cotejar que esto es cierto el resultado de otras experiencias conocidas de quiénes cumplieron el libreto preescrito por los funcionarios políticos y judiciales. Pero ella dice, no sin dolor ni consecuencias muy duras para su vida, que no puede decir otra cosa que la verdad. La Milagro, la Flaca, sólo le dio oportunidades para su vida, casa, trabajo, la posibilidad de participar de un proyecto colectivo. Concluye: “nunca me pidió nada que no sea eso y si la verdad me cuesta estar presa con ella, acá estoy”. Ahora sonríe y se abraza con la Flaca.

María y el agua caliente. Teníamos por objetivo también visitar a las compañeras presas en la comisaría y a Raúl Noro que está en el hospital provincial. Hicimos para eso algunas gestiones con el ministro de Gobierno, que resultaron favorables. En la comisaría llegamos justo en horario de visita. Allí estaba María, lleva tres meses de detención en ese lugar a pesar de que su defensa pide sistemáticamente el traslado. Nos dio una gran noticia: era el primer día desde que está allí que pudo bañarse con agua caliente. Duermen con colchones en el piso, la celda está llena de humedad, se llueve, la familia tiene que llevarle comida todos los días. Está pidiendo el traslado al penal, que el juez niega por el solo hecho de no permitirle que se junte con Milagro. ¿Es posible tanto ensañamiento? Sí. María está fuerte a pesar de todo, hace chistes con su primer baño de agua caliente.

Nos fuimos al hospital. A Noro se lo nota cansado, pero sobre todo con mucha bronca. Iba todos los días que había visita en el penal para ver a Milagro. Desde que lo detuvieron, sólo una vez la llevaron a ella para verlo en el hospital. Extraña seguramente ese abrazo, esas manos tomadas que no se separaban durante todo el horario de visita, salvo por saludar a alguien que llegaba, sólo la distracción de un momento, para volver pronto a fusionarse en caricias de contención, de fuerza compartida. Raúl está esperando la prisión domiciliaria que pidió la defensa. Cumple los dos requisitos para que la otorguen: edad y problemas de salud. Pero esto también se demora, con la sola explicación del abuso de poder que se ejerce en todo su despliegue.

Terminamos los recorridos con la satisfacción del deber cumplido, con el regusto amargo de palpar tan cerca la injusticia, con la fuerza de seguir redoblando los esfuerzos por la libertad.

La marcha del apagón y contra las nuevas oscuridades. El jueves 21 salimos temprano en los micros del Comité, de la Tupac Amaru, de ATE Capital y de Jujuy para Calilegua. Como se hizo estos 40 años íbamos a recorrer en la marcha las localidades que sufrieron el apagón eléctrico, ese que se inició el 20 de julio de 1976, para posibilitar el secuestro de 400 trabajadores/as, 33 de los cuales siguen desaparecidos. La complicidad y participación de Blaquier, dueño del Ingenio Ledesma, está demostrada, pero la impunidad también. La Sala IV de la Cámara de Casación Penal, presidida por Juan Carlos Gemignani e integrada por los magistrados Gustavo Hornos y Eduardo Riggi, le dictó la falta de mérito a Blaquier y Alberto Enrique Lemos, ex administrador de la empresa, al considerar que no se puede probar que ambos tenían conocimiento de estar “realizando aportes concretos a la conducta dolosa específica de los agentes estatales que llevaron adelante las privaciones de la libertad que se investigan…”. Para completar los favores políticos a los dueños de la tierra, hoy están generando las condiciones para favorecer que se queden con las el Ingenio La Esperanza, con más de treinta mil hectáreas y con el ingenio mismo. Con el inminente despido de más de 800 trabajadores y trabajadoras. La fuerte represión ocurrida la semana anterior contra los trabajadores que reclamaban aumento salarial y condiciones de trabajo dignas es otra de las caras de la situación que se vive en la provincia de Jujuy.

Se puede palpar el miedo, el estigma social contra la Tupac, pero también la resistencia. La marcha se hizo, fue multitudinaria y sumó a los reclamos contra la impunidad de ayer, la denuncia contra todos los avasallamientos de hoy. Para lograrlo, el jueves temprano empezaron las negociaciones para que dejen pasar a los colectivos y autos que iban para la marcha. Había más de 7 kilómetros de camiones y autos atascados por el corte. La negociación terminó con éxito. Pasamos y hubo un compromiso político: la marcha no iba a terminar como siempre en la plaza principal de San Martín, sino que iría 2 kilómetros más para cerrar en el corte. Así lo hicimos, se leyó el documento y los saludos de toda la dirigencia presente fueron produciéndose hasta entrada la noche. El 22 se logró el triunfo para los trabajadores del ingenio, el aumento salarial pedido y el consecuente levantamiento de la medida de fuerza.

(*) Secretaria de Género e Igualdad de Oportunidades de la CTA.

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