La cultura, sus trabajadores y sus medios. La resistencia, la necesidad de masa crítica y la oportunidad histórica de pasar a la ofensiva. Resistir. Siempre resistir. Por convicción. Por necesidad. Por consigna. A los golpes. A las dictaduras. Al neoliberalismo.

Desde la creación en la larga prescripción. Desde los sótanos. El café concert. El Parakultural. El expresionismo, el abstracto, el modernismo. Desde el rock argentino y la fusión. Desde Teatro Abierto a Teatro por la Identidad.

Desde Birri, Hugo del Carril, la Coca y Armando . Nacha, Edda, Pinti o Batato, por nombrar solo a algunos. Desde los Berni, los Carpani, los Quinquela, hasta los Perez Cellis. Desde Tanguito, Luca, La Balsa y Lito, a los exilios tan dolorosos como consagratorios. Desde Teatro Abierto y todas sus herencias interdisciplinarias.

Resistir. Siempre resistir. Aunque, sin duda, la porfía venga de antes. Vaya a saber de cuando. Porque la rebeldía, tan vieja como la injusticia, nos hará pensar en la ficción-realidad militante de José Hernández, las masacres de Mitre o el candombe y el tamboril llamador de los negros.

Siempre resistir. Más de cien años en la pelea contra la imposición foránea. Con mil derrotas, o más, pero ratificando obstinadamente la necesidad de ser,- de una vez-, nosotros.

Siempre resistir. Creando en la persistencia una opción identitaria y cultural. Esa que, con los caídos y los sobrevivientes, sentara las bases para el tránsito de una nueva etapa hacia la deseada y esperada ofensiva.

Esa en la que quizá estemos hoy. Transitando el avance que pueda ser definitivo. Con las dificultades mucho más claras, y con algunas herramientas legislativas,- por fín-, a favor. Con la convicción de que el 7D no es un fín, sino un principio. Pero también con el ejemplo inédito de cómo se elabora una ley. Con la lección aprendida de que no hay fuerza sin unión. Y no hay unión sin discusión, sin aporte, sin intercambio.

Eso quizá signifique hoy estar “unidos y organizados”. Discutir lo pendiente. Nuestras organizaciones. Nuestros derechos. El acceso a los medios. Las razones y objetivos de nuestro trabajo. Discutir. Sin autobombos ni declamaciones. Asumiendo definitivamente nuestra necesidad de construir masa crítica.

Esta quizá sea la bienvenida a la esperada nueva etapa, para la cultura popular recuperada y sus laburantes. Transitémosla.

Néstor ya lanzó la flecha que le propusimos. Y esa flecha está en el aire, junto a su espíritu.

Ahora nadie debe hacerlo por nosotros.

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