El martes 23, Hugo Yasky, secretario general de la CTA de lxs Trabajadorxs, fue entrevistado por Juan Amorín y Rocío Criado para el programa Crónica Anunciada, en Futurock.

Juan Amorín: ¿Qué esperás que pase el 25 de Mayo cuando salga Cristina ante una plaza que se espera colmada a otro nivel?

Hugo Yasky: Que haya una multitud. Que haya un ataque masivo de incomprensión de texto. Y que primero llueva y que después salga el sol.

J.A.: ¿Te pegó que Cristina haya dicho “ratifico mi decisión de no ser candidata” porque vos eras uno de los que hacía más fuerza, para convencerla, para plantear que el peronismo no se puede privar de una figura del tamaño de Cristina?

H.Y.: Sí, sí. En un punto soy poco racional y por supuesto me pegó porque estoy convencido que Cristina, por muchas razones es la mejor candidata y es la que más nos aseguraba la posibilidad del triunfo. Ayer estuvimos con Wado, que vino a la CTA y creo que él, es el mejor compañero que tenemos para disputar esa candidatura. Además es un tipo absolutamente llano, tiene una historia de lucha y es alguien que desde el primer momento formó parte del kirchnerismo, formó parte de esos jóvenes, en un momento en el que muchos todavía decían que se vayan todos. Hace 20 años. El 25 lo estaremos recordando.

Rocío Criado: ¿Y cómo se vuelve a enamorar? Esto que decía Cristina el jueves, porque hay un electorado alejado de la política hoy y vos fuiste un crítico de esta gestión, cosas que se hicieron mal. ¿Cómo se hace para volver a enamorar a esa gente?

H.Y.: Creo que primero hay que hacer un enorme esfuerzo para hablar con la gente, para ir a buscarla, escucharla, para bancarse los primeros golpes, porque es verdad, la gente está dolida, decepcionada. Nosotros lamentablemente hicimos mucho para que esto pasara y segundo hay que proponer un camino que claramente, cuando Cristina habla del programa no lo hace con la idea esa tradicional de definiciones programáticas, sino que sea un compromiso nuestro cuando el texto está escrito referido a las cosas que hay que hacer.
Hablar de distribución de la riqueza y decir cómo vamos a intentarlo; hablar del FMI y decir cómo nos vamos a parar y con qué propuesta vamos a ir; hablar de los recursos naturales y plantear cómo vamos a intentar que recursos estratégicos no sean insumos para que las multinacionales ganen más y lo tercero, lo decía Wado ayer, es rendir cuentas. Es asumir el compromiso de la rendición de cuentas. Acá, el que no esté a la altura de lo que se postula y de lo que la gente vote, se tiene que ir. No podemos mantener una especie de cofradía de gente que vacila, que hace cálculos, que especula y que piensa “qué me pasa si la mano cambia y me ocurre lo que le está ocurriendo por ejemplo, a Cristina”.

J.A.: ¿Cuánto hubo de eso en este gobierno? Yo decía después de la carta de Cristina que me daba la impresión que el peronismo no hizo todo lo posible para que esa carta no saliera. Que Cristina pudiera decir soy candidata. Me daba la impresión que muchos especularon con esto: uy, mirá la suerte que corre Cristina, la suerte que puedo correr yo si tocamos los mismos intereses. Prefirieron atribuirle la pelea a Cristina. Santa Cristina todo lo puede.

H.Y.: Hubo mucho de una especie de clima de invernadero del que muchos no quisieron salir porque era más confortable no asumir riesgos. Recuerdo la noche que atentaron contra Cristina y nosotros estábamos convencidos que había que convocar a un paro con movilización, que teníamos que ganar las calles y en la Casa Rosada, alguien, no sé quién, pergeñó la idea de un feriado nacional.
Hay un episodio del Viborazo, donde un interventor militar frente a la reacción del pueblo porque habían matado a un militante en una marcha, y la CGT convoca a un paro y movilización, decreta inmediatamente un feriado nacional para parar la salida y la reacción del pueblo.
Cuando vos tenés en la Casa Rosada quien pergeñe esas cosas, es porque están intentando mantenerse en una zona de confort, donde el conflicto se atempere, donde lo que vaya decidiendo los pasos que se dan es el cálculo de esa especulación para tener cuidado. No pisar callos, pedir permiso, ser políticamente correcto. No asumir riesgos.

J.A.: Recuerdo alguna vez que fuiste crítico de la situación salarial, 2020, 2021, a los pocos días te reuniste con Alberto, como que Alberto tomó nota de lo que habías dicho y te llamó. ¿Qué pasó después que lo vieran al Presidente y le plantearan algo así, porque muchas veces que alguien criticaba la gestión y Alberto Fernández luego lo convocaba vos decías: Bueno, tomó nota, pero luego caía en saco roto eso.

H.Y.: Creo que hubo una parte de lo que sería el dispositivo de la recuperación del ingreso que funcionó, que fue las paritarias con los gremios más grandes, donde hubo una dinámica que permitió empatarle a la inflación. Nosotros veníamos de perder 22 puntos de poder adquisitivo, durante los años de macrismo en el sector privado, 27 en el público y 30 y pico, una enormidad, en el salario mínimo, vital y móvil. Y ahí es donde claramente fallamos, porque además del problema de la inflación, lo que no hubo fue la determinación y el coraje para sostener una política de recuperación de los ingresos. Hubo un primer intento que fue el primer aumento que da a través de una suma fija Alberto, se produce un momento en el que el salario se recupera, después viene la pandemia y empezamos una curva descendente. Pero después de la pandemia no hubo, a pesar que creció la economía. Ahí es donde tendría que haber habido una iniciativa y se lo quedaron cuatro vivos, que después convierten esa renta en dólares y después entran por el costado a presionar en las cuevas a presionar sobre el valor del dólar, y otra vez aumentan los precios y nosotros vamos corriendo de atrás, y el gobierno, de alguna manera fue incapaz de intervenir con iniciativa y sobre todo con el pulso firme frente a eso.

R.C.: ¿Y no salimos poco los trabajadores y trabajadoras, no salimos contra el acuerdo con el Fondo, cuando intentaron matar a Cristina sí, pero cuando la condenaron no, cuando veíamos este ajuste de los salarios o la falta de medidas que no llegaban. Creo que le faltó al movimiento obrero un poco de calle, que es algo que siempre ha tenido en las últimas décadas.

H.Y.: Sí. Hoy mirando la foto para atrás, por ahí uno dice quizá faltó. Lo que pasa es que no depende solamente de la voluntad de los que conducen el movimiento obrero. Cuando vimos la imagen de Lula allá en el sindicato metalúrgico de San Pablo, esperando que la gente se movilizara. Nosotros estábamos en Ezeiza esperando porque nos estaban hablando desde allá para viajar a Brasil y acompañar a Lula, en ese momento, lo que se suponía iba a ser una reacción popular y no la hubo. No la hubo porque en ese momento, Dilma Rousseff había aplicado políticas que vaciaron de credibilidad, frente a los propios votantes del PT, a ese gobierno.
El pueblo estaba castigado, con bronca, había que tener una enorme conciencia para sobreponerse a una cotidianeidad donde vos te sentías maltratado, olvidado o decepcionado por la falta de respuesta y salir a la calle. Nosotros enfrentamos eso. Nunca fue fácil movilizar y mucho menos en una situación en la que vos estabas siempre en una especie de ambigüedad, porque este no fue un gobierno que tuvo un discurso, que dijo, bueno muchachos, olvídense, es lo que votaron, vamos con el ajuste, vamos con el Fondo nos importa un carajo la pobreza. No fue eso.
Era siempre un discurso ambiguo que también genera una expectativa que al final se traduce en eso. Entre la expectativa que vos le ponés a un gobierno que te da señales para un lado y después dobla para el otro. Y también eso nos fue corroyendo por dentro. Creo que hubo momentos, como lo del acuerdo con el FMI. Hubo todo un debate, dentro de nuestra propia fuerza. Hubo una votación donde un sector muy minoritario votó en contra, otros nos abstuvimos. Era todo un proceso ambiguo y todavía uno todavía tenía la idea de que podía generar un daño si generaba una ruptura interna, una especie de factura expuesta. Bueno, finalmente resolvió y aun siendo Cristina tuvo que cargar con el peso de que le imputaban. Porque la misma derecha que en los primeros tiempos decía que Alberto era un títere de Cristina, después decía que era la que quería destruir, condicionar el gobierno de Alberto.

Periodista: ¿Qué pasa con Massa ahí? Porque el programa económico que votó el Congreso y fue muy criticado por el Frente de Todos, hoy es el mismo programa que está ejecutando Massa y las críticas siempre se le hacen al gobierno, al presidente y el ministro de Economía parece intocable. ¿Tan poderoso es Massa?

H.Y.: Ojalá fuera mucho más poderoso por el lugar que hoy ocupa. Massa es como una especie de copiloto que venía sentado en la fila de atrás y que en el momento en que estamos enfrentando las torres gemelas lo ponemos de un salto e intenta levantar vuelo para no pasar por el medio. Massa tomó en sus manos un país que estaba absolutamente descarrilado en términos económicos. Nosotros estábamos absolutamente ya sin brújula. El gobierno no iba a terminar su mandato si la cosa seguía de esa manera descarrilando, e intenta estabilizar y empieza a pulsear con los especuladores financieros, fundamentalmente, que son muy poderosos. Detrás de esto está el que nos llevó a esa ruina, BlackRock, y lo que hubo que pagarle a los fondos buitres, todos los días dispara munición pesada todos los días. Ahora están viendo el almanaque viendo en qué momento, si no hay una respuesta del FMI, si no se consiguen dólares, vuelven a la carga. No es que pasó.
Creo que Massa cumple esa función. Si Massa hubiera planteado, asumido como ministro de Economía de Alberto, lo que está haciendo ahora, hubiese sido un quilombo. No se hubiese aceptado. Es como cuando a vos te levantan de la calle en una camilla y te llevan a terapia intensiva. Vos ahí no te quejás del cirujano, salís primero de terapia intensiva. Hoy estamos jodidos.

J.A.: Vos decías que el gobierno no terminaba mandato si seguía descarrilado de esa forma y Massa de alguna manera lo encarriló.

H.Y.: Massa lo encarriló. Hubo un emergente que es la sequía, que es real. Hoy no sirve como argumento, pero dentro de 20 años se va a hablar que hubo en la Argentina una sequía que fue la peor del siglo y que nos produjo un daño económico enorme. Ahora hay que tratar de evitar que nos lleven de nuevo al mismo punto en el que estábamos cuando asumió Massa, porque hay sectores muy poderosos que pretenden eso. Es decir, si este gobierno terminara estallando por el aire, si terminara el mandato con una situación en que la gente esté bajo un estado de shock, eso le facilita al próximo gobierno, si es el gobierno que prometen del ajuste, de llevarse puestos los planes sociales, el pueblo, las paritarias, todo, le facilita la tarea. Es lo que hay que tratar de evitar.

R.C.: ¿Y acá cómo se ordena, porque venimos de unos días donde Alberto el domingo dio una nota bastante contundente respecto a definiciones de la vicepresidenta, y está este debate si se juntan, no se juntan, si es necesario estar en el mismo lugar o no?

H.Y.: La verdad ya no lo veo necesario. Creo que no tenemos que seguir perdiendo el tiempo. A nadie le interesa ya una foto en la que haya tres o cuatro personajes. A la gente lo que le interesa es que empecemos a resolver los temas que la están acuciando y a los votantes nuestros, que será el 25%, 30, que ya está decidido a votarnos, no quiere más que sigamos con la historia, girando en círculos, boludeando, con el encuentro de Alberto con Cristina, con Massa. Dicen basta.

R.C.: Pero a Alberto se lo ve más duro respecto a eso. Como de no querer ceder a ciertas cuestiones.

H.Y.: Creo que Alberto le ladra a la Luna. Cristina sale, habla, la escucha el país. Se produce un hecho político inusitado. Después Alberto busca un no sé qué diario es, para que le hagan un reportaje y poder, como decimos en el barrio, sacarse la leche mal con dos o tres frases que no tienen ningún sentido. La gente no está esperando que Alberto hable o que Alberto salga en una foto con Cristina. Lo que está esperando es saber si Cristina va a ser la candidata o no y cómo salimos de esto. Con qué compañeros y con qué programa. Me parece que eso es lo que viene.

J.A.: Yo preguntaba hoy qué rol se le asigna a Alberto Fernández en esta campaña, si es que se le asigna alguno. En la mesa del Frente de Todos Cristina es quien aporta claramente mayor capital de votos. Sergio Massa me parece que se ganó el derecho a estar en esa mesa con voz y voto. Me pregunto, si Alberto no va a ser candidato, qué capital lleva a esa mesa.

H.Y.: Alberto es el presidente del Partido Justicialista. Recuerden que en la otra elección teníamos el Partido Justicialista intervenido. Alberto tiene que facilitar que ese partido sea el espacio que congregue a los otros pequeños partidos que conforman la alianza y que haya una armonía en términos de definición de la estrategia que Cristina fundamentalmente tiene que marcar en términos de campaña electoral. Creo que más no se le puede pedir, pero tampoco más se le puede permitir.

J.A.: ¿Es posible volver a enamorar como dijo Cristina, al electorado en un contexto donde un trabajador está ganando 80 lucas al mes de junio, donde la inflación está 8, 9 puntos mensuales y pareciera que va a complejizarse todavía más? ¿Es posible la elección para el Frente de Todos en este contexto, más allá de los nombres propios? Me da la impresión que la única con capacidad para sortear todo eso como figura y como producto de lo que fueron los años de gobierno, es Cristina Kirchner. Sacando a Cristina no pareciera que hubiera alguien que pueda llenar el vaso per se, y cuando no llenás el vaso per se, me parece que hay que ir a la gestión y cuando vas a la gestión, el Frente de Todos no logró lo que se propuso.

H.Y.: Sí, desde ya. Creo que imposible no hay nada. Ahora me viene a la cabeza la figura de Bonafini, las Madres de Plaza de Mayo, era imposible hacer lo que ellas hicieron. Era imposible que eso terminara como terminó con los genocidas presos. A partir de ahí creo que no hay nada que sea imposible.
Es verdad que con Cristina teníamos muchas más posibilidades. Por eso hay que esperar a ver qué pasa el 25. Qué dice Cristina, pero creo que igual la flecha está en el aire. Sería una proeza ganar esta elección, pero entiendo que todavía se puede. El pueblo argentino, así como tiene la memoria de lo que significó Cristina, y por eso es la que tendría la posibilidad de dar vuelta esta historia, también tiene la memoria, de lo que significó, o una gran parte, porque la verdad es que hay muchos pibes, que no tienen registro, pero una gran parte del pueblo argentino tiene memoria de lo que significó el macrismo y lo que significaron siempre las mismas recetas desde la época más o menos de Krieger Vassena, Alsogaray, viejas políticas que siempre nos llevaron al mismo punto, la misma decadencia, pienso que hay como un sedimento en la memoria, en la conciencia, donde tenemos que pararnos y hay una especie de cortina de bronca, que bueno. habrá que tratar de descorrer.

J.A.: Quiero preguntar también por la CGT y su rol. Si no es momento de plantear una renovación en el sindicalismo y si la CGT estuvo a la altura en estos años, respecto a Cristina, al poder adquisitivo de los trabajadores. A mí me sorprendió muchísimo escuchar a dirigentes sindicales diciendo que no es necesario una suma fija porque pierden poder de negociación. La propia Cristina la semana pasada dijo que no se sabía si si iban a jugar con Macri o con el peronismo en las elecciones del 2019. ¿Cómo ves esto respecto al bolsillo de los trabajadores que no están bien, indudablemente?

H.Y.: Es complejo. Pienso que si todo se hubiese dado bien, sin la mezquindad de muchos dirigentes de la CGT, que trabaron la entrada de los gremios de la CTA, hoy estaríamos todos juntos. Ese era el objetivo que nos planteamos nosotros. Hoy estaríamos todos en el mismo espacio y eso sería un arca de Noé, donde tendrías los carnívoros, los hervíboros, los que tienen pelo, plumas, todos juntos en el mismo espacio. por eso yo diferencio.
La otra vez Cristina cuando dijo eso, habló de la CGT. Pero en realidad, la CGT tiene un componente que no es homogéneo. Tenés una cúpula de dirigentes, la mesa chica, que eligen una lógica corporativa, que toman distancias de las demandas, del conflicto, que siempre piensan en una ecuación donde reine una armonía y un amor eterno con los empresarios y la verdad, vos tenés algunos empresarios con los que podés contar, y otros que directamente trabajan para que la pobreza sistemáticamente crezca en la Argentina porque no les interesa el mercado interno.

Después tenés otros dirigentes en la CGT que no tienen nada que ver, que están peleándola con nosotros. Abel Furlán de la UOM, no es poca cosa que tengamos hoy un tipo como Abel al frente de los Metalúrgicos, un compañero como Paco Manrique en Smata, los otros miembros de la Corriente Federal. Creo que hay reagrupar y reconstituir una nueva síntesis del movimiento obrero en la cual la conducción esté en manos de estos sectores, que además representan verdaderamente al obrero, al que labura, y no tanto a los gremios de servicio.

R.C.: Todo lo que dice la oposición refiriéndose a la reforma laboral, esas ideas feas que se escuchan decir para los trabajadores. ¿Todo lo que dicen es posible? Porque dicen algunas cosas, que necesitarían modificar la Constitución para hacer algunas de estas cosas. Y después, con esto que vos proponés, con una unidad del movimiento obrero, si se pudiera hacer, ¿creés que se puede llegar a frenar con la calle, con la lucha?

H.Y.: Pienso que más que reformar la Constitución, requerirían estado de sitio en la Argentina. Porque vos no podés decir que vas a dinamitar el Estado, que vas a eliminar derechos, que vas a eliminar directamente los planes sociales. Hay cuestiones que se están planteando con absoluta responsabilidad, para darle respuesta al que tiene bronca, con problemas para llegar a fin de mes, pero además le da bronca que cuando va a trabajar se le cruza una marcha de gente que pide por los planes sociales y entonces en la cabeza le parece que si todo eso estalla y a todo eso se le pasa con una aplanadora por arriba. La verdad que los tiempos de una reforma a la Constitución no serían los que esta gente necesita, porque además dicen que lo van a hacer más profundo, más traumático y más rápido. Me imagino más un estado de sitio en un gobierno como ese, que una reforma a la Constitución. Creo que no se puede poner en práctica eso en la Argentina. Creo que es cierto, mucha gente dice: bueno papá, pero de qué hablás si ya tenemos la mitad de los asalariados por debajo de la línea de pobreza.
Sí, pero lo que estos quieren es tener a la otra mitad también.

J.A.: Las soluciones que proponen no hacen más que agravar los problemas. Un dólar al 600%. Eliminar las indemnizaciones no va a mejorar la tasa de empleo y así sucesivamente uno puede profundizar en cada una de las propuestas. Pero además son consecuencias muy directas. Se sabe que siempre que se devalúa a ese nivel quienes sufren son los asalariados. Ya pasó con Mauricio Macri. Aumenta la pobreza de manera exponencial en su gestión, producto de la devaluación de 9,60 a 16, ya que los precios estaban acomodados a ese valor.

H.Y.: Y esa transferencia, porque cuando vos hacés todo eso le sacás plata del bolsillo al que trabaja y se la ponés a los empresarios. Todo eso terminó en fuga de capitales y en deuda externa. Porque si hubiera sido un proceso de transferencia brutal, inhumano, hacia los capitalistas, hacia la burguesía empresaria, pero la Argentina construyó, tiene fábricas, emprendimientos productivos. No pasó nada de eso. Todo eso terminó siendo fuga de capitales, deuda externa e inflación.

Periodista: El jueves se cumplen 20 años de la asunción de Kirchner. ¿Qué recordás, que podés decirles a las generaciones que no lo vivieron, que eran muy chicos?

H.Y.: En ese momento, a pesar de ser militante sindical, dirigente de la Ctera, para mí Kirchner en ese momento era una moneda en el aire. No lo conocía. Fui de los que de pronto lo veía con simpatía, porque Néstor era un tipo afable, que daba esa imagen de tipo común. No lo conocía, pero es más, sospechaba de la mano de Duhalde. Recordemos que Néstor llega después que De la Sota dice que no, Reutemann, dice que no.
Nosotros teníamos compañeros en la CTA, como Edgardo Depetri, que era de Santa Cruz, que había sido de la mina de Río Turbio, dirigente de ATE, que lo conocía, que decía “no a este tipo lo tenemos que bancar, es distinto”. La verdad es esa. En ese momento estaba Marta Maffei, como secretaria general de Ctera y yo era adjunto. Cuando Néstor decide ir a pagar personalmente, los salarios de los docentes de Entre Ríos dijimos “ah, la mierda, esto no estaba en los cálculos”. Después, en ese momento Marta se había ido como diputada y quedé yo como secretario general. Después discutimos la Ley de Financiamiento Educativo, es decir, ahí empezamos a ver, ni qué hablar el día que bajó el cuadro. Néstor se fue construyendo así.
Por eso cuando la derecha socarronamente se ríe y dice, este Wado, no lo conoce nadie, quién es. Bueno, así empezó Néstor. En un país que tenía muchos problemas, cuentas pendientes con los sectores populares.

J.A.: Me parece que el candidato de Hugo Yasky es Wado. Cristina decía la otra vez algo así, como “podemos volver a hacerlo porque ya lo hicimos”. Pero las condiciones cambiaron mucho. Tampoco es el copiar y pegar. Pasaron 20 años.

H.Y.: No creo que Cristina lo piense así tampoco. Cuando ella dice lo podemos volver a hacer, habla de poder volver a tener un país donde la democracia no tenga que recortarse entre los límites de las corporaciones financieras, empresarias, donde la distribución de la riqueza se pueda generar a partir de la iniciativa del sector público y no del mercado, porque hay muchos que creen, dentro de los legisladores, sectores que están en JxC que están convencidos que el problema de la riqueza lo resuelve el mercado. Que la posibilidad de que la gente progrese tiene que ver con que el mercado pueda resolver eso con un Estado alejado, mirando lejos. Cuando Cristina dice que otra vez se puede, dice que es posible poner en funcionamiento eso. Las políticas públicas, discutir el tema del litio, Vaca Muerta, todo eso que nos muestran como que son las grandes joyas de la abuela, que terminen, como ya terminaron las joyas de la abuela.

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