Corría 1973 y la democratización emergía en la superficie de una Argentina castigada por años de proscripciones, censura, represión, y empobrecimiento. La docencia se sumaba a la ola de participación con un gesto de madurez, se organizaba en la CTERA y la educación pública buscaba su lugar en la agenda institucional.

Ese mismo día, 11 de septiembre, la naciente organización expresaba su repudio al golpe de Estado en Chile, y fijaba con ello un principio ético que la acompañaría siempre. Cuando años después sobrevino el golpe del 24 de marzo, la furia asesina se descargó sobre su mesa directiva, como en el caso de su secretario general adjunto, el maestro Isauro Arancibia.

Estos antecedentes nos llevan a les Educadores Populares, como corriente de la comunidad educativa, a reivindicar el ejemplo de unidad y organización de la clase trabajadora que generó la Central docente, y a avanzar con el conjunto del pueblo en la superación de las consecuencias del neoliberalismo y de la pandemia. Para ello anteponemos la formación y la experiencia adquiridas en la praxis cotidiana en las aulas, en los hogares, en los espacios públicos; tanto en la lucha de resistencia, como en el acompañamiento al nuevo rol activo del Estado impulsado por el gobierno nacional.

Les Educadores Populares decimos que la pandemia y sus secuelas serán, si no lo han sido ya, la bisagra entre el estado de situación preexistente y su superación, hacia una perspectiva más popular o, por el contrario, hacia la consolidación de la desigualdad. El desafío para la educación popular ante esta dramática encerrona, que más allá del virus expresa la injusticia estructural del neoliberalismo, reside en generar el máximo de conciencia a favor de la participación organizada de la comunidad, para garantizar sus derechos e intervenir en la aplicación de las políticas públicas que los sustentan.

Nuestra opción por la comunidad educativa significa hacernos cargo, como espacio del campo nacional y popular, de construir las herramientas de intervención que permitan a la comunidad disputar la batalla cultural con perspectivas de triunfo. Una disputa política en la que seguimos a la zaga de los poderes fácticos y de su agenda de confusión, hace que la estrechez de la mirada sectorial choque con el muro de los lamentos erigido por el modelo de extractivismo y exclusión. Pocos periodos de la historia hicieron coincidir, como este, destrucción de la "casa común" con la desigual distribución de la riqueza, el ultra desarrollo tecnológico con la precariedad laboral, la primacía del capital financiero, sobre la producción.

"La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles si no procura también difundir un nuevo paradigma del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza. De otro modo, seguirá avanzando el paradigma consumista que se transmite por los medios de comunicación y a través de los eficaces engranajes del mercado". Con claridad, Francisco nos advierte de la disyuntiva actual: O rehenes del mercado, o gestores de un nuevo "Pacto Social". Y nos propone un camino: "A problemas sociales se responde con redes comunitarias, no con la mera suma de bienes individuales".

Trabajamos para garantizar que "Los espacios sociales sean el AULA de los derechos populares", y proponemos una "política de la educación para la educación de la política". Construiremos las mayorías necesarias para desarrollar en la provincia las Mesas Intersectoriales Socioeducativas, y para conquistar el Incentivo Académico para volver a la escuela.

Junto al ejemplo ético de CTERA, al legado histórico de las luchas populares, y la voluntad del pueblo argentino de dar vuelta la página de la frustración, seguimos caminando.

Educadores Populares con CTERA

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