Todo el mundo habla con cierta admiración de la carta que supuestamente escribió Macron en homenaje al Diego. El problema es que en el supuesto homenaje aprovecha para criticar y cuestionar su amistad y apoyo a Fidel y a Chávez. Una manera extraña de homenajear a una persona que no puede responderle y para quien desde hace ya muchos años, como bien dijo Lula, la política era algo central en su vida.

Decir que "Diego Maradona también vivirá esta alegría popular en otros terrenos. Pero sus visitas a Fidel Castro y Hugo Chávez tendrán el sabor amargo de la derrota; es en la cancha donde Maradona hizo la revolución" exhibe lo que es Macron, un presidente culto, pero de DERECHA, parte del Poder Mundial, protagonista de la globalización neoliberal.

El Diego era mucho más que el mejor jugador de la historia del fútbol, aunque algunos quieran recortar su historia y reivindicar solo una parte para intentar apropiárselo. El Diego era un símbolo y un representante de la desmesura y de la pasión. Es una falta de respeto hacia El Diego pretender escindirlo de su admiración y respeto por El Che, por Fidel y por Chavez y de su apoyo a Néstor, a Cristina, a Alberto, a Evo y a Lula.

Su presencia en el Estadio Mundialista de Mar del Plata el 5 de noviembre de 2005 junto a Hebe, Chávez, Evo y Silvio celebrando que habíamos mandado al ALCA al carajo fue aún mejor que su segundo gol a los ingleses y casi tan lindo como el primero.

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