Este 24 de abril se conmemoran 105 años de la fecha que dio comienzo al genocidio contra el pueblo armenio. El genocidio es un delito internacional pero, hasta hoy, sus responsables no han rendido cuentas a la justicia.

Durante la Primera Guerra Mundial alrededor de 1.500.000 de armenios -y otras minorías cristianas- fueron echados de sus casas, de sus pueblos y deportados en “caravanas de la muerte” por el desierto de Siria, donde morían de hambre, de sed, de enfermedades; si no eran asesinados a sangre fría por los soldados otomanos o por mercenarios del Imperio Otomano/República de Turquía.

Muchas familias de armenios escaparon del genocidio y encontraron refugio en otros países como en la República Argentina. Este bendito suelo patrio refugió a miles de armenios que escapaban de la destrucción genocida, conformándose con el correr de los años, una de las comunidades armenias mas grandes del mundo junto a la de Rusia, Estados Unidos, Francia y El Líbano.

Los sobrevivientes y sus descendientes rehicieron sus vidas en los barrios de Flores, Bajo Flores, Palermo, Villa Crespo, Belgrano; en localidades como Lanús, en Córdoba en Barrio Junior, Barrio Villa Pueyrredón, Mar del Plata, Rosario, Río Gallegos; en todo el país. Fundaron escuelas, clubes, iglesias, asociaciones de todo tipo, organizaciones de ayuda, empresas, comercios y lo más importante: familias. Nuestros abuelos y abuelas se fundieron en ese abrazo fraternal con el pueblo argentino que los ayudó a construir futuro sobre un pasado de muerte y destrucción.

Soy segunda generación de descendientes de armenios nacidos en Argentina, (por parte de madre, como lo grafica mi segundo apellido, soy Hairabedian), nacido en Bs.As. en 1983 con el regreso de la democracia. Este fraternal país no sólo concedió refugio a mis bisabuelos maternos, que escapaban de las masacres otomanas y le permitió a mi familia asentarse, sino que fue, precisamente, donde la causa Armenia referida al genocidio de armenios, obtuvo el reconocimiento y solidaridad del pueblo argentino a través de sus representaciones parlamentarias mediante la sanción de la ley 26.199 "Día de acción por la Tolerancia y el Respeto entre los Pueblos", aprobada por ambas Cámaras del Congreso Nacional y promulgada por el entonces presidente de la Nación, Dr. Néstor Carlos Kirchner.

Fue en este país donde tuvo lugar el pronunciamiento del Poder Judicial de la Nación, obtenido mediante la sentencia de la causa conocida como “Juicio por la Verdad del Genocidio Armenio”, que estableció por primera vez en el mundo, ante un tribunal de justicia, que Turquía planificó y ejecutó el crimen de genocidio contra el pueblo armenio entre 1915 y 1923. Esta causa fue iniciada por mi abuelo, Gregorio Hairabedian, en el año 2001, con el patrocinio de mi madre, Luisa Hairabedian, fallecida en el transcurso del trámite y finalizada por mí apenas me recibí de abogado.

Fue un argentino también, un porteño, quien hoy ya vive en el corazón de todos los pueblos, quien pese a todas las advertencias diplomáticas y presiones políticas para que no lo hiciera, reconoció el genocidio armenio en el púlpito de la Basílica San Pietro del Vaticano. Nos dijo con un profundo sentido humanista: “..donde se pierde la memoria quiere decir que el mal mantiene aún la herida abierta. Esconder o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla…Parece que la humanidad no logra dejar de derramar sangre inocente. Parece que el entusiasmo surgido al final de la Segunda Guerra Mundial está desapareciendo. Parece que la familia humana se niega a aprender de los propios errores causados por la ley del terror. No hemos aprendido que la guerra es una locura”.

En momentos trágicos y de muchísima incertidumbre por la pandemia del Covid-19, es importante recordar a nuestros antepasados y su capacidad para sobrevivir y seguir adelante con sus vidas.También esta pandemia nos demuestra que no es viable un mundo marcado por las desigualdades sociales, de género, raciales, con Estados ausentes, dominado por el individualismo y la falta de empatía. La lucha por los derechos humanos es de toda la humanidad y este nuevo contexto nos obliga a reafirmar la vigencia de estos derechos y el valor de la vida, la cooperación y la solidaridad por sobre todas las cosas.

Las palabras de Su Santidad Papa Francisco, la Ley 26199 y el fallo judicial en el Juicio por la Verdad del Genocidio Armenio, son un ejemplo concreto de cómo el pueblo argentino y el pueblo armenio, unidos, pueden enfrentar los desafíos del mundo actual en base al respeto a los derechos humanos y a los pilares de Verdad, Memoria y Justicia.

Gracias al aporte de Argentina en la lucha por el reconocimiento del genocidio armenio, ese abrazo fraterno que recibieron mis bisabuelos cuando llegaron a la Argentina, escapando del genocidio, se eterniza entre dos pueblos hermanos, que deben permanecer unidos para luchar por un futuro de paz y solidaridad, pilares para fortalecer ese puente de amistad fraterna que venimos construyendo desde hace más de 105 años, armenios y argentinos.-

(*) Abogado. Presidente Fundación Luisa Hairabedian.

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