Prisión perpetua fue la condena que recibió el ex policía Matías Ezequiel Martínez por degollar y apuñalar a Úrsula Bahillo en la localidad de Rojas en febrero de este año.
El femicidio generó una enorme conmoción social. Úrsula tenía miedo, se sentía amenazada, se había imaginado a sí misma muerta y por eso pidió ayuda y denunció la violencia que sufría en más de una oportunidad. Pero todo falló.
Fallaron las medidas de protección, la restricción de acercamiento, el botón antipánico que nunca llegó y las denuncias formales ampliadas. Falló la Comisaría de la Mujer, la Ayudantía Fiscal y el juzgado de Paz. A Úrsula la asesinó su ex pareja, pero también el tedioso laberinto burocrático de un sistema de justicia sin perspectiva de géneros; que se desentiende de la violencia machista, que descree de la palabra de las víctimas, que desatiende sus pedidos desesperados de auxilio.
Desde la Secretaría de Igualdad de Género y Oportunidades de la CTA abrazamos fuerte a los afectos de Úrsula en este momento. Y, con elles, seguiremos exigiendo la reforma judicial feminista.
¡NI UNA MENOS!