Cómo se debería hacer para salir adelante en un escenario que incluye abultada carga de la deuda, sangría de reservas, cepo cambiario, inflación en alza, caída de la economía y contracción de la industria.

Controlar la fuga

Por Pablo Manzanelli *

El nuevo gobierno recibe una situación económica sumamente delicada que lo obligará a balancear entre las expectativas sociales por avanzar en las abultadas demandas insatisfechas y las restricciones económicas que le impone la verdadera pesada herencia que deja el gobierno de Macri.

Basta mencionar a la abultada carga de los vencimientos de la deuda; la sangría de reservas en el contexto de la fuga de capitales (más de 80 mil millones de dólares durante la gestión macrista) que es la contracara del endeudamiento en procesos de valorización financiera; la crisis económica con especial énfasis en las actividades productivas; el régimen de alta inflación que conllevó una profunda caída de los ingresos reales de los sectores populares, y, entre otros, el salto de la pobreza que llevó a que no menos de 4 millones de personales caigan por debajo de la línea de pobreza.

Se trató de una crisis autoinducida. No porque no hayan existido restricciones previas, sino porque la profundidad y naturaleza de esta crisis eran evitables ya que son consecuencia de la valorización financiera que puso en marcha la administración Macri.

Por lo tanto, el nuevo gobierno deberá ponerle fin a la especulación financiera, lo que involucra la implementación de diversas medidas. En primer lugar, reducir la tasa de interés y aumentar las retenciones a las exportaciones -no solo de bienes agropecuarios sino también de commodities industriales- para mitigar el impacto de la devaluación en los precios internos que se deriva de la reducción de la tasa de interés.

En segunda instancia, avanzar en el arduo proceso de renegociación de la deuda que permita distender la “brecha externa” sumamente afectada por los vencimientos de la deuda de corto plazo y en moneda extranjera a la que incurrió irresponsablemente el macrismo (el FMI proyecta que los vencimientos totales alcanzan a 79 mil millones de dólares en 2020).

En tercer lugar, impulsar una recomposición de los salarios reales y las jubilaciones como vía inductora de la reactivación económica. Tal recomposición debería contemplar las diversas trayectorias salariales durante estos cuatro años. Por ejemplo, de las 295 ramas de actividad en el sector privado, 116 tuvieron caídas de más de 20 por ciento en los salarios reales desde noviembre de 2015 hasta junio de 2019, 133 ramas evidenciaron una merma de entre el 10 y el 20 por ciento, 34 de menos del 10 por ciento, y solo 12 incrementaron sus salarios reales. Cabe señalar que peor es la situación de los trabajadores de la administración pública nacional (reducción del 31,8%) y de los no registrados. Todas estas estimaciones empeorarán en el segundo semestre del año.

Por último -aunque obviamente sin pretender dar respuesta a los múltiples desafíos que plantea y exige el actual escenario económico-, se deberá llevar adelante un arduo control a la fuga de capitales, que es probablemente el mayor escollo de la economía argentina. No se trata de un mero control en el mercado de cambios, sino de instalar un sistema de “premios y castigos” lo suficientemente explicitado y de cumplimiento efectivo que deberá estar acompañado por una activa política industrial que promueva la formación de capital en el ámbito doméstico. De nada servirá un acuerdo económico y social si no se logra reactivar la inversión -o lo que es casi lo mismo: reducir la fuga de capitales- de modo de hacer sustentable la expansión del empleo y los salarios.

Por supuesto que es un paquete de medidas que resulta más fácil decirlo que hacerlo, dado que implica asumir las dificultades derivadas de enfrentar a importantes y poderosos sectores empresarios, académicos y políticos. Sin embargo, tales dificultades no serían más serias ni más riesgosas que las que se desprenderían de no hacerlo o de llevar adelante una estrategia de conciliación de intereses inadecuada.

* Coordinador de CIFRA-CTA e investigador y docente del área de economía de FLACSO y UNQ.

Desastre social

Por Ana Acosta **

Hace poco, el ex secretario de Comercio Augusto Costa en una nota en Página/12 dijo: “el librito neoliberal hizo explotar todo”. Una expresión clara para concluir algo que ya no es una novedad, la situación económica, social e institucional que trajo aparejada esta avanzada de la derecha es sumamente delicada. Latinoamérica se encuentra en crisis, y la clase trabajadora, siempre relegada, es la que está poniendo en jaque los pilares de este modelo. Argentina no es la excepción, y estamos en medio de un proceso democrático que indica a todas luces que nos encontramos frente un cambio de mandato. Quienes se hagan cargo del poder ejecutivo el próximo diciembre tendrán que hacer política con muy poco margen de maniobra. Repasemos brevemente el parte macroeconómico:

-Inflación, caída de los salarios y pobreza: Lejos de ser la inflación un problema fácil de resolver como expresó el actual presidente y cumplir con la promesa de pobreza cero, hoy estamos frente al proceso inflacionario más alto desde la salida a la hiperinflación. Comprobamos una vez más que la vieja receta monetarista que propone el enfriamiento de la economía a través de altas tasas de interés no tiene ningún efecto para mitigar la suba generalizada de los precios. En paralelo, este gobierno se destaca por ser el más devaluador y no parecen considerar el efecto del tipo de cambio sobre el incremento de los precios domésticos y por ende en la distribución del ingreso. El último dato de inflación es de 5,9 por ciento para el mes de septiembre y 53,5 por ciento respecto a septiembre de 2018. El salario real acumula una caída durante el macrismo cercana al 20 por ciento y la pobreza alcanzó al 35,4 por ciento de las personas y hoy la mitad de los niños son pobres, en un país que genera alimento para 400 millones de personas y dónde la concentración de la riqueza es cada vez mayor.

-Recesión y desocupación: Debido a las altas tasas de interés, destrucción de los salarios y apertura desmedida de las importaciones, desde que asumió el macrismo cierran 50 PyMES por mes y el consumo privado hace cuatro trimestres que muestra fuertes caídas. La desocupación alcanzó en el segundo trimestre de este año el 10,6 por ciento. En particular, la situación es peor para las mujeres jóvenes (hasta 29 años), que siempre lideramos los índices de pobreza, precarización y desocupación, alcanzando el 23,4 por ciento. También los ocupados y subocupados demandantes aumentaron a 18,3 por ciento y 9,2 por ciento respectivamente, esto significa que cada vez hay más personas a las que el ingreso no les alcanza y están buscando otros trabajos para llegar a fin de mes.

-Endeudados: El 83 por ciento de los vencimientos totales del próximo año se explican por la política de endeudamiento del actual gobierno para financiar una salida de divisas ociosas de magnitudes históricas. El superávit de cuenta corriente, resultado de la recesión económica y la consecuente caída de las importaciones, ya no alcanza para cubrir las necesidades del sector externo y el peso de las obligaciones de la deuda lo impide definitivamente en un contexto donde el mercado financiero internacional se encuentra cerrado desde 2018 vetando un posible refinanciamiento. El “reperfilamiento” dispuesto por el gobierno nacional permitirá posponer en lo que queda de este año pagos por 9.306 millones de dólares que se agregarán a los abultados vencimientos de 2020.

El gobierno que viene tendrá la difícil tarea de tener que contener el desastre social que han provocado estas políticas neoliberales, y tendrá que ser ingenioso para atacar varios frentes en simultáneo y evitar que la situación económica siga empeorando. La política de administración de la deuda será un tema crucial para retomar una senda de crecimiento sin desatender el problema de la inflación. Será fundamental poner a funcionar la capacidad productiva subutilizada y controlar el tipo de cambio. Mejorar las condiciones de vida es prioritario y urgente.

** Economista del OCEPP, docente de UNPAZ y UNLA.

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