Hoy 11 de septiembre se cumplen 40 años del golpe de Estado en Chile. Uno de los más detestables de los tantos que padecimos los latinoamericanos. Y que ahora el imperio yankee haya convertido a la fecha en la caída de las Torres Gemelas no evitara que recordemos el Golpe al compañero Allende.
Salvador Guillermo Allende Gossens fue un medico cirujano que llego a ser presidente electo democráticamente por el voto de su pueblo. Era un político socialista, su gobierno contaba con un gran apoyo de los obreros, pero sobre todo y fundamentalmente era un hombre noble, con ideas e ideales, un hombre honesto y valiente.

Allende logró ser un de los mas creativos líderes socialistas del siglo pasado. Quizás porque descreyó de la celebre dictadura del proletariado y eligió el camino de la democracia, el camino largo de la paz hacia el socialismo. Quizás fracasó en su intento, con una enorme diferencia a los otros proyectos. Allende no dejó decenas o decenas de miles o millones de cadáveres atrás suyo. Ni siquiera tuvo presos políticos. Confiaba en solucionar la antinomia entre socialismo y democracia, que el mandato de la dictadura del proletariado anulaba.

Allende, un hombre que supo que no se viene a la vida a jugar, a gozar de las liviandades y las tentaciones, sino a meterle el alma y el cuerpo a las causas duras, las de la injusticia, las del hambre, las de la tortura y la muerte. Cuando se puso el casco de guerra y tomo el fusil para salir de la Casa de la Moneda totalmente asediada por las bombas, sabia que le esperaba la muerte. También estaba seguro que estaba dejando mucho más que su vida por un sueño, estaba marcando con fuego a toda una región, que hoy sigamos admirándolo con asombro. Porque no abundan las personas como él en el mundo.

En su último mensaje, don Salvador Allende dijo a su pueblo y a todos los pueblos de América: “¡Trabajadores de mi Patria!: Tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán de nuevo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!... La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”.

El domingo pasado más de 30.000 personas y organismos de derechos humanos se congregaron en el centro de Santiago con dirección al Cementerio General, lugar donde se encuentra el Memorial del Ejecutado Político y el Detenido Desaparecido. Este año, cuando se cumplen 40 desde la irrupción por la fuerza de los militares, el concepto que marco la marcha fue: “Marcho con tu rostro y llevo tu proyecto en mi memoria”. Finalmente Allende cumplió: las alamedas se vuelven a abrir.

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