El 8 de octubre del año pasado, la CTA estuvo en Vallegrande y La Higuera, Bolivia, para participar de los homenajes al Che organizados por el Encuentro Social Alternativo. Allí conocimos a una pareja de compañeros argentinos: María José Parra (37) y Martín Marino (40). Viajeros incansables, ambos recorren el continente en pos de transmitir, mediante crónicas, fotos, videos y ensayos, la vida laboriosa, resistente y esperanzada de nuestros pueblos. Juntos conforman La Cigarra Latinoamericana, una productora de contenidos, un proyecto andariego de comunicación popular. En sus propias palabras: “No estamos donde está la noticia, sino que nos topamos con acciones humanas posibles de comunicar, de mostrar, de amplificar. Entonces, ¿qué queremos mostrar? Situaciones, vivencias, fenómenos de interés histórico, social, cultural y político que se producen en sitios que vamos visitando, conociendo, a medida que caminamos y nos adentramos por América Latina”.
De aquí en más, Majo Parra y Martín Marino serán nuestros Corresponsales Viajeros y su primera entrega es ésta: una crónica urgente y precisa de la despedida del año viejo y la bienvenida del nuevo en la ciudad de Cuenca, Ecuador. Si quieren saber más acerca de ellos visiten su blog: lacigarralatinoamericana.blogspot.com, pero, igual, no se preocupen: los tendremos cada semana aquí, en la página de la Central.

Año Nuevo: La fiesta de los monigotes en llamas

por Majo Parra y Martín Marino (*)

La viuda lee su testamento frente a ojos curiosos que ríen, escuchan atentos u observan con sorpresa la tragedia. La fiesta de muñecos con atuendos de ocasión acompañan la escena, antes que se produzca el momento culminante del ritual: la quema de las representaciones, justo a la hora indicada, ni antes, ni después. Lo viejo y lo nuevo, en términos de los sucesos de relevancia que han pasado en el año y de futuro incierto... pero esperanzador. El punto de inflexión se produce a las 12 de la noche, momento en que la viuda con más ímpetu y a todo llanto, despide al viejo. La representación del año viejo, personificada en muñecos que, junto a una batería de objetos inventados y especialmente construidos, escenifican momentos importantes del año que se va. El elemento que produce la magia es el fuego, que chispea y consume a cada uno de esos monigotes que horas antes fueron creados con empeño, en pleno esfuerzo de trabajo colectivo, de barrio en barrio.
Desde la tarde y junto a miles de cuencanos y cuencanas, recorrimos las esquinas de la ciudad, las más emblemáticas, en la búsqueda de las escenas que las juntas directivas de los barrios iban construyendo en plena calle. “La mano negra de Chevrón”, “Ecuador Mundialista”, “La parodia de las redes sociales”, “La identidad cultural” y tantos otros hechos importantes, buenos o malos, contados en cartones, telas, alambre, goma espuma y color.
Los abrazos, las felicitaciones y el brindis, se guardan para después, primero está la fiesta que se conjuga en plural y que expresa el trabajo comunitario de los días previos. Como en el carnaval, las diferencias se borran por un rato, las individualidades se suspenden y la manifestación de lo colectivo, de lo que se produjo de a muchos, ocupa la calle. Lo público se vuelve pueblo y los cuerpos son representaciones de otra cosa, de personajes populares, identificables y hechos sátira. Cada quien, es quien quiere ser por un rato. Ese día todos podemos ser el presidente, el alcalde o el más rico y famoso, todos podemos caricaturizar y parodiar. La idea del ridículo queda ajena al evento. El humor y la risa, son los únicos rasgos que denotan la persistencia de cierta subjetividad en los cuerpos enajenados de su actuar habitual, en un día corriente. Este no es un día más, es la bisagra que se repetirá cada 31 de diciembre. Se olvidará lo anterior y se mirará con ojos de esperanza el tiempo que se inicia. Así, otra vez, habrá espectáculo de viudas lloronas y monigotes en llamas. Ocurrirá siempre, porque en la tradición popular, aunque mixturada con la cultura de masas, pareciera que el desahogo popular, la caricaturización de las figuras públicas del deporte, la política, la cultura, etc. se producirán sazonados con exageración, burla y carcajadas.
Son las 12 de la noche en el Barrio El Vergel, el vecino avenido en locutor de la celebración, nos lo anuncia. Las cientos de personas que allí estamos esperamos lo mismo, queremos ver al tío Sam que anda detrás de esa "mano negra de Chevrón" arder en llamas. Varios muchachos fornidos colaboran con el desarme de la escena. Los animalitos que acompañan la puesta son para los más chicos, el tío Sam a la calle, bien al centro para que se encienda la candela. Allí, junto a él cada familia arroja su monigote y el fuego crece. Rubén me mira, yo lo observo, sus ojitos húmedos acompañan su relato sincero: "tanto esfuerzo, ahí está... otro año que se va. Felicidades compañeros de Argentina, los mejores deseos para este 2014” y me abraza.

(*) La Cigarra | Contenidos y Comunicación para CTA

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