El subsecretario de Relaciones Internacionales electo, Rodrigo Borrás, realizó un análisis luego de finalizado el 5º Congreso de la Confederación Sindical Internacional y la elección de su nuevo secretario general, Luca Visentini. Compartimos aquí el texto.

La Confederación Sindical Internacional cambia de secretario general y plantea un nuevo contrato social

“El modelo económico global ha fallado a los trabajadores. El poder y la codicia de las grandes empresas mundiales han capturado a los gobiernos, que actúan en contra de los derechos y la seguridad de sus propios trabajadores…” dice el actual Secretario General de la Confederación Sindical Internacional. Es Luca Visentini, el nuevo secretario general de la Confederación Sindical Internacional (CSI), electo en el 5º Congreso Mundial de la CSI en Melbourne, Australia, frente a casi 1.000 participantes de más de 120 países en representación de más de 200 organizaciones democráticas de trabajadores, que participaron en los cinco días de debate y discusión para dar forma a los próximos cuatro años de acción del movimiento sindical mundial.

La CSI es el máximo órgano sindical internacional, que representa a cientos de millones de trabajadores de todas las actividades en el mundo, y que nuclea también a confederaciones globales como la Federación Internacional de Transporte (ITF), la Internacional de Servicios Públicos (PSI) y la Internacional de la Educación (IE), entre otras tantas, y de la cual la CTA de los y las Trabajadoras de la Argentina es miembro fundador desde el 2006.

Uno podría suponer que una declaración de estas dimensiones saldría en algunos medios de comunicación, pero, para sorpresa de nadie, eso no pasó. Ahora bien, sin detenernos en estos detalles de manejos de comunicación concentrado, el escenario en que asume la nueva conducción de la CSI es un mundo pospandémico en guerra, donde las últimas encuestas a los trabajadores mundiales dicen que el 90 % de las condiciones laborales están empeorando y que en 2022 las huelgas se restringieron severamente o se prohibieron en 129 de 148 países. Eso significa que el 87 % de los Estados el derecho puso a la huelga en jaque: es decir, un mundo con inflación y una creciente brecha entre los que mas tienen y lo que menos tienen.

Un mundo donde el fracaso de la COP27, condicionada por las empresas transnacionales extractivas de combustibles fósiles, demuestra que no será una iniciativa fácil; donde se sigue debatiendo si hay que gravar con impuestos a las empresas que han tenido beneficios extra con la pandemia o con el incremento exponencial de los precios de la energía, una línea de tendencia que, como sabemos bien en nuestro país, encuentra importantes obstáculos incluso en la interna de grupos progresistas.

El programa con el cual ha sido elegido Vicentini pide un cambio de rumbo en la política económica mundial, centrándose en las inversiones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional para combatir las crecientes desigualdades y ayudar a los países en desarrollo en su transición ecológica, con el objetivo de aumentar la fiscalidad sobre las transiciones financieras y las multinacionales.

La idea del "Nuevo Contrato Social para la Recuperación y la Resiliencia" propuesto por Luca Visentini viene a partir de un diagnóstico que efectúa el movimiento sindical global que es muy claro y directo: “En las cadenas de suministro globales, el 94% de la mano de obra mundial es una mano de obra oculta en la que la oscuridad de los contratos comerciales facilita la explotación y la opresión. El mundo es tres veces más rico que hace veinte años y, sin embargo, el setenta por ciento de las personas carecen de protección social universal. El 84% de las personas dicen que el salario mínimo no es suficiente para vivir y el 81% de los países han permitido que se viole el derecho a la negociación colectiva. Esto es desigualdad por diseño”.

“Es hora -continúa Visentini- de un Nuevo Contrato Social entre los trabajadores, el gobierno y las empresas, que debería incluir un piso de garantía laboral universal para todos los trabajadores. La implementación de un Nuevo Contrato Social aseguraría que se respeten los derechos, que los empleos sean decentes con salarios mínimos vitales y negociación colectiva, que la protección social sea universal, que la debida diligencia y la responsabilidad impulsen las operaciones empresariales, y que el diálogo social garantice medidas de transición justas para el clima y la tecnología”.

Se trata de un análisis muy convincente en palabras claras. En cualquier caso, el rol que debemos desempeñar desde el sindicalismo mundial organizado en torno a la CSI es estratégico en el momento histórico en el que nos encontramos, para que su voz sea alinee con las posiciones políticas e ideológicas que entienden que nos hallamos en un momento crítico, en el que hay que modificar las pautas a las que se ha sometido una globalización sin límites, de manera que se han de modificar profundamente las políticas económicas y monetarias que aplicaron a lo largo de estos años hasta la crisis derivada de la pandemia.

Es el momento de dejar atrás cuarenta años de hegemonía neoliberal en lo económico y en lo político y optar por un enfoque centrado en la consolidación de amplios derechos de ciudadanía social y de participación democrática en el gobierno, de las grandes transiciones digital y ecológica que vaya construyendo la sostenibilidad social y económica que requiere este tiempo.

La elección de Luca Visentini y del nuevo secretariado en la CSI deberá tener ahora un papel más activo en esta dirección, avanzando en la concreción y desarrollo de este Nuevo Contrato Social para la recuperación y la resiliencia que el conjunto de los trabajadores y de las trabajadoras del mundo plantea como un proyecto de acción colectiva.

Rodrigo Borrás
Subsecretario de Relaciones Internacionales
Central de Trabajadores y Trabajadoras de la Argentina (CTA-T)

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