A veces elegimos hacer silencio y debemos ser respetados por eso, pero cuando queremos expresarnos ¿quién se hace cargo de imponerlo? Y si lo hacen, la pregunta es ¿por qué?
Los premios a la labor actoral y a la producción artística en cualquiera de sus ramas tienen como característica contar con algunos minutos para agradecer o dirigir unas palabras al público, esto ha sido así desde siempre. Es quizá el verdadero premio, tener la oportunidad actores, directores, técnicos y productores de expresarnos desde quienes somos y dejar atrás por un momento la ficción que llevamos al escenario. Desde el agradecimiento o el compromiso con nuestros ideales, poder decir lo que sentimos o nos preocupa, visibilizar, si así lo decidiésemos, silencios impuestos a otros y luchas propias y ajenas. Nunca nadie, en estos actos, nos obligó a callar porque es sabido que no hay mal en decir lo que se piensa, aunque la historia de nuestro país dé cuenta de que por esta misma razón fuimos desaparecidos.
Esta vez, alejados de la sensibilidad, la cultura o apenas el respeto básico, los Premios Estrella de Mar se visten de la imposición de nuestro silencio en una grosera muestra de temor oficial. Porque sólo es el miedo el que puede aconsejar tan mal. Y sólo tiene miedo quien se sabe culpable.
CONSEJO INTEGRAL
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE ACTORES