Intervención del secretario general de la CTA, Hugo Yasky, en el marco del 1° Seminario “Presente y Futuro del Trabajo. Resistencias Sindicales y Feministas” que tuvo lugar en la sede de APA, Anchorena 1250, C.A.B.A. El encuentro fue organizado por las Secretarías de Género e Igualdad de Oportunidades, y de Formación, Investigación, Proyectos y Estadísticas, de la CTA, junto a la Fundación Friedrich Ebert Stiftung (FES).

“Para nosotrxs es muy importante el aporte que se viene haciendo desde la Secretaría de Formación y desde la Secretaría de Género. Es un aporte del movimiento de mujeres, una mirada feminista, al movimiento social en los últimos años, que particularmente en nuestro país ha tenido mucha significancia porque ha sido muy potente, movilizador tanto en términos de ganar los espacios públicos, las calles, como movilizador en términos de debate y pensamiento. Ha sido una bocanada de oxígeno puro en un momento en el cual el pensamiento más conservador, más de derecha recorre como una gran ola el continente de norte a sur. Basta recordar a la presencia siempre oscurantista de los mensajes de Donald Trump, Bolsonaro, que es una especie de Donald Trump un poco contrahecho, pero creo que en ese clima de sopor, de negación del pensamiento crítico, en ese clima de una suerte de conformismo con todo lo que está instituido como quieren instalar, ha sido muy importante el relámpago que cayó desde la iniciativa de las mujeres en Ni Una Menos, los pañuelos verdes y también se ha trasladado a la vida política y sindical.

Creo que hoy tenemos una fórmula que creemos ha generado una gran esperanza en el país, la de Alberto y Cristina que se constituye a partir de una decisión estratégica de Cristina en ceder el primer lugar a un hombre, pero a diferencia de lo que podría haber sido en otros momentos esa actitud relegativa de la mujer con respecto al hombre, en este caso es alguien que actuando como jefe, como estratega, dice tenés que estar vos primero, pero está claro que hay, por lo menos, una absoluta paridad en el plano de la discusión y esto influye en nuestra realidad como país.
Influye en la mirada de nuestros hijos, de nuestros jóvenes, nietos, alumnos. Va impregnando con otra textura cultural los debates y las difusiones en las familias, escuelas, lugares de trabajo, en los sindicatos.

Ayer tuvimos reunión de la Mesa Nacional de la CTA, luego hicimos una conferencia de prensa y quedamos en convocar a un plenario de secretarios generales de todo el país para seguir analizando la situación y la compañera Estela Díaz planteó y se aprobó, que la convocatoria vaya acompañada por el pedido para que cada representación de las provincias, como la mayoría de los secretarios son hombres, porque todavía es la realidad, se pidió que la delegación de cada provincia esté compuesta por dos compañerxs un hombre y una mujer. Son formas de materializar estos avances que han sido porque ustedes tuvieron la voluntad, la lucidez y la fuerza para empujar.

Creo que estamos en un momento en que esta discusión acerca del futuro del trabajo recorre todos los espacios que tienen que ver con el movimiento sindical y el movimiento social en el mundo. La última reunión de la OIT, en la celebración del primer centenario, estuvo impregnada de esa discusión y se da en un contexto muy difícil, porque en la década del 80 se imaginaba, en ese entonces parecía que todo iba a ser un futuro más lejano todavía. Se escribió mucho acerca de que bueno, cuando se diera ese salto tecnológico el gran problema iba a ser encontrar el sentido del ocio productivo. La gente iba a tener más tiempo porque la inteligencia artificial iba a reemplazar muchas horas de trabajo y muchos intelectuales escribían respecto a cómo el hombre iba a invertir todas esas horas de ocio que le iba a posibilitar el acceso a la tecnología. Nadie se imaginó que esa revolución científico tecnológica iba a venir como parte de una gran involución que fue la financierización de la economía a nivel global. Es decir el desplazamiento del capital productivo, cuya reproducción estaba siempre vinculada al trabajo, por el capital financiero, cuya reproducción se desvinculó absolutamente del trabajo y de la generación de empleo para convertirse en una especie de cáncer que fue relegando, entre otras cosas, en la búsqueda de la maximización de la renta de estos grupos financieros haciendo dinero del dinero, es decir, absolutamente ya distanciado de lo que hacía que el capitalismo tuviera un costado civilizatorio, porque el progreso generaba empleo. Eso que decían nuestros abuelos. Se terminó esa historia. El progreso no genera más empleo. Puede haber crecimiento económico e involución social. Puede haber crecimiento económico y descenso del nivel de vida, de los sectores populares.

Creo que eso hace que la discusión sea más compleja. Ayer hubo un paro en una línea de Subte porque la empresa decidió instalar dos expendedoras de boletos para el Subte, dos máquinas, eso reemplaza por lo menos un puesto de trabajo y hubo un paro. Por supuesto cuando los canales de televisión pasaba los comentarios de la gente que está irritada, muy sensible, con mucha inquietud por lo que está pasando, no era un debate, eran todos insultos al sindicalismo, a los sindicalistas que nos dejan sin el subte, etc, etc. Vamos a tener que dar un debate en una situación difícil porque se trata de descalificar la palabra de los sindicatos. Algo que es novedoso, también, es que los sindicatos a partir de los últimos años parecen no formar parte de la sociedad civil. Cuando los neoliberales hablan de la sociedad civil, hablan de los grupos empresarios, en primer lugar, de las fundaciones,, de las ONGs, pero los sindicatos parece que fuéramos algo que quedó fuera de la sociedad civil, pero es un debate que nosotros necesitamos dar. Necesitamos tratar de colocar en una situación muy difícil la lógica respecto a de qué manera garantizamos que no desaparezca el trabajo como eje en torno al cual se estructuran los sentidos de una sociedad. Y esto tiene que ver por supuesto, con las correlaciones de fuerza.

Será mejor, peor, el camino que se elija para definir el futuro del trabajo si quienes conducen los estados son expresiones políticas vinculadas a los sectores populares, o si quienes conducen son sectores políticos absolutamente refractarios a cualquier cosa que tenga que ver con democracia popular, reivindicación de derechos humanos, de quienes son distintos, derechos de lxs trabajadorxs, etcétera. Creo que ése es un escenario que enfrentamos.

Los argentinos el domingo hicimos que una persona durmiera mal, que se levantara irritada, pero hicimos también que muchas compañeras y compañeros de América Latina, vivieran ese domingo y esas horas muy felices. Recibimos mensajes de toda América Latina, Colombia, México, Brasil, Perú, Bolivia, Centroamérica, todos sintiendo como propio el triunfo del campo popular y esto es muy importante porque demuestra que pese a los Bolsonaro, los Macri, el ideal, la utopía de una América Latina unida, constituida como un gran bloque, como parte del mundo, pero como un gran bloque para integrarse desde esa identidad, realidad, sigue estando viva.
No fue un triunfo solamente de los sectores populares de la Argentina, fue un triunfo de los sectores populares de todo América Latina y el mundo, porque también recibimos saludos de compañeras y compañeros de las Centrales sindicales de otras partes del mundo.

Sé que son momentos difíciles, que debemos enfrentar horas en las que a todos nos pesa sentir la crisis de nuestrxs hermanxs trabajadorxs o jubiladxs, pero tenemos que tener claro dos cosas, nada nos tiene que correr del objetivo de llegar a octubre y sacar con los votos a esta lacra que nos gobierna. Nada nos puede correr. Y esa esperanza debe prevalecer sobre las penurias del presente. No nos tenemos que obnubilar ni pensar que ya está todo ganado, pero sí sostener este triunfo, porque la única salida posible es la salida política.

Nosotros, el movimiento sindical, social, podemos resistir, aguantar, impedir que sigan avanzando, pero la solución a esta crisis es política, no es económica, no depende de otra cosa que no sea la voluntad de la mayoría de salir de este desastre.
Con fuerza, con mucha alegría, convicción y sobre todo con los ojos bien abiertos para que nadie nos pueda vender gato por liebre en este momento”.

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