Discurso pronunciado en la sesión del 15 de septiembre en Diputados.
Gracias Sr. Presidente.
Creo que estamos discutiendo en un país que vivió la experiencia de lo que fueron las consecuencias del pacto fiscal del 2017.
No es una discusión teórica, abstracta. Después del 2017 en la Argentina hubo una debacle económica. Empezó ahí una debacle económica que tuvo manifestaciones concretas. El Presidente de la Nación dejó de cumplir la Ley de Financiamiento Educativo; empezó a haber recortes severos en el sistema de Salud; se le soltó la mano al sistema de Ciencia y Tecnología. El Estado Nacional y los estados provinciales entraron en un nivel de endeudamiento en dólares sin precedentes.
De manera tal que el debate que hoy se plantea no es el debate entre aumentar o no aumentar impuestos. No es el debate entre volver hacia atrás, como se dijo acá. Estamos rectificando un rumbo. Hay una especie de demagogia VIP, demagogia para las clases altas, según la cual, la panacea de la eliminación de los impuestos genera lluvia de inversiones, capitalización de las empresas, genera más actividad económica y después toda esa riqueza que se acumula, tras la eliminación de los impuestos y tras tener un Estado que se dedique solamente a garantizar la seguridad interna derrama para los que están abajo.
Y eso lo hemos visto todos. Todos los que estamos acá. Seamos de derecha, de centro, de izquierda, de cualquier sector, hemos visto que la riqueza no derrama de la copa para abajo sino que derrama en los paraísos fiscales y la pandemia demostró que necesitamos un Estado que tenga capacidad de dar respuestas en el tema de salud, de educación, de construir infraestructura, de generar sistemas de promoción para que las Pymes puedan generar empleo.
Hay que empezar a hablar no solamente de la pobreza en la Argentina. Hay que hablar de la riqueza concentrada en la Argentina. Las altas tasas de riqueza que no se distribuyen, las altas tasas de ganancias de las empresas líderes, de los grandes grupos empresarios, están generando una distorsión económica que se manifiesta como pobreza pero también se manifiesta en términos de inflación.
El otro día estuvimos en la embajada norteamericana. Que acá muchos lo vieron como dos herejes que salieron del ghetto de los marginales y entraron al templo del neoliberalismo. Se enojaron en la derecha, despotricaban y algunos compañeros de la izquierda también. Nosotros fuimos a la embajada norteamericana a decir lo mismo que decimos cuando estamos en una asamblea, acá adentro o en la calle: la especulación financiera es un cáncer que tiene la Argentina; la especulación financiera genera concentración de deuda, desempleo y es una realidad que tenemos que superar y necesitamos que las Pymes sean las que generen el empleo. Necesitamos terminar con el secretismo respecto a quiénes son los que fugaron dinero a Norteamérica. Somos terceros fugadores de capitales del mundo. Estamos en el podio. Le ganamos a China.
Cómo es posible que estemos discutiendo todavía si es necesario o no tener un Estado, un sector público, para poder encarrilar la economía. Y no estamos en contra de la empresa. Estamos en contra de la especulación financiera, de la concentración desmedida de la riqueza, estamos en contra de que siempre paguen los pobres. El que va y compra polenta, fideo y yerba, deja el 23% de todo lo que tiene. Quisiera ver qué pasaría en la Argentina si las clases altas dejaran exactamente lo mismo en proporción. La Argentina que necesitamos es una Argentina que distribuya la riqueza.
Acá se decía si hemos cambiado de identidad. No. Orgullosamente somos los mismos que en el 2005 dijimos No al Alca. Somos los mismos que recuperamos la jubilación, se la sacamos a los que la habían privatizado. Somos los mismos que seguimos defendiendo con orgullo a una Vicepresidenta a quien la justicia, en un juicio trucho, en una farsa quiere condenar.
Con orgullo lo decimos: somos el kirchnerismo que hizo que este país volviera a tener la posibilidad de la distribución de la riqueza y de la vida digna para nuestro pueblo.