26 de octubre de 2014
Podemos, estos días, asistir a un momento dramático pero privilegiado de la historia contemporánea brasileña. En cierto sentido, se encarna en dos hombres: Lula y Fernando Henrique Cardoso. El primero se expresa en Dilma Rousseff, el segundo ya tuvo diversos vicarios: José Serra, el gobernador del Estado de San Pablo Alkmin, ahora Aécio Neves, el “señorito”, el filhinho de papai.