Este día del padre es una buena oportunidad para replantearnos un debate en el que nuestro país viene muy atrasado: las llamadas licencias por “paternidad”.

Resulta difícil pelear para distribuir más equitativamente las tareas de cuidado o luchar para que los papás se involucren más en la crianza si, de acuerdo a la Ley de Contratos de Trabajo, en la Argentina, las personas no gestantes tienen solo 2 días de licencia por nacimiento. Un hecho que, además, deja a las gestantes sin acompañamiento pleno apenas después del parto.

El atraso argentino se hace evidente porque en la mayoría de los países europeos tienen licencias de más de 10 días por paternidad. Y muchos, como los nórdicos, pero también España o Eslovenia, de más de 50 días. Estados Unidos, inclusive, cuenta con 84, la misma cantidad que tienen las madres.

En América Latina, el nuestro es de los países que peores licencias otorgan -menos de 5 días- junto con Belice, Bolivia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Panamá y República Dominicana.

La mayoría de los cambios se produjeron en los últimos tiempos acordes a una transformación de la vida familiar y a la ampliación e igualación de derechos de género. Argentina se encuentra por debajo del estándar mínimo recomendado por la OIT.

Las licencias maternales, paternales y familiares son derechos de los trabajadores y la trabajadoras y tienen por objeto garantizar el derecho de todos los niños y niñas de estar acompañados por su madre y padre en distintos momentos de su vida.

En el Congreso Nacional existe un Proyecto de Ley que aumenta de 2 a 15 los días de licencia para las personas no gestantes y progresivamente incrementará el tiempo hasta llegar a los 90 en los 8 años siguientes a su sanción. Es urgente que sea tratado y aprobado para que el próximo Día de Padre tengamos más motivos para festejar junto a nuestros hijos e hijas.

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