“Hace treinta años Argentina se quedó solita, pero las cosas han cambiado, no se le ocurra al Imperio viejo, destartalado, creer que Argentina está sola porque acá está la América del Sur, aquí está la América Latina”, dijo con cadencia caribeña el presidente venezolano Hugo Chávez.

No se quedó ahí. “Lo que debería hacer el gobierno inglés, ya, es abandonar las Islas Malvinas, que son de la Argentina”, concluyó para escándalo de algunos y regocijo de muchos.

Si los medios hegemónicos pretendieran como hacen de manera habitual, descalificar a Chávez apelando a la demonización de su verba, se llevarían una sorpresa. No fue una declaración de ocasión, esas palabras están en línea con la decisión de los doce países miembros de la UNASUR que acordaron no recibir en sus puertos a barcos que se identifiquen con la bandera de las Islas Malvinas.

A pesar de sus esfuerzos el gobierno británico no pudo revertir esa postura, tal como quedó en evidencia tras el fracaso de las presiones que su diplomacia ejerció de manera directa sobre buena parte de las máximas autoridades de las naciones suramericanas.

El mundo está cambiando. Y América Latina, mucho más. Por eso se equivocan quienes ven en nuestro reclamo un hecho espasmódico orientado por la cercanía de los treinta años del conflicto bélico de 1982 más que el resultado de una política consciente y sistemática en un contexto donde los imperialismos son rechazados en casi todo el planeta.

La magnitud del cambio es tal, que la vieja institucionalidad de la región se resquebraja y se consolidan nuevas organizaciones, como la UNASUR y la CELAC. O acaso alguien se acuerda de la Organización de Estados Americanos (OEA), a excepción de quienes añoran los viejos tiempos en los que la mayoría de los gobiernos de la región se esmeraban por ser buenos alumnos de la Casa Blanca y el Departamento de Estado norteamericano.

¿Puede pasar inadvertido el pedido de México de ingresar a la UNASUR en calidad de observador y nación asociada? ¿No es acaso síntoma de los nuevos aires que recorren nuestra América que el principal socio comercial de los Estados Unidos en la región, y cuyo gobierno posee un claro sesgo conservador, quiera sumarse a la nueva estructura organizativa regional?

Es este contexto internacional el que pone nervioso al primer ministro David Cameron que además, no la pasa nada bien puertas adentro. Acusar a la Argentina de colonialismo, contra toda evidencia histórica, de tener una actitud “colonialista”, sería gracioso si no fuera por lo dramático que durante siglos resultó el colonialismo inglés para millones de personas en los cinco continentes.

A partir de allí y ahogado en su propia crisis interna, el gobierno inglés decidió sobreactuar su papel, sin temor al ridículo.

Así fue como pasó de la disparatada definición del colonialismo argentino a enviar a Malvinas al nieto de su jocosa Majestad, el príncipe William, quien apenas puso un pie en tierra el jueves pasado fue presentado como el portador de una misión humanitaria por el también chistoso secretario de Defensa británico Phillip Hammond.

A lo que habría que sumar el no tan gracioso envío del HMS Dauntless, el destructor más moderno de la Marina Real, en un intento de militarizar la situación y representar el papel del más guapo del barrio.

Mientras el Imperio Británico sale del cabaret del mundo solo, fané y descangayado, igual que cuando Enrique Santos Discépolo describió la decadencia de una mujer que ya no era lo que supo ser, América Latina da pasos concretos para fortalecer su unidad y construir el bienestar que se le negó a sus pueblos durante siglos.

Aunque no salga en la tapa de los medios “grandes”, la UNASUR se fortalece todos los días. Así ocurrió esta misma semana, cuando en Asunción, Paraguay, sus países miembros discutieron la construcción de anillos ópticos que comuniquen de manera soberana a toda la región y una plataforma de contenidos que enlace a todos los medios públicos.

Quizás por todo ello, las palabras de unos van a parar al basurero de la historia. Y las de otros, sinceras y colectivas, al sitial que sólo está reservado para las causas nobles. Las Islas Malvinas, fueron, son y seguirán siendo, argentinas y latinoamericanas.

*Presidente de ULAN y el Consejo Mundial de Agencias de Noticias. Vicepresidente de Télam

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