La CTA de los Trabajadores estuvo presente en la Conferencia de las Partes (COP XXI) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre cambio Climático que comenzó el 30 de noviembre y finalizó el 12 de diciembre de 2015 en París y donde se aprobó un Acuerdo por unanimidad de parte del plenario formado por las delegaciones de países. Nuestra Central estuvo representada por Gustavo Rollandi, Secretario de Organización; José Testoni, Secretario General de la CTA de los Trabajadores Santa Fé; Andrés Larisgoitia, Director de la Secretaría de Relaciones Internacionales; y Avelina Alonso, miembro del Equipo de Ambiente y Cambio Climático.

Los trabajadores organizados sindicalmente en la delegación de la Central Sindical de los Trabajadores y las Trabajadoras de las Américas (CSA) y la Central Sindical Internacional (CSI), y llegados de las más diversas partes del planeta, junto a compañeros de organizaciones de la sociedad civil, no festejamos este acuerdo, al que consideramos pobre y, una vez más, a medida de las grandes potencias contaminantes.

Hace tiempo, las negociaciones climáticas no se refieren exclusivamente a cuestiones medio-ambientales. Tratan también de cuestiones sociales y humanas. La COP21 pone de nuevo sobre la mesa la cuestión de la solidaridad entre los pueblos de nuestro planeta, que nuevamente ha quedado sin respuesta.

Si bien veinte años de fracasos en las cumbres climáticas no dejaban lugar a demasiado optimismo, los trabajadores nos dimos un duro proceso de preparación y debate para llevar nuestra postura a París. En ese sentido, no podemos desconocer que la mayor parte del calentamiento del sistema climático de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por el modelo de producción y consumo actual a nivel global.

Nadie ignora que la acumulación de gases de efecto invernadero provocarán un aumento de 2°C a 4°C en la temperatura media del planeta y una elevación del nivel de los océanos de entre 20 y 150 cm. Asimismo, el dióxido de carbono (CO2), principal causante del efecto invernadero, es responsable del 65% del calentamiento global, entonces ante el nuevo y masivo aporte de gigantes como China e India, el CO2 se incrementará unos 8000 millones de toneladas cada año.

Los trabajadores y los movimientos sociales estamos convencidos que el mercado no está capacitado para dar respuesta a los riesgos globales que pesan sobre el clima. Los países desarrollados, que son históricamente los que más contaminan -en especial Estados Unidos, responsable de la mitad del CO2 emitido por los países industriales-, están obligados a respetar los compromisos acordados en Río 1992 de reducir los gases de efecto invernadero, y los del Protocolo de Kioto, vigente desde 2005, que los obliga a reducir en 5.2% las emisiones de CO2 hasta 2012 tomando como base los registros de 1990. Además los países industrializados tienen poco que temer de un cataclismo climático, ya que tienen los medios para paliarlo. Y aunque sus consecuencias pesen sobre sus trabajadores/as y sus poblaciones, poseen las tecnologías y las finanzas para atenuar sus efectos. En cambio, los países en desarrollo no.

En ese sentido, los compromisos asumidos en materia de financiamiento y de transferencia tecnológica, ambiciosos a largo plazo y de reparación de pérdidas y daños, no ofrecen ninguna perspectiva sobre la disminución del recalentamiento climático y menos aún sobre cómo se va a detener. El acuerdo de París no presenta qué medidas serias serán tomadas antes de 2020 (año en que entrará plenamente en vigencia) y no compromete a los países desarrollados a cumplir con sus responsabilidades históricas como mayores emisores de CO2. En cuanto al financiamiento para que los países en desarrollo lleven adelante sus acciones de mitigación y adaptación, los 100 billones de dólares para el Fondo Verde del Clima a partir de 2020, además de no estar garantizados, representan un monto escaso frente a las necesidades para combatir los efectos del cambio climático.

Desde la CTA de los Trabajadores expresamos que discutir el cambio climático y las consecuencias de la contaminación y los desastres que se están generando sobre el planeta, no se puede hacer sin discutir el modelo productivo y de desarrollo a los que estamos sometidos el conjunto de los pueblos. Hoy el proceso de super concentración, de exclusión y de destrucción del planeta nos lleva a un paradigma en el que si no modificamos el modelo productivo, ni la correlación de fuerzas para generar un mundo con mayor justicia social e inclusión y con un desarrollo sustentable que contemple nuestra relación con la naturaleza, este mundo se hará insustentable para el conjunto de los habitantes. Por eso expresamos nuestra preocupación y acompañamos la posición de la CSI, que manifiesta su decepción con relación al lugar que ocupan los derechos humanos en el acuerdo final, ya que fueron removidos de la parte operativa del texto, donde realmente compromete a los gobiernos, y fue relegada al Preámbulo, que es apenas una introducción. Lo mismo ocurrió con la principal demanda del movimiento sindical internacional, la Transición Justa, la cual también fue sacada del cuerpo del texto para ser llevada al Preámbulo a pesar del arduo trabajo de las delegaciones sindicales en sus países y durante la Cumbre por la incorporación al texto de este principio fundamental para promover el Trabajo Decente.

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