El pronunciamiento de los obispos católicos indigna no solo por el contenido, sino por el oportunismo de haberlo difundido en los días previos al 7 D. Hablan sobre el riesgo de caer en “bandos irreconciliables”, queriéndo estar por encima del bien y del mal, cuando en realidad siempre estuvieron del mismo lado, que no es justamente el de los más débiles.

Por eso no es de extrañar que, ahora que el pueblo trabajosamente recupera sus derechos, vean sombras por todos lados. Durante la dictadura militar, sin embargo, no vieron sombras ni nada que los alarmara, como ahora los subleva un gobierno popular y democrático. En esa línea de coherencia, esta Iglesia nunca objetó, durante tantos años de vigencia, la ley de medios de la dictadura.
Ahora que se está a pocos días de una instancia decisiva para avanzar en la ley para democratizar los medios, la Iglesia denuncia riesgos para la libertad de expresión. ¡Que paradoja!
Los trabajadores nos sentimos identificados con la otra Iglesia, la que se enaltece en el compromiso de la opción por los pobres. Por eso, sentimos un enorme rechazo hacia los dichos de estos obispos que representan a la Iglesia del compromiso con los poderosos.

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