La semana pasada el INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos) lanzó un informe que refleja que en promedio, en el país deben destinarse $233.715 por hijo para garantizar los bienes y servicios indispensables y los cuidados requeridos para el desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes.
En medio de la crisis económica y social que atraviesa el país, estos datos dan cuenta del desafío y las dificultades que enfrentan las familias argentinas en el sostenimiento de la crianza de niñas, niños y adolescentes, aún más teniendo en cuenta que en la actualidad en la mayoría de los hogares dónde hay una composición de familia nuclear, ambos progenitores realizan tareas económicas fuera del hogar.
Los datos del Indec reflejan el costo mensual para adquirir los bienes y servicios para el desarrollo de infantes, niñas, niños y adolescentes que incluyen lo necesario para garantizar una alimentación con requerimientos energéticos mínimos así como también bienes y servicios no alimentarios como ser vestimenta, transporte, salud, vivienda entre otros. A esto se le suma el costo de cuidado que surge a partir de la valorización del tiempo requerido para dicha actividad. Los valores que arrojan son los siguientes:
Para los menores de 1 año, es de un total de $208.489, de los cuales $67.601 corresponden a bienes y servicios y $140.887 al costo del cuidado.
Para niñas y niños de 1 a 3 años, el total es de $248.303, constituido por $87.289 de bienes y servicios y $161.064 de costo de cuidado.
Para niñas y niños de 4 a 5 años el monto mínimo requerido es de $211.807 integrado por $111.173 de requerimientos de bienes y servicios y $100.634 para cuidados.
Finalmente para niñas y niños en edades de 6 a 12 años una familia necesita $266.263 por hijos destinando $137.911 en bienes y servicios y $128.352 en costos de cuidado.
Los datos son alarmantes si se lo compara con el salario mínimo vital y móvil, que en estos momentos se encuentra en $180.000 por la suba -por decreto- que se determinó para febrero, una suma que apenas representa el 77% de lo que se necesita para criar un niño o niña en promedio en el país y que en parte explica el lamentable dato sobre la pobreza infantil, que según estimaciones supera el 60%.
Nadie puede sobrevivir sin cuidados
Ahora bien, de qué hablamos cuando hablamos de cuidado. Al referirnos a ello hablamos de todas las actividades que tienen que ver con el sostenimiento y la reproducción básicos y elementales de la vida. Los cuidados están presentes en todas las sociedades porque nadie puede vivir sin alimentarse, sin recibir sostén emocional, sin tener garantizadas por lo menos las mínimas condiciones de salud.
Educar, sanar, alimentar, asear, acompañar y sostener afectivamente son actividades de cuidado directo. A su vez y muy importante, el hecho de generar las condiciones para que las actividades de cuidado directo, sean posibles, también es parte del cuidado, sin dejar de lado, el autocuidado por supuesto. Nadie puede sobrevivir sin cuidados.
El cuidado es trabajo porque implica entre otras cosas, conocimientos, organización del tiempo, planificación y disponibilidad emocional. Lamentablemente aún socialmente, existe falta de reconocimiento y valoración de tan importante tarea porque el cuidado es trabajo, que no siempre se remunera o está mal remunerado, y tiene altos grados de precarización. Este rol, tan importante con falta de reconocimiento y de valoración es ejercido en la mayoría de los hogares por mujeres, sin embargo es una responsabilidad que debe ser compartida por todas las personas de todos los sectores de la sociedad, familias, comunidades, empresas y Estado adoptando marcos normativos, políticas, programas y sistemas integrales de cuidado con perspectiva de interseccionalidad e interculturalidad que respeten, protejan y cumplan los derechos de quienes reciben y proveen cuidados.
Finalmente, el creciente costo de la crianza combinado con salarios que mes a mes pierden contra la explosión inflacionaria y el descontrol de precios configuran un escenario en que el desarrollo de los niños y niñas, en un marco de derechos y oportunidades, es cada vez más difícil de garantizar por parte de sus progenitores o personas responsables. Esta situación es sumamente preocupante y tiene que estar en la primera línea de la demanda social y de las políticas públicas debido a sus consecuencias para el presente y el futuro del tejido social.
Si el gobierno al frente del Estado no despliega políticas para atender esta realidad, deberá ser la lucha articulada de los diferentes sectores y organizaciones el instrumento para hacer frente a la desigualdad y la exclusión, forjando un horizonte de oportunidades y justicia para cada argentino y argentina.
Leila Cañete
(*) Licenciada en Psicología. Diplomada en Crianzas y Cuidados Comunitarios en Primera Infancia. Integrante de CTA Entre Ríos y docente universitaria.