El resultado de las elecciones generales del 22 de octubre demuestra que el movimiento nacional y popular está en pie. El hecho de que nuestro pueblo haya decidido, a pesar de todas las dificultades, poner a la fórmula de Unión por la Patria en el primer lugar, nos lleva a valorar y ratificar la decisión que tomamos en nuestro plenario como central sindical de apoyar sin ambigüedades la propuesta de unidad del campo popular detrás de la candidatura de Sergio Massa y Agustín Rossi. En esa misma línea, debemos valorar la decisión de respaldar incondicionalmente la reelección del compañero Axel Kicillof en la Provincia de Buenos Aires, cuyo desempeño resultó decisivo en la elección nacional.

Pero todo esto se potenció por un factor que marca claramente la diferencia con las fórmulas que expresan los intereses de los grupos dominantes: hablamos de nuestros militantes. Esos que caminaron los barrios casa por casa para asegurar cada uno de los votos, los que pusieron el cuerpo a la fiscalización y cada tarea que demandó la elección. A todos ellos y ellas, en cada rincón del país, queremos expresar nuestro reconocimiento.

La tarea de nuestros compañeros y compañeras no fue fácil. En un país en el que todavía hay una deuda social enorme ir a buscar el voto a los lugares donde la pobreza golpea más fuerte implicó tener que escuchar y dar respuesta a la bronca y a las demandas de los que en el 2019 votaron con la esperanza de que su vida cambiara para bien. Los casi diez puntos porcentuales que recuperó Sergio Massa hablan claramente de que esos sectores pudieron proyectar una mirada más allá de los padecimientos cotidianos para reafirmar la continuidad del proyecto nacional, popular y democrático.

En efecto, el peronismo sigue siendo, como lo decía David Viñas, el sentido común de gran parte del pueblo argentino. Ese sentido común que se fue sedimentando desde aquel 17 de octubre de 1945 y se identifica con la defensa del rol del Estado, el carácter público de la educación, la salud y el sistema jubilatorio, de la soberanía nacional sobre nuestro territorio y nuestros recursos naturales, de un modelo productivo con trabajo y redistribución de la riqueza, constituyó un factor determinante para explicar un resultado electoral que dejó perplejos a quienes daban por segura nuestra derrota.

Fueron precisamente estos valores los que restituyó a la política argentina desde 2003 el compañero Néstor Kirchner a quien hoy tenemos como ejemplo a 13 años de su partida.

Hoy, ante el espectáculo grotesco del abrazo de Mauricio Macri y su pupila, Patricia Bullrich, con Milei, en un intento desesperado por reconstituir una mayoría electoral que se compacte en torno al odio de clase hacia los sectores populares y el antikirchnerismo, debemos plantearnos el compromiso de redoblar el esfuerzo militante para garantizar que el 19 de noviembre Sergio Massa surja como el nuevo presidente de la Argentina.

En los días que faltan hasta esa fecha, debemos redoblar el esfuerzo para enfrentar el clima de odio en el que nos quieren hundir los poderosos que pretenden retrotraernos a la reivindicación del terrorismo de Estado y la dictadura genocida. Eso también es parte de lo que está en juego en esta batalla en la que, como parte del movimiento obrero organizado, vamos a decir nuevamente: ¡presente! desde nuestra autonomía de clase y nuestro compromiso asumido de no ser neutrales ante una disputa en la que está en juego el destino de nuestra patria.

Enrique Rositto
Secretario de Comunicación

Hugo Yasky
Secretario General

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