Eva Perón, a pesar de haber muerto tan joven -se cumplen hoy 69 años- dejó una marca imborrable en la historia de la Argentina y sobre todo una inmensa huella en el corazón de la clase trabajadora.

Eva fue la depositaria del odio de la oligarquía y de las clases dominantes, porque fue la que levantó la bandera de la dignidad y el orgullo de sentirse clase trabajadora.

Eva le puso al peronismo la mística del compromiso con la lucha de los que menos tienen.

Eva reivindicó a quienes, por su origen humilde, por su pobreza, por su desprotección, tenían que ser los privilegiados, empezando por los niños, pero siguiendo también por las mujeres trabajadoras.

Nos deja una huella imborrable. No hay discurso, no hay grito de rebeldía, no hay propuesta de los trabajadores y trabajadoras para devolver la dignidad que no tenga que ver con lo que Eva construyó a lo largo de sus pocos años en la historia y reivindicó la presencia del protagonismo político de la mujer en las luchas populares. Nada más ni nada menos.

Por eso la recordamos de pie, con respeto, y fundamentalmente con la gratitud de sentir que fue ella la que en el peronismo señaló la causa de los humildes como la razón de ser de este movimiento.

(*) Secretario General de la CTA de lxs Trabajadorxs y Diputado Nacional por el Frente de Todxs.

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