No acostumbrarse.
No acostumbrarse al resplandor de las llamas.
No acostumbrarse al ruido de las sirenas.
No acostumbrarse al limón y el pañuelo.
No acostumbrarse al prejuicio social.
No acostumbrarse a dormir con el guardapolvo puesto.
No acostumbrarse a juntar pedazos de tizas porque mañana pueden faltar.
No acostumbrarse a las corridas a oscuras.
No acostumbrarse a callar el hambre con mate lavado.
No acostumbrarse a extrañar a les pibes.
No acostumbrarse a los patios vacíos.
No acostumbrarse a no llegar a fin de mes.
No acostumbrarse a las balas en las rutas.
No acostumbrarse a la desesperanza.
No acostumbrarse a volver de una marcha con pies entumecidos.
No acostumbrarse a hacer vaquita para levantar el comedor.
No acostumbrarse a la corrupción.
Nunca dejar de indignarse cuando se recibe la noticia de que dos maestras murieron por luchar.
Organizar la tristeza, El odio, La indignación, Las preguntas de sus pibes y El dolor.
Respirar hondo. Salir a la calle con otres.

Y jamás acostumbrarse.

(*) Delegada ATE Conicet Bariloche.

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