Siete lectores su turnaron en la asamblea sabatina del Espacio Carta Abierta para dar a conocer entre los asistentes las siete carillas del nuevo documento público del grupo de intelectuales. Se trata de la onceava carta que lleva por título “Carta de la igualdad”. Hubo aportes, debates y, al cabo, cuando todos se disponían a comenzar el ya habitual brindis de fin de año en la explanada de la Biblioteca Nacional, Amado Boudou sorprendió con su imprevista concurrencia. También estuvieron , como en oportunidades similares, el senador Daniel Filmus y el Secretario de Empleo, Enrique Deibe, pero la llegada del Vicepresidente introdujo una certeza incontrastable: la vigencia de Carta Abierta en el nuevo escenario político.
La crítica situación que, en 2008, hizo que un pequeño pero muy significativo grupo de personas vinculadas a las artes, las ciencias, la educación y la esfera cultural, se pronunciaran en defensa del gobierno asediado de CFK, ha quedado atrás. No es preciso leer las diez cartas elaboradas a lo largo de todo de este tiempo para confirmar tal evidencia. Sin embargo, el derrotero de Carta Abierta podía haber concluido con el 54% de los votos obtenidos por la Presidenta en la última elección. Ya no se estaba frente a la posibilidad cercana de que el gobierno democrático sucumbiera ante el “clima destituyente” generado por la acción combinada de la Mesa de Enlace y los grandes medios de comunicación. Tampoco urgían las respuestas, como en aquella asamblea en Parque Lezama a la que concurrió Néstor Kirchner, una semana más tarde del revés electoral de 2009. Sin embargo, la intuición de que el nuevo escenario político que sucedería a la victoria del pasado mes de octubre traería también desafíos originales y preguntas inquietantes, llevó a la redacción de la “Carta de la igualdad” sin que ello importara, para este espacio intelectual, una suerte de certificado de inmortalidad.

Pero la cuestión de la igualdad, eje vertebrador de la última expresión pública de Carta Abierta, atraviesa todas las cuestiones que hacen a la profundización de la democracia. No es del caso citar aquí párrafos del documento aprobado este sábado; al fin y al cabo, el texto será dado a conocer en breve por sus propios hacedores. Sin embargo, los hechos más resonantes de las últimas semanas, parecieran afirmar que el debate en torno a la igualdad no será, en lo sucesivo, una actividad decorativa en el presente período constitucional.

El crimen que segó la vida del campesino Cristian Ferreyra, independientemente de que sus autores materiales e intelectuales estén presos y sean juzgados, reabre con dramatismo la necesidad urgente de que el parlamento nacional sancione una ley que impida el desalojo de las comunidades de pequeños agricultores y de pueblos originarios de sus tierras ancestrales. Y aun así, en el supuesto de que esa norma ya existiese, la legítima reivindicación todavía podría ser conjurada por autoridades inescrupulosas valiéndose de formas represivas no interdictas o amparadas, peligrosamente, en algunos artículos de la llamada ley antiterrorista, como ya lo han señalado todos los organismos de derechos humanos. La cuestión de la tierra, es evidente, no se reduce a la concentración de la propiedad ni a la extranjerización de ésta; el modelo extractivista tiende a arrasar las antiguas culturas locales, las economías regionales y, junto con ellas, a los ciudadanos que las conforman. Suponer que ellos permanecerán sin inquietarse implica desconocer que, precisamente en los últimos ocho años y medio, el concepto de ciudadanía se ha hecho conciencia en la misma medida en que se ha recuperado la confianza en la política como instrumento de cambio.

En otro orden, la cuestión del trabajo no registrado –que ha experimentado mermas pero aún insuficientes- advierte sobre el ancho campo de conflictos que yace sobre el hecho de que el 34% de la mano de obra ocupada, jóvenes en su inmensa mayoría, se encuentra dentro de esa categoría. Es paradójico que, con esos indicadores, el acto realizado por la CGT en el estadio de Huracán haya jerarquizado las reivindicaciones de la franja mejor remunerada de los trabajadores para confrontar, políticamente por cierto, con el Gobierno. Y es aún más paradójico que la fracción antikirchnerista de la CTA haya descubierto que es posible la unidad en la acción con la CGT cuando, hasta ayer, eso era sinónimo de traición. La cuestión del trabajo no registrado –que no incluye al trabajo precario, siendo que éste persiste como otra lacra propia de una década atrás- atañe directamente a la cuestión de la igualdad porque las grandes patronales siguen midiendo su rentabilidad en base a estas inequidades.

Los ejemplos citados –y se comprenderá que la lista podría incluir, si no fuera por la limitación de espacio, temas igualmente urgentes como la reforma de la carta orgánica del Banco Central, una nueva ley tributaria, otra para las actividades financieras y así por delante- ponen de relieve que el nuevo escenario político trae desafíos también novedosos para la profundización del proyecto que comenzara en 2003 con Néstor Kirchner.

En este contexto, el debate de ideas, el reconocimiento de la existencia de miradas diferentes dentro de ese mismo proyecto, no puede ser sino una etapa superior en la que se enmarca el gobierno nacional, popular y democrático de Cristina Fernández. Pero si el litigio por la igualdad admite el concurso de distintos aportes y enfoques, lo que queda fuera de esta discusión es todo aquello que atente contra la posibilidad misma de la existencia de dicho debate porque, entonces, ya no sería tal: sería confrontación pura y dura.

La certeza de que este tiempo histórico impone un salto cualitativo hace que, propuestas como las del Espacio Carta Abierta, adquieran renovada vigencia, mientras que aquellas que sólo atinan a mirar su estrecho interés corporativo se distancian tanto del interés común que, a poco de expresarse, acaban siendo funcionales a quienes, de la igualdad, no quieren tener ni noticias.-

Carlos Girotti es sociólogo del Conicet y dirigente de la Mesa Nacional de la CTA

Publicado el 18 de diciembre de 2011 en el diario BAE

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