En 1948, el gobierno popular de Perón estatizó el sistema ferroviario nacional. Ese parece ser el camino que está tomando el Gobierno nacional, popular, democrático y latinoamericanista de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Esto se refleja en la decisión de estatizar el Belgrano Cargas y en la de dejar sin efecto la concesión del Tren de la Costa y la de la empresa brasilera All Central, pasándola también al Estado nacional.

La suma de accidentes, entre la tragedia del Once y el reciente accidente de Castelar, nos interpela en relación a construir nuevos mástiles para nuestras históricas banderas: “Los ferrocarriles deben ser Argentinos”, como sostenía Raúl Scalabrini Ortiz.

Cabe recordar que la red ferroviaria tenía un desarrollo de 42.000 kilómetros de vías, de los que subsisten hoy alrededor de 8.000 kilómetros que son considerados “transitables”.

Hay que acabar con los concesionarios que realizan pingües negocios privados con los bienes del Estado. Para muestra basta un botón: entre los años 2007 y 2011, los concesionarios de trenes y de los subterráneos han recibido subsidios del Estado por 15.000 millones de pesos.

A las medidas mencionadas podemos agregar la suspensión de la Concesión al grupo Cirigliano (Sarmiento), las obras en las líneas Mitre y Sarmiento, y la compra de vagones a la República Popular China.

Nacionalizar los ferrocarriles supone también reactivar los talleres ferroviarios, Tafí Viejo, Escalada, entre otros. Se debe impulsar con decisión la construcción de material rodante, vías y durmientes para avanzar así en la autonomía nacional ferroviaria. Así mismo convocar a una gesta patriótica a los viejos ferroviarios para que transmitan su conocimiento a los jóvenes, implementando la modalidad talleres –escuelas.

Hay que terminar de una vez por todas con la situación de abandono que las privatizaciones produjeron sobres nuestros ferrocarriles. Vamos por más: los ferrocarriles deben ser nacionalizados. En su dirección deben participar los trabajadores, no los burócratas sindicales que fueron y son parte del negocio privatista, cuyo mejor ejemplo es Pedraza y compañía, hoy presos en cárcel común por el asesinato del compañero Mariano Ferreyra.

Los trabajadores deben elegir sus representantes por voto secreto y directo, para que sean los propios compañeros los que, democráticamente, elijan a quienes planifiquen junto a los funcionarios del Estado la reconstrucción ferroviaria nacionalizada, con un criterio nacional, popular y federal. Para que esta herramienta estratégica esté al servicio del pueblo.

Al decir de Raúl Scalabrini Ortiz, “en lugar de delegados de grupos financieros, es necesario que la vida económica argentina sea regulada y dirigida por los delegados del pueblo”. En el caso de los ferrocarriles, de eso se trata.

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