La implementación en el Reino Unido de la semana laboral de cuatro días a partir de una prueba piloto que abarca a 60 empresas vuelve a poner en evidencia lo obsoleto de la legislación argentina que conserva una de las jornadas más largas del mundo. El ensayo británico se suma a las experiencias de Finlandia y España en el mismo sentido.

Nuestro país, con un mapa laboral partido al medio, entre trabajadores formales con convenio y trabajadores informales y una desocupación que afecta particularmente a les jóvenes y a las mujeres, rasgo común en todas partes del mundo, mantiene la jornada laboral legal establecida en 1919, aquellas por las que pelearon los Mártires de Chicago. Las sucesivas revoluciones tecnológicas aplicadas a la producción hicieron que el tiempo de trabajo sea cuatro veces más productivo que hace un siglo. No podemos reducir esos avances a un aumento de la tasa de ganancia. No se puede seguir sosteniendo la rentabilidad en la explotación intensiva de mano de obra a bajo costo. La inversión y la actualización de las dinámicas productivas deben estar al servicio de que todas las personas que trabajan mejoren su calidad de vida. La necesidad de repensar las desigualdades y transformarlas en justicia social no puede quedar librada al mercado. Son urgentes las políticas públicas que regulen de manera más justa y equilibrada la relación entre tiempo de trabajo y productividad.

Para afrontar con audacia esta realidad, tampoco sirven reformas laborales flexibilizadoras y promotoras de los despidos, que ya demostraron ampliamente su fracaso en la Argentina y en el mundo. En ningún país en que se abarató el costo del despido arbitrario se mejoraron los índices de empleo ni de formalidad laboral. Es necesario explorar en otra dirección. La reducción de la jornada laboral no está pensada específicamente para dar respuesta al desempleo. Pero es una iniciativa que tangencialmente puede tener un efecto positivo al distribuir mejor el trabajo socialmente necesario. Independientemente de ello, se trata de aggiornar la extensa jornada legal que rige en la Argentina con el objetivo de encontrar una ecuación armónica acorde a los nuevos tiempos de innovación tecnológica, productividad, margen de utilidad empresaria y derecho a una vida mejor de quienes trabajan.

En definitiva, la reducción de la jornada laboral constituye un tema cuyo debate no admite más postergaciones.

(*) Hugo Yasky y Claudia Ormachea son diputadxs nacionales, dirigentes sindicales y autores de sendos proyectos de Ley de reducción de la jornada laboral.

Publicada originalmente en: https://www.pagina12.com.ar/428209-reduccion-de-la-jornada-laboral-sin-perdida-salarial-un-deba

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