Entrevista de Gabriel Carriconde para Brasil de Fato //Curitiba (PR)

Traducción de Carlos Girotti

Las elecciones en Brasil son la disputa por el proyecto de país, analiza el coordinador del Movimiento Sin Tierra, en la víspera del comicio.

El programa Democracia en Red , producido por la Red Lula Livre y Radio Brasil de Fato , entrevistó a João Pedro Stedile, economista y miembro de la dirección nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST). En la conversación él analiza la coyuntura nacional de las elecciones y también los desafíos en el período post electoral, apuntando perspectivas en relación al resultado de los comicios en la primera y segunda vuelta.

Brasil de Fato: ¿Cómo ven las elecciones los movimientos sociales?

J.P. Stedile: Estamos viviendo un período histórico de la sociedad brasileña que transformó las elecciones en una disputa de lucha de clases, una disputa de proyectos que, inclusive, desde mi poca vivencia política, no recuerdo otra elección en la que dos proyectos estuvieran tan claramente enfrentados. Aun la elección de 1989, que fue muy disputada, resultó más un festival de la democracia y la figura de Collor era vista como la de un cazador de marajás siendo que él sobreactuó un distanciamiento respecto a la Rede Globo y a los capitalistas.

Ahora bien, las elecciones actuales tienen un significado muy importante porque ellas traducen la lucha de clases que se acentuó en la sociedad brasileña a partir de la eclosión de la crisis económica que nos afecta a todos nosotros. La crisis económica comenzó en 2008, se agravó en 2013 y en 2014 emergió con fuerza. La burguesía, entonces, para salvarse de la crisis económica -cuyas causas, incluso, vienen de afuera- dio el golpe político con el objetivo de aplicar un plan que significa, en verdad, su propia protección y la descarga de todo el peso de la crisis sobre la clase trabajadora.

Brasil esta igual que el Titanic, como dice el comandante del Ejército, Gral. Eduardo Villas Boas. Cuando ocurre la crisis económica, o sea, cuando el barco comienza a hundirse, la primera clase corre a agarrar los botes, mientras que la segunda y la tercera clase, que son la clase trabajadora, se van a ahogar seguro. Para colmo, la primera clase pone a la orquesta del navío a tocar para distraer a la segunda y tercera clase. El papel de la orquesta, aquí en Brasil, es la Rede Globo, con sus telenovelas, con sus fakes, con toda la máquina mediática que ellos tienen, procurando dispersar y engañar a la clase trabajadora. Pero en ese proyecto de dar el golpe para salvarse no consiguieron sacar al Brasil de la crisis económica, al contrario, generaron una crisis social con el aumento de la desigualdad; generaron una crisis ambiental, por la voracidad con la que las empresas vienen ahora al país para tomar cuenta del pre-sal, del mineral de hierro, del agua; y generaron una crisis política, porque el gobierno no representa a nadie. En la historia de nuestra república nunca hubo un gobierno que tuviese sólo el 30% de apoyo. Peor aún, esta crisis política aparece ahora, en esta semana, después de que ellos no consiguieran alcanzar la unidad suficiente para tener un único candidato de la derecha que fuera el portavoz del proyecto.

BdF: ¿Que vendría a ser Geraldo Alckim?

Ellos intentaron, partidariamente, crear esa unidad en torno a Alckim con los diez partidos que se sumaron. Pero olvidaron combinar la jugada con el pueblo porque, para dar unidad popular usted precisa tener carisma popular y representatividad popular. Y el pueblo les negó esa representatividad a los golpistas y lo único que emerge en el campo de la derecha -que es el desastre de ellos- es Jair Bolsonaro. Este hombre es el fruto de lo que ellos sembraron durante los últimos cinco años: todo el día hablando por la Globo contra el PT, contra la izquierda, contra Venezuela, contra Lula, contra la igualdad social, contra los cupos, contra los negros, contra los sin tierra. Bueno, si vos emitís un mensaje diario que lleva a la discriminación, a la misoginia, a las ideas fascistas, etc., evidentemente esas ideas después van a aparecer personificadas en un candidato que hoy es Bolsonaro.

Ahora bien, ellos están en un problema grande y serio porque Bolsonaro, a decir verdad, no es un legítimo representante de la burguesía; es un fascista que quiere resolver todo a base de garrote y armas. Tan es así que, con sus dedos, hace el símbolo de un arma. Creo, entonces, que la burguesía está en problemas porque no consiguió viabilizar la candidatura de Alckim y ahora no saben qué hacer con Bolsonaro.

BdF: ¿Ud. cree que existe la posibilidad de que la burguesía rechace o intente impedir que Haddad asuma la presidencia si fuese electo, y apoyar masivamente a Bolsonaro en la segunda vuelta?

No creo aunque, claro, todo eso son hipótesis y ustedes pueden entrevistar a varios compañeros con opiniones diferentes dentro del campo de la izquierda. Pero mi lectura es que la burguesía no va arriesgar con Bolsonaro, incluso porque la burguesía, como máquina económica, no tiene más tanta fuerza. Eso se reveló con Alckim. La burguesía, con la máquina de la Globo, tampoco tiene tanta fuerza. La Rede Globo intentó viabilizar la candidatura de Alckim de todas las maneras posibles. La prensa, en general burguesa, también lo intentó. Ahora, en la revista de esta semana, Veja le cayó encima a Bolsonaro, mostrando sus pequeños grandes pecados familiares y revelando que él también tuvo un enriquecimiento mal explicado. No obstante, los votos de Bolsonaro están consolidados. Entonces, creo que en la segunda vuelta los votos de la burguesía se van a dividir. Ellos ya no tienen tanto poder como para influir en el voto de los trabajadores. De cierta forma, los trabajadores también están consolidados en su lectura de lo que está ocurriendo en Brasil.

BdF: ¿Entonces hay una división en la burguesía?

Yo creo que la burguesía va dividida. Ya no tiene tanta fuerza como para decidir las elecciones por su poder económico. Creo que la burguesía más inteligente, que es representada por sus intelectuales orgánicos como Delfim Neto, como Fernado Henrique Cardoso, como el propio Tasso Jereisati, ya está dando señales y haciendo gestos. Aquí, en Paraná, los propios tucanos paranaenses
ya dieron varias muestras de que no apoyarán a Bolsonaro. Entonces, creo que esa es la medida más inteligente para ellos. En cambio, lo que más nos preocupa es si después de que Haddad gane él intente reconstruir un gobierno de conciliación que, desde el punto de vista económico, no tiene más espacio. Ganamos la elección de 2002 porque parte de la burguesía brasileña se alió a Lula y eso posibilitó la victoria, pero de ésta resultó un gobierno de conciliación de clases. De allí que el gobierno de Lula fuera un buen gobierno para todo el mundo. Todas las clases se sentían representadas en el gobierno de Lula, desde los banqueros como Henrique Meirelles -que ahora está ahí mostrando quién es realmente- hasta los más pobres, que fueron beneficiados por el Programa Bolsa Família (Beca Familia) y por todas las políticas sociales.

Creo que, en el marco de la crisis económica, no hay espacios para un gobierno de conciliación de clases. Dicho de otro modo: cuando no hay crisis económica y existen excedentes económicos en la sociedad, es fácil hacer políticas públicas que atiendan a los pobres sin comprometer las ganancias de los ricos; pero ahora los ricos están en crisis. Los únicos que no están en crisis son los bancos y las empresas transnacionales.

BdF: ¿Cómo debe ser, entonces, un gobierno petista?

El gobierno de Haddad tendrá que, necesariamente, afectar a los bancos y a las grandes corporaciones para poder crear empleo de nuevo y atender a los más pobres. Y la agenda económica es urgente por lo que el gobierno de Haddad va a tener que tomar inmediatamente medidas en el campo tributario. Asimismo, y aunque desde el punto de vista legislativo sólo sirva para el año que viene, el gobierno tiene mecanismos para controlar el lucro de esas empresas y también para usar todo el dinero público para, en lugar de pagar intereses, hacer inversiones en la reindustrialización del país.

BdF: El PT ha hablado, incluso, de usar las reservas internacionales...

Creo que eso no es necesario. Brasil es un país rico y puede no utilizar esos 200.000 millones y conservarlos como una especie de retaguardia económica. En cambio, puede hacer un programa de viviendas populares muy baratas, a razón de R$ 50.000 cada una, y construir un millón de casas. Y lo mismo con la reforma agraria y lo mismo con la industria que genera empleo. Con un buen programa del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo), tal como Lula lo hizo en 2008, se puede retomar el camino. Incluso con una buena administración de la Petrobrás, con Gabrielli de nuevo ahí, la empresa puede volver a realizar encomiendas dentro del país, cancelar los remates del pre-sal porque eso fue ilegal y, entonces, con medidas de emergencia, recuperar el empleo, el poder adquisitivo y el bienestar para la clase trabajadora. Pero, atención: no hay ninguna posibilidad de mejorar la vida de la clase trabajadora sin meterse con las ganancias de los bancos y de las grandes empresas.

Bdf: ¿Cómo el PT puede garantizar esas reformas teniendo en cuenta la actual coyuntura de ascenso de las ideas fascistas?¿Cómo lograrlo? Tal vez, muchas de las críticas de los movimientos sociales a los gobiernos del PT fueron por su alejamiento de las bases. ¿El camino inverso sería una salida para que el gobierno de Haddad pudiera implementar dichas reformas?

El gobierno Haddad no puede ser visto como un gobierno PT, ni de izquierda. “Ah, ¿pero entonces vamos a conciliar de nuevo?” No. El gobierno Haddad sólo se viabilizará si es un gobierno popular. Eso significa que el primer pacto debe ser hecho con el pueblo y con las masas, y eso se hace de varias maneras: con sectores organizados como son las centrales sindicales, los movimientos sociales, las iglesias -que tienen mucha capilaridad y hablan con el pueblo- y con la juventud. Pero, sobre todo, tenemos que recuperar en el Brasil los métodos de participación popular en el gobierno, lo cual puede hacerse de muchas formas, por ejemplo, con plebiscitos. Y el primer plebiscito que el gobierno tendría que convocar es para revocar las medidas adoptadas contra el mismo pueblo que el gobierno golpista de Michel Temer aplicó, tales como la reforma laboral, el PEC 55 u otras medidas perversas que el dictó. Claro: el plebiscito es una forma, el referéndum es otra, y hay otras formas de estimular el debate con la sociedad: desde la calle.

BdF: ¿Cuáles serían las principales tareas de los movimientos sociales para responder a un gobierno de ultraderecha como el que, eventualmente, representaría Bolsonaro si resultase electo?

Honestamente, yo creo que las ideas fascistas y Bolsonaro no cuentan con la mayoría de la sociedad. Cualquiera puede investigar esto en su propio ambiente social. Si en verdad tuvieran la mayoría, hace rato que estarían masacrándonos en las calles. Pero no, no pueden tener mayoría en la universidad, en las iglesias, entre los comerciantes, porque nadie quiere la violencia como solución. Sobre esto se puede encuestar: no hay ningún sector social que quiera la violencia. Incluso dentro del cuerpo de la Policía Militar, cuya tarea es la represión dentro de la ley, salieron tenientes coroneles con posiciones públicas en Sergipe, en Ceará y en São Paulo advirtiendo que no será por la vía de distribuir armas entre la población ni ordenando que la policía sea más brutal que se va a resolver el problema de la violencia.

El caso de Río de Janeiro es todavía más didáctico porque allí aumentaron la represión, llevaron al Ejército a las calles y, no obstante, el índice de criminalidad aumentó. De manera que no se resolvió ningún problema en Río, al contrario, se agravaron. No creo en la viabilidad de un gobierno Bolsonaro; sería una situación de crisis permanente que ciertamente llevaría, en pocos meses, al impeachment. Y a la propia derecha, como ya dije, no le interesa el caos en Brasil ni un caos permanente ya que el caos y el conflicto le sacan la legitimidad y la tranquilidad que el capital precisa para producir, para tener ganancias, para exportar. Imaginemos una huelga general contra el gobierno de Bolsonaro: ello afectaría directamente a los capitalistas.

El ejemplo de Argentina es un buen ejemplo para nosotros, los de los movimientos sociales. Y reparemos en que la situación de Argentina es peor porque allí el gobierno de derecha ganó las elecciones. Pero el pueblo no abandonó la calle, continuó movilizándose y ahora, durante el reciente paro general, fue enorme la adhesión de toda la población: hasta los aviones pararon en Ezeiza. Y el gobierno de Macri, prácticamente, no tiene solución para este reclamo. Entonces, nosotros no tenemos otra salida. Este va a ser un período histórico muy activo y nos movilizaremos con Haddad para crear un programa y medidas de gobierno que resuelvan los problemas del pueblo.Y si -¡Dios nos libre!- Bolsonaro ganase las elecciones, nosotros tenemos que continuar en la calle para impedir retrocesos aún mayores.

BdF: ¿Cómo analiza los programas de los candidatos en relación a la agenda que el MST tiene sobre la reforma agraria y sobre la agricultura familiar?

La reforma agraria está parada en los últimos cuatro años. Ya en los últimos dos años de Dilma estaba parada por la crisis económica. Es que la reforma agraria sólo se viabiliza, para resolver el problema de los campesinos, si estuviera en el centro de un nuevo proyecto de país. De ahí nuestra insistencia con los militantes del MST: en este período histórico el papel de los militantes del MST es hacer campaña, es elegir a Haddad, es elegir gobernadores progresistas, diputados progresistas y todo eso porque la reforma agraria no depende de un partido o de un plan. La reforma agraria va a depender de otro proyecto para el país que, en las actuales circunstancias, sólo puede viabilizarse con la victoria de Lula-Haddad.

Ahora, en el contexto general de la disputa electoral -lo dije al inicio de esta entrevista- nunca tuvimos en nuestra historia republicana una elección tan claramente de lucha de clases entre el proyecto de los capitalistas y el proyecto de la clase trabajadora. Y el pueblo lo interpretó así aunque sin conciencia: “¿En el otro lado quién está? Bolsonaro. Alckim no me interesa”. Y del lado de acá está Haddad. Paradójicamente, quien ensayó un discurso de centro para agradar a todo el mundo se equivocó electoralmente. Entonces, la gente sabe de los compromisos de Ciro Gómes con el pueblo y de Marina conoce menos. Pero ellos no consiguieron viabilizarse como candidaturas de centro. Y con la izquierda lo mismo. Todo el mundo sabe de los compromisos de Guilherme Boulos, de la compañera que es candidata por el PSTU; son personas de izquierda. Pero el pueblo ni quiso tomar conocimiento de esto. Miren la tragedia electoral del PSOL, que es un partido de izquierda: cayó de un nivel histórico de 8%, 10% que logró con Heloísa Helena, con Luciana Genro, y ahora no van a llegar ni al 1%...

BdF: ¿El PSOL apostaba mucho a una reorganización de la izquierda?

Pues sí, pero veamos que no es un juicio ni al PSOL ni a Boulos. En verdad el pueblo está juzgando la lucha de clases. Es como si razonara así: ¿quiénes llegaron a ¨la final¨ de esta lucha de clases? Llegaron Bolsonaro y Haddad; entonces, todos los otros equipos no me interesan. El pueblo repite la metáfora del fútbol en la lucha electoral también.

Precisamente por eso es que no se está discutiendo el programa. El pueblo ni conecta con lo que está en el programa. Además, Bolsonaro ni programa tiene y Haddad tiene un buen programa pero nadie le pregunta nada sobre lo que allí dice. O sea, no es eso lo que está en disputa. Lo que está en disputa es la lucha de clases: ¿son los golpistas, los capitalistas que van a continuar mandando en este país o será la clase trabajadora la que va a recuperar fuerzas políticas para sacar al país de la crisis sin pagar el pato?

BdF: Nos gustaría que dejara un mensaje en estos últimos momentos de la carrera electoral. Una elección que comenzó mucho tiempo antes, prácticamente comenzó con el golpe contra la presidenta Dilma y, a partir de ahí, la sociedad quedó claramente polarizada.

Es verdad, más que elecciones aquí se encrespó la disputa entre los dos proyectos. Y nosotros tenemos que arremangarnos esta semana, justamente para explicar esto al pueblo. La manifestación que las mujeres hicieron el sábado pasado fue una hermosa clase de política, didáctica, mostrándole al pueblo que la consigna #EleNao no es sólo Bolsonaro. Es el proyecto de la burguesía. Y nosotros tenemos que reafirmar nuestro proyecto. Entonces, cuando pedimos el voto para Haddad no se trata apenas de proselitismo electoral.

Haddad encarna a Lula y encarna el proyecto de la clase trabajadora. Debemos explicar eso en esta semana porque el pueblo debe decidir entre dos proyectos: los golpistas del capital o los trabajadores intentando la redención de un programa de gobierno que va a tirar el peso de la crisis sobre la burguesía, no sobre los trabajadores, y va a recuperar un Estado democrático para que tengamos políticas a favor del pueblo. Y después de la primera vuelta -ya que ciertamente no se va a decidir la elección en la primera vuelta- en este mes debemos intensificar todavía más el trabajo de concientización y recomendamos a nuestros militantes: usar formas creativas para la campaña política, usar música, las bandas, los paneles, etc. En esta campaña prácticamente no hubo actos porque quienes van a los actos son los militantes. Entonces, la militancia debe ser más creativa en la forma de defender sus ideas ante la población en general.

Después del 28 de octubre, nuestra militancia va a tener que volver a hacer trabajo de base, hacer reuniones en los barrios, asambleas populares en el congreso del pueblo para así discutir qué cambios tendrá que realizar el gobierno de Haddad a partir de su primer día de gestión.-

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