Nuevamente los trabajadores del subte vamos a un conflicto, pero esta vez no es por salarios o condiciones de trabajo, dentro del esquema sindical clásico de presión/negociación. No, esta vez lo que está en juego es la supervivencia de nuestra organización sindical. Cuando Macri acepta o se resigna a hacerse cargo del Subte tenía un dilema respecto a nosotros: mantener una relación racional, priorizando la negociación, o intentar destruirnos. Optó por esto último.

Buscó aliados y los encontró rápidamente en la UTA –hoy amenazada con ser definitivamente desplazada del subte, ante un inminente pedido de compulsa de representatividad de nuestro Sindicato–, y en ROGGIO, siempre dispuesto a apoyar a quien le de subsidios de los que disponer a su arbitrio. La estrategia es simple: obligarnos a ir a un conflicto durísimo y tirarnos con la "legalidad" encima, con el apoyo de la patota de la UTA. Además, esto le serviría a Macri para conquistar algunas voluntades de legisladores, hoy reacios a votar su ley antihuelga y antiobrera. ¿Cómo llevarnos al campo de batalla cuando no era nuestra intención llegar a ese extremo? Muy sencillo: provocarnos, agredirnos y faltarnos el respeto, como lo hicieron en la audiencia del 28 de noviembre.Todos recuerdan que la instancia de negociación abierta en la Subsecretaría de Trabajo se originó en reclamos y medidas adoptadas por nosotros, mientras Roberto Fernández estaba pensando a qué isla del Caribe se iría de vacaciones en enero. Llevamos el peso de la negociación y soportamos audiencias intrascendentes, aguardando una respuesta razonable a nuestros reclamos. Pero ese día nos encontramos con la novedad de que se había firmado un "acuerdo" con la UTA que ponía fin a la Paritaria. A este maltrato y desconsideración se le sumaron dos condiciones a lo pactado, que sabían eran absolutamente indigeribles para nosotros. Una era el descuento de la suma que habíamos acordado en agosto para compensar los días caídos durante la huelga. La otra era, directamente, como escupirnos en la cara. Los trabajadores encuadrados en AGTSyP debían aportar de su salario un 1% para la UTA. Unos $ 2,4 millones al año para financiar al enemigo. ¿Alguien podía pensar que no íbamos a reaccionar? Claro que no, en realidad es lo que buscaron, pero se llevarán una sorpresa.

Roberto Pianelli es secretario general de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGSyP)

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