“En esa época, los pibes leíamos historietas, menos televisión, nada de internet. Un día vine al kiosco de la estación y pedí la revista que siempre compraba para devorar las aventuras de Ernie Pike. Y levanto la cabeza y lo veo allí, parado junto a mí, Ernie Pike en persona. No lo podía creer, estaba allí el corresponsal aventurero en cuerpo presente. Me quedé mudo.”