En el marco de una nueva jornada del Foro Parlamentario “Debates sobre la jerarquización y el reconocimiento del trabajo de cuidado”, organizado por las presidencias de las comisiones de Mujeres y Diversidad, Legislación del Trabajo y de Previsión y Seguridad Social de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, con la coordinación de las diputadas nacionales, Vanesa Siley y Mónica Macha, estuvieron presentes por nuestra Central: Yamile Socolovsky, Laura Fortini, Emilia Trabucco, Elba Norma Vera, Remigia Cáceres, Mónica Barbero, Angélica Inés Graciano, Lilia Lopez.
Exposición de Yamile Socolovsky, secretaria de Género de CTA-T
Gracias compañeras, buenos días a todes, gracias Mónica (Macha), Vanesa (Siley) por la convocatoria.
Nos parece importantísimo que se haya hecho esta convocatoria. Que en este recinto se empiece a construir un debate abierto sobre las políticas de cuidado, porque es la ley la que debe producir igualdad ahí donde la sociedad llevada por la disputa de los intereses sectoriales fácticos produce continuamente desigualdades. Este es el lugar donde construir las herramientas para el desarrollo de la igualdad y este es un tema central que todas tenemos muy claro.
La cuestión de la distribución desigual de las tareas del cuidado es un factor determinante del modo en que mujeres y diversidades nos incorporamos al mundo del trabajo, en la forma de precariedad, informalidad, trayectorias laborales interrumpidas, trayectorias laborales que permanecen en posición subalterna, subocupación y exclusión del mundo de trabajo con derechos.
Sabemos que esto es determinante en la incidencia de la pobreza, de la desprotección, de la sobrecarga de trabajo, falta de autonomía económica y también en la posibilidad de producción y reproducción de la situación de violencia sobre mujeres y diversidades.
En medida que las respuestas a las necesidades del cuidado, que es una respuesta fuertemente privatizada, familiarizada, también es una respuesta desigual que claramente depende de las estrategias, que las mujeres nos damos para resolver esas necesidades para nosotras mismas y nuestros entornos, recurriendo a lo que tenemos a nuestro alcance y por lo tanto también a la forma de la desigualdad, también reproduciendo desigualdades, no solamente de las respuestas que encontramos, sino también de aquellos y aquellas que necesitan de los mismos pueden recibir.
Que podamos avanzar en la producción de normas efectivas que reafirmen en términos de principios, pero también de instrumentos concretos de política, que los cuidados son un derecho y son un trabajo es fundamental. Que podamos decir con voz pública que recibir cuidados, cuidarse y que cuidar es un derecho y que también es un trabajo.
No hay nada que objetar o condicionar respecto a que cuidar es un trabajo, en términos de la dimensión afectiva que implica la actividad del cuidado.
Hay muchas actividades laborales que implican dimensiones afectivas importantes e insistimos que sean reconocidas y reguladas como trabajo, como por ejemplo la tarea docente que es el sector al cual yo pertenezco pero hay más.
El tema no es reconocer si hay afecto o no, sino que se reconozca que es un trabajo y garantizar derechos implica trabajo.
Cuando hablamos de reconocimiento de derechos tenemos que pensar qué clase de trabajo implica garantizar esos derechos.
Con muchas compañeras venimos conversando hace tiempo respecto a nuestra preocupación de cómo abordar esta cuestión y de la complejidad que implica conocer cómo es ese mundo del trabajo de cuidados y pensar que el abordaje del tema implica por un lado la discusión de los regímenes de licencia, tiempo y garantías para poder cuidar y cuidarse, de aquellas trabajadoras que están con regímenes laborales de dependencia. En este punto hay mucho para discutir y producir en términos normativos, claramente en la forma de ampliación de las licencias, no solamente de la ampliación temporal, sino de la ampliación del objeto de las licencias.
Para qué necesitamos licencias del cuidado. No solamente en relación con niñas, niños, niñes y adolescencia, sino con personas adultas mayores, personas con discapacidad, con personas que atraviesan situaciones que requieren acompañamiento y también las licencias que tienen que ver con el autocuidado, con la posibilidad de también garantizar los cuidados de la persona que trabaja.
El tema de las licencias es fundamental, pero nos queda un sector muy importante del mundo del trabajo de cuidado para abordar.
Junto con las licencias debemos abordar los lineamientos de la construcción de un sistema integral público de cuidado, que garantice igualdad, que también mire las condiciones laborales de las personas que trabajan en los sectores de cuidados, que somos fundamentalmente mujeres, y que no casualmente son sectores fuertemente precarizados, desjerarquizados, con ingresos bajos y con muchas demandas en términos de reconocimiento de derechos laborales.
Tenemos que pensar en el sector de salud, en el trabajo de cuidados organizado comunitariamente, que es fundamental; también en la situación de las personas con discapacidad que no solamente reciben cuidados sino también cuidan en muchísimas circunstancias. En el colectivo travesti, trans claramente hay un sector muy importante que se encuentra en esa situación.
El abordaje integral que implica este reconocimiento del cuidado de los derechos, de los derechos del cuidado como un trabajo y en la medida en que se reconoce al cuidado como un derecho de la responsabilidad fundamental del Estado de garantizar ese derecho tiene que ser la orientadora de la normativa que se produzca y la construcción de la integralidad en términos de pensar, la garantía del tiempo pero también las condiciones de infraestructura de los servicios para brindar y para recibir cuidados, y las condiciones laborales del sector que sostiene el sistema de cuidados es fundamental.
Respecto a la integralidad en términos normativos, creo que las compañeras legisladoras van a tener la capacidad de encontrar la mejor estrategia legislativa para poder avanzar en esos términos.
Hay que poder construir esa integralidad.
Con una norma, con varias normas, hay que seguir pensando cuál es el mejor camino a la hora de evaluar los aportes. Nos parece muy importante que espacios como este puedan tener una continuidad. Que las compañeras de los distintos sectores que conformamos este amplio mundo del trabajo de los cuidados, y como decimos “trabajadoras somos todas” desde esa perspectiva de reconocimiento, podamos formar parte, de alguna forma, de una mesa de trabajo, de algún espacio donde hacer aportes más específicos, más concretos y que puedan ayudar en la enorme tarea que ustedes tienen por delante.